De la única cosa que Anthony Stark quería huir con todas sus fuerzas era de la predestinación, pero para bien o para mal, está le alcanzaría para cambiar completamente su vida y su perspectiva sobre ella.
🔺 Mención IronStrange [de aquí surge la tra...
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La primera vez que escuchó sobre los Mate, fue sólo dos días después de obtener el resultado de la prueba donde finalmente aparecía su segundo género.
Su madre se sentó con él en su habitación, la luz del día colándose por la ventana. Sus brazos arropándole con ternura mientras le contaba con un brillo especial en sus preciosos ojos color avellana y de forma maravillosa, la fortuna que se tenía al coincidir con tu alma gemela en esta vida.
Ya que ella había sido merecedora de tan magnífico privilegio al encontrar a Howard.
—¿Y cómo sabré que es mi alma gemela? — se atrevió a preguntar Tony, al no entender realmente lo que su madre quería hacerle saber al contarle detalles sobre su melosa historia de amor con su padre.
Sabía que los besos, la toma de manos y los abrazos eran algo que hacían las parejas en un aspecto muy general, después de todo.
—Su aroma. — respondió, esta vez sin irse por las ramas.
Dejando un poco de lado la felicidad y dicha que siempre le invadía cuando hablaba sobre su predestinación con su esposo, y poder centrarse en el conocimiento que quería verdaderamente transmitirle a su pequeño.
—La primera vez que tú olfato detecte el aroma de tu Mate, se convertirá simplemente en una esencia que no podrás ignorar por más que lo intentes. Tu Omega reaccionara solamente a ella. Si te encuentras fuerte, la buscaras como complemento, si te encuentras vulnerable, será tu refugio y protección.
–Suena a dependencia. — musitó, Tony.
María alboroto sus cabellos con una sonrisa. Su pequeño Anthony era demasiado perceptivo y realista para solo tener 12 años.
—Lo es, en cierto modo. — murmuró bajito. Y entonces Tony centro su vista en ella, logrando captar un atisbo de tristeza en sus finas facciones. — Es el lado negativo de la predestinación entre Alfa y Omega, cariño. Ya que así como tu Mate puede ser tu salvación, también puede ser tu perdición. — añadió.
Tony le miró confundido, pero antes de que pudiera verbalizar sus dudas, María se puso de pie.
—Después te explicaré esa parte con más detalle. Por ahora, es momento de ir a comer. Seguro tu padre ya está esperando por nosotros. — sonrió, tendiéndole una mano para que su pequeño la tomará.
Tony aceptó, sin ánimos realmente de insistir o seguir con aquella conversación. Seguía siendo un niño después de todo.
Ya habría tiempo de sobra para aclarar sus dudas, tanto sobre su casta y sobre los Mates.
Dos años a partir de ahí, eran suficientes para aprender, ¿verdad? No sólo sobre las castas y los Mates, sino también para saber lo que es el dolor de la pérdida, la ausencia y la soledad que se desencadena solo por el capricho de un Dios.
