Japón

76 6 0
                                    

Cuando llegó la hora del recreo no le vi por ninguna parte así que supongo que tendría que hablar con algún profesor o terminar de hacer papeles en secretaría. A la salida tampoco le vi así que yo me fui a casa con mis amigos. Al día siguiente cuando iba al instituto me le encontré por el camino.

- Hey, Nathan! ¿Qué tal tu primer día en el insti? ¿Te trataron bien? - le pregunté.

- ¡Oh! sí, Sofi. Gracias por preguntar.

Hubo un pequeño silencio incomodo, así que aproveché para preguntarle sobre su familia. Tenía demasiada curiosidad. Aunque no sabía muy bien cómo hacerlo.

- Bueno y dime, ¿qué hacía tu familia en Japón?

- Pues mis abuelos tanto de mi padre como de mi madre fueron a trabajar a Japón, pero cuando tuvieron a los hijos se vinieron a España. Así que mis padres son españoles pero luego volvieron a Japón. Mis padres se conocieron allí, pero vinieron a España para casarse y cuando nos tuvieron a mi hermana y a mí se volvieron a Japón. Más que nada para ayudar a mis abuelos pero ahora que ya no están allí no teníamos por qué quedarnos así que aquí estamos. Por eso ayer te dije que mi familia es española aunque hemos vivido prácticamente toda la vida en Japón.

- Guau! ¿Y cómo es la vida allí en Japón porque tiene que ser totalmente diferente?

Estuvimos hablando así hasta que llegamos al instituto. Me contó muchísimas cosas y poco a poco nos fuimos conociendo. Le presenté a mis amigos del instituto y al poco tiempo estaba integrado y era uno más de nuestro grupo de amigos. También le presenté a mis amigos fuera del instituto esos que ya habían pasado a la universidad. Poco a poco nos fuimos haciendo buenos amigos. Era un chico muy agradable la verdad, me presentó a su familia y me invitaba a comer en su casa algún día. Me enseñaron muchas cosas típicas de Japón, comida, rituales, celebraciones... Era una familia muy maja. Su hermana tenía 11 años con ella congenie muy bien.

Un día cuando volvíamos del instituto, llegamos a la casa de Nazan y había policía y mucha gente. Nazan echó a correr.

- Espera Nazan - y salí corriendo detrás de él.

Subimos las escaleras corriendo y, efectivamente o por desgracia, la puerta de su casa estaba abierta y había policía dentro.

- No podéis entrar jovencitos - nos dijo un policía.

- Esta es mi casa - contestó Nazan de mala manera.

- ¿Qué ha pasado? - conseguí decir aunque no estaba segura de querer saber la respuesta. Me temía lo peor.

Apareció John, el padre de Nazan. ¡Esa cara! ¡Por Dios, que alguien nos dijese qué había pasado!

- Yo me encargo - le dijo al policía.


Y, ¿por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora