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Pov Akaza:

Otra vez esa voz que me pide ayuda. Ya era la tercera vez que me distraía en algo importante, pero cada vez era más insistente.

La primera vez que la escuché estaba corriendo por el bosque, tratando de buscar el lirio de araña azul que tanto me había pedido Muzan-Sama. Era la voz de un niño, de no más de cuatro años. No podía entender lo que decía en lo más mínimo, pero el tono definitivamente rogaba por ayuda, yo lo sabía.

Después de todo, había escuchado ese tono muchas veces cuando estaba cazando y se daban cuenta de que yo era un demonio.

No entendía lo que decía, pero podía escuchar gritos de dolor y algo que parecían súplicas. Lo escuchaba de manera regular, pero era desesperante, porque no solo lo escuchaba, sino que podía sentir su dolor y lo que es peor, a veces incluso se generaban sus heridas en mi. Claro que se curaban en un segundo, pero me hacía preguntarme: ¿Quién sería tan monstruo como para golpear a un niño de cuatro años de esa forma?

Mas le valía a esa persona que nunca lo supiera, porque si yo no lo asesinaba, entonces lo secuestraría y se lo entregaría a Gyokko, después de todo tal vez no era el más fuerte de nosotros, pero estoy bastante seguro que si era el más sádico.

Desde entonces, cada vez que me daba cuenta que se abrían heridas en mi piel sin razón, hacía lo posible por mantenerme calmado y transmitir un sentimiento de calor, cosa que sentía cuando veía a un padre cuidando a su hijo y que siempre hacía que la otra presencia en mi cabeza se calmara también y me diera un sentimiento parecido a la gratitud. Claro que me sentía mal por eso, después de todo, le estaba agradeciendo a un monstruo, pero si se lo decía no me iba a entender y si lo hacía, entonces se alejaría y realmente no quería eso.

La primera vez que me interrumpió esa vocecita en algo importante era cuando estaba comiendo. Recién había cazado a un hombre, todavía estaba vivo y gritando por que lo dejara en paz, pero no lo haría. Después de todo, tenía hambre y ese hombre era del tipo de hombres que no merecía vivir. No que yo y el resto de las lunas lo mereciéramos, pero tampoco había manera de que cayéramos sin pelear.

Me lo estaba comiendo aún vivo, pero apenas había empezado cuando escuché esa vocecita. Volteé a un lado por instinto, pero no pude ver a nadie. En el momento en que por fin distinguí que era El Pequeño, mi presa había escapado. Volví a atraparlo y empecé a comer, pero era demasiado incómodo hacerlo, se sentía como si en vez de comerme a ese "hombre", estuviera mordiendo al niño en mi cabeza.

La segunda vez estaba peleando con un pilar, no era extremadamente fuerte, pero su falta de fuerza los compensaba con una velocidad y una habilidad bastante impresionantes. La pelea había empezado hace una hora, incluso yo estaba impresionado de que después de tanto tiempo siguiera peleando contra mi, cuando nuevamente escuché la voz de Mi Pequeño pidiendo ayuda. Era tan desesperado como siempre, pero podía decir que incluso había un poco de súplica en su hablar.

Me distrajo bastante y ese pilar incluso logró incrustar su espada en mi cuello, pero antes de que pudiera hacer otra cosa reaccioné y luciendo la fuerza que había acumulado durante siglos, de un movimiento golpeé su brazo, arrancando la espada de mi cuello y esa parte de su brazo de el cazador, pero nuevamente golpearlo se sentía como si fuera yo el monstruo que golpeaba a mi pequeño.

De un último golpe en el diafragma, lo maté y hui de ahí, pero en lugar del regocijo que sentía normalmente al ganar una batalla, solo sentí remordimiento, porque sentía que en lugar de ese pilar que era mi enemigo e intentaba matarme, era a Mi Niño, el que constantemente escuchaba en mi mente pidiendo ayuda, al que estaba golpeando y asesinando.

Y esta era la tercera vez, pero de todas las veces que me había interrumpido, era la peor ocasión de todas.

Estaba en una reunión de lunas, Muzan-Sama estaba hablando de algo importante, pero nuevamente escuché la voz de Mi Niño pidiendo ayuda e incluso estaba gritando de terror. Esta vez sus emociones eran tan fuertes que incluso me estaban abrumando y sin poder evitarlo, me encogí, como tratando de hacerme un objetivo más pequeño. Esto llamó la atención de las lunas, de Muzan-Sama e incluso de la mujer-biwa que siempre estaba impasible ahí, como si fuera una simple estatua de decoración.

En este nuevo mundo... Por la espada seré libreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora