PARTE 8

77 14 3
                                    


—¿Qué pretendes?

Jungkook, había dirigido su vista al exterior del patio enfocando sus ojos en las ramas secas de un árbol que podía visualizar en la distancia. Ese día se había sentido mejor de salud, así que decidió sentarse en la sala con la ventana abierta; mucho antes que Moon llegará y hablara con él. —No estoy pretendiendo nada.

Habló sin mirar a la mujer respondiendo con indiferencia. —Pues no lo parece. —Ella agudizó su mirada en él poniendo en duda su palabra. No era tonta, sabía que él estaba evitando el tema a propósito. —No puedes burlarte de nosotros. Nosotros que hemos llevado por años esta pesada carga; es hora que se nos haga libres.

Él, al escucharla, volvió su rostro a ella y pudo ver el miedo en los ojos de la mujer por el semblante que le mostraba. —Dame tiempo. —Dijo no como petición, sino como advertencia. Moon solo sostuvo un momento su mirada y luego agacho su cabeza aceptando sin reproche y él se sintió en calma al concluir que ya no oiría más quejas.

Jungkook llamó a uno de sus criados al no ver aún a Lisa. Hace hora y media que había despertado y sus ojos no la hallaban por ninguna parte de la casa. —Salió a visitar una de las vecinas, señor, dijo que volvería pronto. —Se mostró inconforme por lo que escucho y despidió al criado para que continuara con lo suyo, no sin antes ordenarle que una vez Lisa estuviera de regreso se lo informe de inmediato, y este obediente asintiendo, dejando a Moon y a él solo.

—¿Temes que se repita de nuevo? —Moon, ahora se mostraba con confianza sonriendo burlona como siempre lo hace. —No. He sido cuidadoso. —Su sangre hervía en su cuerpo cuando al decir aquello Moon río de buena gana como si de un chiste se tratara lo que había informado. —Aún no comprendo por qué no has hecho nada, pero ahora creo tener una idea. —Moon seguía sonriendo divertida por la situación, pero su cuerpo comenzó a sentirse frío y tembloroso como si hubiera presentido lo peor y fue ahí que se arrepintió de su atrevimiento.

Él sonreía, mostrandose como un animal salvaje  que tenía a su presa fija, seguro que pronto la tendría dentro de su boca, saboreando su rojiza sangre mientras con sus afilados dientes hacía crujir los huesos que deshacía en pequeños pedazos. —Creo que es hora que te retires, halmeoni. —Al oír eso, la mujer se despidió deprisa saliendo despavorida de aquella casa. Rogando por el alma de la chica.

La ingenua chica que caminaba con tranquilidad en el bosque.

Había mentido a los criados en salir a visitar a una vecina, solo quería tomar aire por un momento y pensar a solas sobre los sucesos de los últimos días. Necesitaba un respiro y Jungkook se negaba en dejarla salir a pasear al bosque. Desde aquella vergonzosa noche su comportamiento ha sido irritable y extraño. No consiente que vaya lejos de casa, ni que duerman juntos en la misma habitación, mucho menos que ella lo atienda cuando cae gravemente enfermo.

Y eso le esta molestando. Ha tratado de hablar con él pero de una u otra forma la evade, volviéndose difícil el poder dialogar. —Tsk, deja de evitarme, tonto. —Hablo sola al sentirse abrumada por no poder hacer nada para arreglar las cosas con su marido. Agacho su cabeza y con mejillas sonrojadas acepta que extraña los días donde pasaban hablando en susurros de distintas cosas a solas en la habitación de ambos; cosa que ahora no era posible por la distancia que ha puesto en contra de su voluntad. Suspiro e hizo mover su cabeza de un lado a otro como un intento de sacar los pensamientos dentro de su cabeza que le traían tristeza.

Prefiero enfocarse en pensar en la bonita vista que la esperaba en la cima de la roca. Levantó su cabeza y vio que le faltaba poco para llegar, pero algo más llamó su atención al escuchar un crujido de hojas cerca de ella. Y vio una cola un poco oscura, delgada y de pelaje pegado. Algo le parecía familiar en aquella cola que se alejaba, adentrándose en los espesos arbustos y fue al escuchar un fino maullido que se mostró incrédula. —No, no puede ser cierto, estoy...alucinando. —Su frente sudaba frío y había perdido color en su rostro.

