Cap 5 // Negación

14 0 0
                                    

Lacy está sentada a mí lado, en el borde de la cama.
Parpadeo lentamente, pero sigo viéndola.
Volver a mirarla me hace sentir extraña.
No sé si me gusta o no.
Lacy sigue sentada, no se mueve.
Esta cantando una especie de canción, mientras mueve los pies.
Sin dejar de tararear veo como se acerca, con un cigarro en la mano.
Se agacha frente a mí.
No me puedo mover.
Lacy sonríe, y su cara se transforma completamente. Tiene los ojos inyectados en sangre, y todo el maquillaje desparramado.
Agarra su cigarrillo con dos dedos y lo cierne sobre mi mejilla.
Apreta con fuerza mientras que canta más alto.
La colilla me abraza la piel y grito con todas mis fuerzas.
Ahí me despierto.
Cierro los ojos con fuerza, y me clavo las uñas en los muslos.
No es real.
Lo que más me duele es saberlo tan bien.
Intento tranquilizarme y tomo aire.
Dentro, fuera, dentro, fuera...
Sigo el patrón que el aire recorre dentro de mi, como ganchillo.
Levantó un poco las mantas y miro a mí mesilla de mano.
Expiro con paciencia y me giro de manera brusca hacia donde Lacy se encontraba.
No hay nada.
La tensión de mi espalda se libera, permitiéndome estirar los brazos.
Hacía tiempo que no tenía una pesadilla tan nítida.
-¿Están bien Cass?- Nora aparece agarrada a la manilla de mi puerta, con cara de preocupada. Lleva una bata rosa con corazones azules, la cual es tan chillona que me hace entrecerrar los ojos.
Ladeo la cabeza y fuerzo una sonrisa.
Asiento mientras bostezo.
Nora empuja suavemente la puerta y entra de puntillas a la habitación.
Vuelvo a acostarme y me pego al costado izquierdo del colchón.
Nora se acerca con rapidez, haciendo crujir el suelo ligeramente, y se mete en la cama a mí lado.
Gira la cabeza y me mira a los ojos con el ceño fruncido.
Tiene cara de sueño. Bajo sus grandes y azules ojos de búho se pueden percibir unas pálidas ojeras.
Le quitó un grueso mechón de largo pelo rubio de la cara; al rozarle le hace cosquillas y arruga la nariz.
-¿Sabes? Son las siete y media.
-Susurra. Resoplo silenciosamente.
-Lo siento, vuélvete a dormir.
-Le planto un beso en la frente y Nora se vuelve a girar, de modo que me da la espalda.
La abrazo y le acaricio el pelo con delicadeza.
Noto como poco a poco su respiración se va haciendo más y más calmada.
Me preocupa que le pueda afectar todo esto.
No quiero que Nora tenga que sentir un ápice de miedo por lo que me está pasando.
Es tan pequeña, tan niña...
Ella murmura entre sueños y me incorporo con cuidado para no volver a despertarla.
Me pongo las zapatillas y muy despacio salgo de mi habitación; ya que sé que no podré volver a dormir.
Aún no nos hemos mudado.
La absurda confianza que mis padres le tienen a este pueblo me repugna.
Ayer la policía les llamo para informales de que tienen al último sospechoso acerca de el asesinato de Lacy.
Obviamente, ellos también creen que este crimen está relacionado con los otros dos asesinatos anteriores.
A mí, sinceramente ya me da bastante igual.
Me voy acercando al baño sin hacer ruido.
Cuando llego, cierro la puerta echando el cerrojo.
El calendario de princesas encima del espejo del baño me muestra que ya estamos a 15 de diciembre, sábado.
A Lacy la mataron el 18 de septiembre.
No dejaron hacer su funeral hasta el 30 de octubre.
Las autoridades necesitaban el cuerpo para múltiples e interminables autopsias y pruebas, que no solucionaban nada.
Yo no pude ir a su funeral.
Me quedé en la puerta de la iglesia, incapaz de poder despedirme así.
Lacy era atea.
Me senté en un banco, llorando, a esperar que la gente saliese del convento y se fuesen camino al cementerio.
Una vez más, allí tampoco pude pasar.
Cuando todo se terminó y la gente volvió a salir de esa zona, le di un fuerte abrazo a Rob.
Todo fue una mierda.
Todo sigue siendo una mierda.
Mi madre esta preocupada, al igual que Oliver.
Termino de hacer pis, y presto atención a mi reflejo.
Se notaba que había adelgazado alarmantemente, mi pelo estaba sucio y enredado, y no me había desmaquillado.
Pero lo que captó mi atención fue una marca perfectamente redonda, en mi mejilla derecha.
La rozo sutilmente con la punta de los dedos y sentir que, evidentemente, me escocía, me puso los pelos de punta.
Sin cepillarme el cabello, salí del baño y baje al salón.
Mi madre y Oliver no están, me sorprende que me hayan dejando sola con Nora.
Bajando las escaleras una pequeña sombra negra me sobresalta.
Por suerte es Bean; mi perro.
Con la mano en el pecho me agacho para acariciarle con cariño.
Mientras camino por mi casa el me sigue, tropezando con mis piernas cada vez que me paro.
Me tumbo en el sofá, mirando fijamente al techo.
Aparentemente me volví a quedar dormida, porque despierto escuchando los ladridos de Bean.
Alguien está llamando al timbre.

El silencio de la lluvia {P1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora