Salieron de la tienda de conjuros para volver al callejón Diagon. La verdad que ese día ni se podía caminar en la calle. Estaba lleno de personas que iban de acá para allá en todo momento. Los chicos tenían que estar pegados a Hagrid para no perderse entre la cantidad de personas que había allí.
Un gato gris y negro se cruzó entre las piernas de Isadora sin dejarla caminar. Parecía intentar refugiarse de la gente en sus piernas. La niña se agachó sonrientemente y lo tomó en sus brazos para que nadie lo pisara.
– Hola amiguito – habló agachándose para acariciarlo.
– Debe haberse escapado – comentó Harry llegando a su lado.
– Isa, Harry ¡Vamos! – nos apuró Hagrid quien ahora caminaba por delante de ellos.
– Debemos irnos, lo siento amiguito – dijo al gato dejándolo en un lugar elevado para refugiarlo de la gente.
Volvió a caminar hasta Hagrid sintiendo la mirada del pequeño felino que la veía algo triste.
Harry buscó la lista – Aún necesitamos...
– ¡Una varita! – mencionó emocionada.
– ¿Una varita? Ahí está Ollivanders, no hay mejor opción – habló señalando el lugar – ¿Por qué no me esperan ahí? Tengo que hacer otra cosa.
Asintieron como respuesta mientras se alejaba de su lado. Se acercaron al local en donde Harry abrió la puerta dejándola pasar primero.
– ¿Eres muy caballeroso o debo asustarme? – preguntó entre risas la chica mientras entraba al local.
Él rio. – Creo que solo me agradas.
Ambos dejaron las bolsas y cajas en el mueble de la entrada. Analizaron el lugar intentando buscar con la mirada un empleado.
Era un local en donde la barra de atención separaba al público de los números estantes con cajas en donde supusieron estaban las varitas. Había unos candelabros que iluminaban el oscuro lugar que parecía un desastre de cosas. Papeles en los pisos, todo desordenado...
– ¿Hola?
Un señor apareció con una escalera movediza viendo a los niños. Era canoso y algo viejo. Sonrió al verlos.
– Sabía que lo vería algún día señor Potter – dijo para luego ver a la niña – ¡Isadora Black, si no has crecido! Recuerdo haberte visto por última vez en brazos de tu madre cuando Marcus compró su última varita. Era un niño bastante travieso y siempre se le rompía – dijo sonriente. Su relato hizo sonreír inconscientemente a la niña. Le gustaba que esta gente supiera de su pasado – Lamento mucho sus pérdidas.
Ambos niños asentimos en aceptación de sus condolencias.
El simpáticamente se bajó de la escalera movediza para buscar una varita.
– Potter, al igual que Black, me parece ayer cuando tus padres compraron su primera varita – dijo sacando una cajita y dejándola en la mesada. Harry intentó acercarse pero el señor lo paró – Esta es de la señorita – mencionó mirándola. Isadora se acercó algo nerviosa – Era la varita que usaron tus hermanos. Ambos slytherins, como olvidarlo – exclamó abriendo la caja y entregándole la varita. Tenía una serpiente negra rodeando el palo de madera. La agarró sin saber bien qué hacer – ¿Qué esperas? ¡Agítala! – ordenó.
La ajito bruscamente provocando que una fila de cajas con documentos se cayeran haciendo del local un lugar aún más desastroso.
– Nop, no es esta – dijo para irse a otra fila. Tomó otra caja y se la entregó – La varita que usó tu padre en Ravenclaw – dijo entregándola.
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Por la leyenda
Fanfiction▪︎ Harry Potter ▪︎ En su cumpleaños numero 11, una escuela oculta para el mundo humano la une junto a un chico de cicatriz en la frente a pelear contra uno de los magos más malignos y poderosos del mundo. Son historias parecidas, pero no son las mi...