No fue cuando volvió a escuchar el "miau", que salió desesperada tras ese sonido. Corrió y sintió que regresó hace siete años atrás cuando oyó en medio de la noche a aquel animal. No sabe cuánto se adentrará al bosque ni como regresara, eso no es lo que le importa ahora. Lo único que quiere es alcanzar al gato que está frente a ella que corre adentrándose más y más a las zonas boscosas del bosque.

Lisa, no había prestado atención al escenario alrededor de ella. Niebla espesa, árboles resecos hasta el punto de volverse polvo con un toque y el camino inclinado de piedras resbalosas, la iluminación casi nula del sol, teniendo apariencia de noche. Parecía ser que era otro bosque en vez del que ya conocía. Pero tampoco aquel ambiente siniestro importaba; por lo que solo se detuvo cuando ya no vio más al gato moverse. Estaba cansada, no sabe cuanto es lo que ha corrido pero parecía ser un infinito camino.

Jadeo de cansancio y esta vez si reparo donde se hallaba, parecía una especie de pantano y frente a ella una pared de algo verde y húmedo que le recordaba a las algas. Lo levantó cuando vio la cola del mínimo y al entrar pudo ver de nuevo el lago. Era el mismo lago donde ella creyó que aquel gato se ahogaba, el mismo gato de brillantes ojos amarillos frente a ella que le maullo al verla a los orbes.

Lisa se mostró sorprendida al ver como aquel gato empezó a dar alaridos de dolor mientras su cuerpo se contorsionaba estirando y desgarrando la piel cambiando poco a poco de tamaño. Estaba tan asustada que comenzó a caminar de espaldas siendo traicionada por su piernas que flaquearon cayendo sentada, viendo con horror como el pequeño animal se volvía en un hombre que se ponía  de pie al estar por completo transformado  le miró animado de forma inofensiva. —Es bueno verte, niña.

Ella comenzó a llorar y cuando vio que se estaba acercando a ella a paso lento, le gritó. —¡Aléjate de mí! —Trato de ponerse en pie pero estaba muy nerviosa que volvía a caer. Comenzando a llorar desesperada por el temor que la tenía cautiva en aquel momento, pareciendo una niña de doce años, abrazandosus piernas desesperada por protección.

—Tranquila, niña, no te haré nada. —Dijo, poniéndose de cuclillas extendiendo su mano a ella, mientras Lisa abrazaba aún sus piernas. —Ven, te mostraré cómo volver a casa, ¿quieres volver con los tuyos, verdad? —Fue cuando dijo eso que sollozando levantó sus ojos mirando a un hombre mayor de edad, suponiendo que en su otro mundo tiene la misma edad que halmeoi. Le sonreía dulce y sin malicia en sus ojos. —¿Cómo..cómo puedo estar segura que no me harás daño? -Ella vio la escalofriante sonrisa de dientes torcidos del anciano.

—Porque ya lo hice, niña, no necesito volver hacerlo. Ahora ven, te diré cómo salir de aquí. —Extendió el viejo más su mano pero ella se negó a tomarla. Proponiendo la chica con autoridad, lo siguiente. — No confío en ti. Sea lo que tengas que decirme dilo aquí. —Enrollando más sus brazos alrededor de sus piernas negándose a levantarse. El anciano enserio su rostro pero disgustado acepto, bajando su mano. —Bien. Escucha con atención, niña.

Lisa asintió mientras tenía la sensación de lágrimas secas en su rostro. —Escucho. —Fue lo único que pronunció, dejando que el viejo dijera lo que tenía que decir. —El lago que ves ahí. —Señaló con uno de sus dedos con uña larga de color amarilla de sus manos de piel arrugada, atras donde se encontraba el lago. —Esa es tu salida. Solo debes de sumergirte en él y volverás a casa.

Ella no podía creer lo que escuchaba. Todos estos años tuvo de cerca su salida de este mundo y era una acción tan sencilla de realizar, solo debía lanzarse dentro del lago y volvería. Sentía felicidad en su pecho, pero esta se esfumo cuando escucho la risa del anciano. —Oh, pequeña. Pero para volver debes esperar el momento indicado.

—¿Cuándo es ese momento? —Lisa, pudo ver al señor ponerse de pie acercándose poco a poco a las sombras sin dejar de sonreírle. —Lo sabrás y yo estaré aquí esperando. — Desapareciendo en la oscuridad.

Dejando a Lisa con la inquietud de cuánto tiempo faltaba para regresar a casa.

A las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora