Capítulo 7.

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"No recuerdo la primera vez que vi a San, creó que fue cuando tenía siete años, San tenía catorce o quince, su cabello negro con un lunar en su cabello color blanco, sus ojos rasgados inspiaraban miedo, era el vecino de enfrente, algo tosco y sin sentimientos".

San no era muy bueno con los niños, sin duda SeongHwa no era la excepción, sin embargo la inocencia del pequeño lo hizo acercarse y jugar con él niño cuando se acercaba pidiendo que jueguen juntos. La recién mudada familia Park era un lindo matrimonio lleno de amor y su pequeño hijo SeongHwa muy adorable criado en una familia amorosa con sus mejillas llenas y de piel canela suave, con un bello cabello negro y dos ojitos parecidos a los de un venado.

La señora Park era una amante de consentir a su hijo, ella tenía diabetes en fase terminal, pero eso no le quitaba el que viera a su hijo correr o que lo tapara por las noches y leer un libro para que se durmiera, ella amaba mucho a su hijo.

San recuerda cuando vio los ojos de SeongHwa llenos de lágrimas, su niño tenía nueve años, tenía los ojos rojos y su nariz roja, SeongHwa apenas si podía ver a los ojos de San, su labio inferior temblaba e intentaba acallar sus sollozos.

"Mamá murió" susurro SeongHwa sentado en el porche de su casa, San sintió su corazón romperse cuando escuchó al niño decir eso.

El funeral había sido silencioso, los ojos del padre de SeongHwa estaban vacío, en ningún momento intentó consolar a su hijo, su dolor era todo lo que podía ver en ese momento, después del entierro se encerró en aquella casa donde vivían y se tiró a beber, dejando a SeongHwa a la deriva, sin saber qué hacer.

La única vez que intento preguntar "¿Qué haremos?" Su padre le tiró una botella apuntando a su cabeza, pero golpeando sólo su hombro, el pequeño pelinegro se alejó corriendo encerrándose en su habitación con terror.

Después de ése día que SeongHwa había dicho lo del fallecimiento de su madre San dejó de ver todos los días a SeongHwa en el porche de su casa saludándolo, sin embargo cuando lo vio después de meses notó moretones en sus brazos, uno en su rostro, se veía más delgado, pero su sonrisa al verlo fue la misma inocente de siempre.

"Hola Sanie" saludo SeongHwa sonriéndole, el corazón de San se hundió, un nudo se formó en su garganta y una pesadez cayó en su estómago.

"Hola Seongie" correspondió San.

San tenía diecisiete la primera vez que vio a SeongHwa golpeado. Un año más tarde después de ver a SeongHwa llorar del dolor, pasar días fuera de su casa por que su padre lo sacaba, de haberlo llevado al hospital para coser cortes graves en sus brazos hechos por botellas de cerveza. San odio ver eso, un mes después de cumplir dieciocho corrió al despacho de su padre y le pidió ayuda, siendo un gran abogado reconocido lograría lo que San pedía.

-Quiero adoptar a SeongHwa _dijo con seriedad San al entrar al despachó de su padre.

Su padre se sintió aturdido cuando escuchó a su hijo decir eso, sabía que San tenía un afecto enorme por el pequeño niño de al lado, pero eso no era suficiente para que lo ayudara a adoptar a alguien, su hijo era muy joven para tener una responsabilidad tan grande, pero San lo convenció entendió el porqué su hijo quería adoptar con tantas ansias a SeongHwa. Quien se convertiría en su nieto después.

Con la ayuda de su padre San obtuvo la custodia de SeongHwa, había sido un largo año, pero cuando lo logró y le dijo a SeongHwa su mirada se veía algo perdida.

-¿Ya no podré llevar el apellido de mamá? _preguntó SeongHwa con su cabeza agachada, San se sorprendió y abrazó a SeongHwa.

-No _negó San_ Puedes conservar el apellido de tu madre, bebé _llamó de forma cariñosa San_ Ahora seré tu papá y te consentire todo lo que quieras _prometió San enseñando su dedo meñique y SeongHwa levantó el suyo enlazandolos.

The secret of the Cherry [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora