Libro #1 de la trilogía Perdiciones Adictivas.
Un cuerpo de infarto que hace que todos los hombres caigan rendidos a sus pies, a excepción de él...
Un hombre hecho y derecho un poco humilde pero a la vez el fuego hecho hombre.
El día en que lo cono...
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EMILIA
Tutearme
Salir con el coronel guion esposo de tu mejor amiga no es la idea genial que tenía en la cabeza para este día. La tensión después de lo que paso aún se siente en el auto a niveles estratosfericos.
Hace más calor y las cuatro ventanas están abajo pero yo me siento como si estuviera dentro de un horno prendido.
El camino hacia el aeropuerto se me hace eterno e incómodo, después de haber estado debajo de el por lo que pareció una eternidad.
Admite que lo disfrutaste.
Si lo hice, se ve mejor sin ropa que con ella.
Tiene un basilisco entre las piernas, y que basilisco!!.
Mis mejillas se vuelven a encender recordando lo que paso hace no más de diez minutos.
Ambos se tenian ganas y te das cuenta que en cualquier momento puede explotar esa bomba.
Y explotó.
Todo lo que ahora necesito es alejarme de el, ya que él está casado y yo también.
Eso no cuenta.
Si, si cuenta y esto no debió pasar.
Pero pasó, y te encanto. Admitelo y deja de ser una cobarde!. Un polvo más un polvo menos.
Tiene razón, pero con el, el último.
Ajá, eso lo veremos después.
No queda mucho tiempo para llegar al aeropuerto, por suerte. Otro coche un tanto antes de entrar se nos unió, supongo que a quien vamos a recoger no entrara en el auto.
Ojalá y no lo haga porque verá el show que dejaron ambos ahí atrás.
Después de todo llegamos y entramos directo a la pista de aterrizaje y bajamos a recibir a...
—¡Hermanito!—grita la castaña corriendo directo a los brazos del coronel, el la recibe de mala gana pero igual la abraza.
—Y ella, ¿Quién es?—pregunta mirándome.
—La mejor amiga de Mara, Emilia— mi nombre en sus labios suena diferente, me le quedo viendo unos segundos pero luego pongo toda mi atención en la hermana del coronel.
—Un gusto, ¿Señorita?—estúpida ni su nombre sabes, bien, Emilia bien. Ella se me queda mirando y se acerca a abrazarme eufóricamente.
El coronel susurra un lo siento y yo solo asiento con la cabeza.
—Iris, dime Iris—dice informándome su nombre. Es bonito, como ella, sus papás lo eligieron bien.—Siento que nos vamos a llevar muy bien—dice deshaciendo el abrazo.
