¡Qué ironía!

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Siempre pasa.
Y es que...estoy cansada.
Cansada de dar todo, y con suerte, recibir migajas.
Cansada de sólo perder el tiempo intentando importarle a una persona que, quizá, nunca me tomará en cuenta.
Cansada de siempre estar ahí, apoyando, a pesar de todo, y encontrarme completamente sola cuando más lo necesito.
Cansada de siempre preocuparme por la otra persona y que nunca sea recíproco, y no lo es, porque nunca recibo un "¿Cómo te encuentras?". Finalmente, si estoy bien, ¡genial!, y sino, ¡también!. Simplemente, no importo.

Al final del día, cuando me digo "¡BASTA!" porque sé que es momento de ver por mí misma y no por los demás, todo se viene abajo. Y es que justo en ese momento, justo en ese pequeño instante en el que me vuelvo distinta, fría, comienzan las críticas. Las críticas provenientes de esa persona a la que siempre le fui incondicional, de esa persona a la que siempre le di lo mejor, de esa persona que ahora sólo ve mis errores y nada más...

Y entonces, no aprendo. No aprendo a darme el lugar que merezco. Y así, la historia se repite. De nuevo, doy todo sin esperar nada. De nuevo, me convierto en la incondicional de ese "alguien especial", a pesar de todo. De nuevo, permito ser pisoteada.
Qué ironía, ¿no?
¡Já!
¡Siempre pasa!

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