P r ó l o g o
El tiempo. El tiempo tal vez no cura todo, como siempre suelen decirlo. Para Brad, el tiempo podía cicatrizar las heridas, pero no las hacía desaparecer.
El tiempo no curó la herida de su ausencia.
Creyó que podía apoyarse en ella, pero sus ojos le gritaban que no podía amarlo en la oscuridad. Y no la culpaba, porque quizá él tampoco podía hacerlo.
Ella era un rayo de sol. En cambio, él ni siquiera llegaba a ser un planeta. Creía que no era lo suficientemente interesante para serlo, era pequeño a comparación del resto. Y la mejor parte era que no le importaba.
Pero a pesar de esa actitud tan reservada, ella intentó iluminar el desastre que lo hacía vivir en el pasado.
—No tienes que hacer esto. Lo sabes, ¿verdad? —mencionó el castaño sin siquiera darse la vuelta. Sus ojos seguían clavados en la piedra sobre el césped.
Ella estaba ahí. Lo había acompañado hasta el solitario lugar. Aunque él quería estar sólo, no le molestaba tener algo de compañía.
—Lo sé —respondió la joven de cabellos castaños claros. La suavidad de su tono transmitía paz.
—No quiero que sientas que tienes que hacerlo —musitó.
—Estoy aquí porque me preocupo por ti —ella afirmó sin dudarlo.
Él no podía pronunciar ninguna respuesta, sólo quería desaparecer en ese momento, su cabeza le gritaba que era el culpable de todo lo que había pasado. Llevó la botella de vidrio a sus labios y dio un trago, como si fuera una manera de ahogar sus penas y sus malos pensamientos. Ella seguía mirándole la espalda con la frente arrugada, preguntándose, ¿acaso hay algún modo de ayudar?
—Ya entendí, gracias. Pero estoy bien. No necesito tu ayuda.
Su respuesta provocó decepción, pero era de esperarse. La chica suspiró con profundidad y arqueó sus cejas, relamiendo sus labios mientras analizaba la situación, intentando encontrar soluciones posibles, pero por más que repasara ideas en su cabeza, ninguna parecía ser una opción.
No se puede ayudar a alguien que no quiere ser ayudado, eso era sabido.
—Todos necesitamos ayuda algunas veces, Brad.
Y sin más, se dio la vuelta para irse, al igual que el sol que siempre termina ocultándose. Brad miró sobre su hombro, viéndola partir.
Aunque él tenía muy en el fondo un pequeño rayo de esperanza de que se quedara, al final, ella se fue. Exactamente como él supuso que lo haría.
Todos parecían hacerlo.
—Llámame si me necesitas — alcanzo a escuchar.
Fue entonces que parecía que quizá, después de todo, la luz del sol no se había ocultado, sólo había estado detrás de un cielo nublado por un instante.
Y quizá era cierto que, en Plutón, la luz del Sol es demasiado brillante.
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PLUTÓN #2
Fiksi Remaja«El brillo del sol me dará lo suficiente para elevarme por encima de la tormenta. Quizá sea ahí donde las sombras se desvanecerán» BORRADOR FALTAS ORTOGRÁFICAS Precuela de Saturno LA ILUSTRACIÓN USADA EN LA PORTADA NO ME PERTENECE. CRÉDI...