III

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La representante del distrito 2 y los dos tributos llegaron hasta la puerta del tren. Los agentes de la paz también frenaron a la entrada, aguardando a que subiesen al tren y su labor por fin hubiese terminado.

-Bueno, chicos, estáis a punto de conocer a vuestros mentores- habló la capitolina, bastante joven comparado con otros representantes-. Mi nombre es Érika, aunque es probable que ya lo sepáis. Intentad caerles bien, ¿vale? A ver si le dais una alegría, los últimos juegos han sido un fracaso para nuestro distrito, y vosotros tenéis la victoria en bandeja.

Briseida apretó los puños, pero luego recordó que el carácter de Érika solía ser así de extrovertido y se calmó, obligándose a creer que era un comentario inocente

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Briseida apretó los puños, pero luego recordó que el carácter de Érika solía ser así de extrovertido y se calmó, obligándose a creer que era un comentario inocente.

La capitolina era una chica que no pasaba de los veinticinco, de cabello largo y pelirrojo, cuyos colores característicos siempre eran el rojo y el negro, y solía vestir mucho menos extravagante que el resto de personas de su lugar de origen. Cualquiera se atrevería a decir que su estilo era elegante.

-Estos nobles agentes tienen más cosas que hacer, así que mejor entramos, ¿no?

Briseida respiró hondo mientras la puerta de entrada se retiraba para dejarles paso. Le hubiera gustado que su hermano hubiese ganado y fuese su mentor, pero no era posible. Así que serían los mismos de hacía dos años, y solo esperaba que no le tuviesen manía ni nada parecido.

Ambos mentores giraron la cabeza hacia ellos. Se encontraban sentados en el sofá, viendo el reportaje previo a la emisión de las cosechas de la noche. La mujer, de cabello pelirrojo al igual que Érika, los miró con una sonrisa y les saludó con un amigable "hola". Sin embargo, el hombre tan solo los miró de arriba a abajo con una mirada estricta, como si pudiese evaluar si valían la pena o no con la primera impresión.

-Bienvenidos tributos- habló su mentora, sonriente-. Mi nombre es Verónica, y él es Paul.

Ninguno de los adolescentes respondió. Ambos se hallaron sin palabras bajo la intimidante mirada de su mentor.

Érika dio un codazo a cada uno de los tributos, y les susurró que se presentasen, pero estaban absortos como para escucharla.

-Qué raritos son- susurró Érika para sí-. Se llaman Briseida y Cody, son un poco tímidos pero tienen muchas ganas de que empiecen los juegos, ¿verdad?

Ambos asintieron con énfasis, como si fuesen niños pequeños respaldados por Érika.

-Me sonáis de algo- dijo Verónica, pasando su mirada de uno a otro.

-¿No es obvio?- interrumpió Paul-. Están emparentados con inútiles de los septuagésimo cuartos juegos.

Briseida cerró los puños, enfurecida por aquel comentario.

-No eran inútiles- habló, llegando a sonar amenazante. Las dos otras mujeres presentes intercambiaron una mirada se sorpresa. Mientras tanto, Paul sonrió con orgullo.

Hadley - Historia fanfic los juegos del hambre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora