Friends (ⱽʰᵒᵖᵉ)

capítulo 8

Para alivio de Hoseok, Mina no trabajaba los lunes y los martes. Eso le dio la oportunidad de conocer al resto del equipo sin tener que preocuparse por ella. Además, la clínica funcionaba como un reloj y eso le daba confianza.

Aunque, personalmente, no tenía ninguna. Frente a sus colegas, Taehyung lo trataba con profesionalidad, pero siempre con una sonrisa en los labios, como sugiriendo que había algo más entre ellos. Y en casa, era el Taehyung de siempre. De hecho, no podía tener queja, pero...

¿Por qué se sentía tan incómodo?

A pesar de su nerviosismo la semana transcurría tranquilamente y el jueves, después de comer, se preparó para la primera consulta de vacunaciones.

—Normalmente, hay muchos pacientes —le dijo Debra, la coordinadora—. Ah, mira, hoy viene la señora Park. La verdad es que estoy preocupada por ella. Está muy deprimida.

—¿Es su primer hijo?

—Sí. Y tuvo un parto dificilísimo. Taehyung tuvo que enviarla de vuelta al hospital porque la habían dejado hecha polvo.

—¿Por qué fue mal el parto? —preguntó Hoseok, sacando los "certificados de valentía" que solían dar a los niños después de ponerles la inyección.

—Usaron fórceps y le causaron desgarros en la vejiga. Tendrías que haber oído a Taehyung, les dijo de todo.

—Ya me lo imagino.

—Ah, claro, tú lo conoces bien. Taehyung es uno de nuestros mejores médicos y no tolera a la gente que hace mal su trabajo... La verdad es que eres un chico afortunado —sonrió Debra.

—Lo sé —murmuró Hoseok, apartando la mirada.

—El caso es que Anna Park está muy deprimida desde entonces.

—Supongo que es la típica depresión posparto.

—Sí, pero ella no quiere aceptarlo. En realidad, no quiere hablar con nadie más que con Taehyung. Pero podrías intentarlo...

Tina, una de las recepcionistas, asomó la cabeza por la puerta en ese momento.

—La sala de espera es una guardería. ¿Cuándo vais a empezar?

Debra sonrió.

—¡La batalla comienza!

Durante dos horas, Hoseok y ella estuvieron muy ocupados poniendo inyecciones, calmando a niños que no paraban de llorar y calmando a las madres que lo pasaban aún peor...

Una madre en particular, Sylvia Bates, temía que su hija de trece meses tuviera la varicela, el sarampión y la polio.

—¿Y si le ponen la vacuna y ya tiene la enfermedad? Si le ocurriera algo, nunca me lo perdonaría.

—El número de niños que tienen una mala reacción ante las vacunas es pequeñísimo —sonrió Hoseok—. No se preocupe.

Sylvia se mordió los labios.

—Pero no puede garantizar que no haya riesgo.

—No —contestó con sinceridad—. Cualquier vacunación tiene un riesgo, pero hay que medir ese riesgo con el de la propia enfermedad. La rubéola, el sarampión... son enfermedades altamente infecciosas y si un niño las sufre puede tener serios problemas.

—Pero hoy en día nadie tiene esas enfermedades, ¿no?

—Gracias al programa de vacunación.