La Caída De Una Noche Eterna [Yoonmin]

𖠁Capítulo 9𖠁

El día consume las horas como si de una esponja se tratase, o al menos así lo sentía Jimin. No habia tardado mucho tiempo en oscurecer, sentía como si el tiempo hubiese volado más rápido que sus pensamientos. Así que ahí estaban ahora, en la oscuridad de las siete conduciendo rumbo al sector de oficinas donde la señora Jung solía trabajar.

Yoongi estaba a su lado en completo silencio, desde hace rato que no decía nada y eso solo le ponía algo ansioso. El estrés de todo el caso comenzaba a acumularse en su cabeza, llenándole de ideas y múltiples alucinaciones terroríficas que sonaban tick tack en su cabeza, apresurando sus pasos, su tiempo, tiempo que no sabía si contaban.

Por ello que el auto en silencio en los comienzos de la noche le causaba tanta ansiedad.

—Llegamos —Yoongi asintió mas no dijo nada, solo salió del auto y le siguió los pasos hasta entrar al edificio de apenas siete pisos. Una vez en recepción en la planta baja, habia un pequeño muchacho que les atendió tímidamente.

—Buenas noches, ¿A dónde se dirigen? —el edificio albergaba tres diferentes compañías pequeñas en sus pisos, así que si no pasabas con gafete de identificación tenías que dar un motivo y te harían pasar. En este caso, Jimin si tenía identificación, así que no dudó en mostrar su reluciente placa a los ojos del joven.

—Policía, venimos al piso cuatro —el chico asintió intimidado al ver el cargo que cargaba aquel adulto, además que ambos soltaban un aura imponente y seria; él hacía querer encogerse en su lugar.

—Adelante —les entregó un par de accesos de invitado. Se despidieron cortamente y se encaminaron a los identificadores para pasar. Una vez en el elevador, se dieron cuenta que este no servía. Portaba un letrero grande de color amarillo que decía "FUERA DE SERVICIO" así que no les quedó de otra más que bufar con molestia y alejarse de ahí rumbo a las escaleras.

—Como si el día hubiera estado tan lindo como para gastar mis energías —el ceño fruncido de Min causo cierto desconcierto en el oficial, ya que se veía genuinamente molesto con el elevador. Sus pasos por las escaleras resonaban con fuerza, lo cual le dejaba aún más confundido.

Sabía que no habia sido en específico un día perfecto, ni para el caso ni para lo que consternaba en sus vidas personales, pero no se veía juguetón ni muy serio como horas atrás, y realmente no sabía que era lo que le habia hecho cambiar tan repentinamente su humor en ese lapso de tiempo, pero tampoco era como si quisiera averiguarlo. Mas bien no tenía tiempo, bueno, tampoco quería.

Llegaron al cuarto piso con las respiraciones algo agitadas, pero no tomaron importancia a esto y solo siguieron su andar hacia la oficina del jefe del lugar, más bien jefa. Tocaron la puerta sin tanta fuerza, y solo bastaron un par de toque con los nudillos de Jimin para ser medianamente abierta por una mujer que parecía de mediana edad, aunque solo le podían ver con claridad la mitad del rostro, con una mirada que rápidamente podía transmitir su preocupación y resentimiento—. Buenas noches, soy el oficial Park Jimin y él es Min Yoongi —señaló al, mayor, que se mantenía quieto a su lado—, nos gustaría poder hacerle un par de preguntas —la señora asintió y abrió por completo la puerta.

La mirada de todos los empleados a sus espaldas no causaba efecto alguno en los oficiales, pero la señora parecía estar en una especia de pánico a que sus empleados la observaran fuera de la oficina; esto levanto alertas en Min y Park.

—Disculpen el desorden, hemos tenido mucho trabajo —pese a sus palabras el lugar parecía estar completamente limpio, casi chillante de lo pulido y con un aroma a manzana y canela que podían adivinar era aromatizante y limpiadores combinados.

—No se preocupe.

—Ustedes vienen por Chaeyeon, ¿no es así? —los hombres se pusieron de pie frente al gran escritorio, sin decir nada al verla tomar asiento en su cómoda silla detrás del escritorio de vidrio. Pero a los segundos, Jimin asintió—. Salió en las noticias, aun no creo que esto esté pasando —la mirada de la mujer ahora se veía genuinamente triste, hasta dolida.