CAPÍTULO 3

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(NARRA NINA)

Lo primero que hice al llegar a casa tras haber puesto fin a los días en este mundo de Fernando fue telefonear a este varias veces, dejando que transcurriera una hora entre llamada y llamada, para disimular. Luego entré en mi página imposible de rastrear y, acto seguido, marqué el número de mi amado becario, Pedro Fernández, un atractivo joven de buen cuerpo moreno de ojos color avellana.

- Dime. -Me animó él a hablar tras unos minutos de silencio. Debía parecer afectada.

- Es... Es Fernando. Me estaba viendo con él con el fin de grabarlo confesando lo de su novia. Hoy lo he llamado más de una vez sin obtener respuesta, esto me hizo ponerme en lo peor. Hace poco he entrado en la página de la salvadora y... -Dejo escapar de mis labios un gemido- Y ahi estaba él, su confesión junto a las fotos. Es... Es horrible. No merecía eso, merecía ir a prisión no ese... Ese calvario.

- Nadie merece eso. -Afirmó con voz seria y con cierta dureza.- Quien quiera que esté detrás de esa página merece pasar el resto de su vida entre rejas.

- Estoy de acuerdo. -Le di la razón.- Ahora... Ahora debo dejarte. -Colgué sin esperar respuesta.

A los pocos minutos un número desconocido me llamó.

- Esto... ¿Diga? ¿Con quién hablo? -Pregunté tras descolgar.

- Mi nombre no lo diré de momento. -Contestó una voz grave entre risas.- Yo fui la mujer a la que la sin útero de Mónica eligió para llevar dentro al bebé que sería su hijo o hija.

- Bien. -Respondí.

- Esa maldita no sabía que su marido y yo tuvimos algo en el pasado, antes de que la conociera a ella. Eso fue debido a que, cuando conocí al hombre que te dio la vida, yo tenía pareja, un hombre al que hacía tiempo había dejado de amar. Actualmente seguimos juntos, no me siento con fuerzas para dejarlo. Me ofrecí como vientre de alquiler para hacer un favor al hombre al que tanto había amado, a ese que me dejó por mis celos enfermizos.

- Entonces... A ver si lo he entendido. Mi padre fue tu amante un tiempo, te dejó por celosa y tú quisiste compensar dándole un retoño.

-Correcto. -Confirmó.

- En cuanto a tu pareja creo que debes acabar con él si no lo amas.

- No. -Se negó - Me gusta tenerlo a mis pies.

- Entiendo. -Repliqué con la vista fija en una foto familiar.

- Imagino qué te estarás preguntando por qué te he llamado. Bien: Pronto lo sabrás. Tendrás noticias mías.

- Bien.

- Bien. -Tras decir aquello puso fin a la conversación.

A la semana alguien dejó un papel en mi puerta. Era de mi progenitora, me iba a hacer ayudarla a matar, sospechaba que yo era la salvadora de la humanidad. Me dijo que en breve tendría encargo.

Me quedé de piedra al leer la firma, se trataba de la justiciera, la cual iba contra inocentes también. Para ella era una diversión matar, a diferencia de mi que lo hacía para librar a la humanidad de indeseables.

Salí para que me diera el aire, lo necesitaba.

Transcurridos unos meses alguien dejó un sobre en mi puerta. La muy desgraciada había secuestrado a mi padre y a mi amor, los iba a matar y me pedía colaborar. Afirmaba que si me negaba sus hombres acabarían conmigo.

- Mis hombres irán a por ti en unos días. -Me hizo saber al final de la nota.

En el sobre también había una foto. Al verla casi me desmayo. Era Pedro, aquella maldita psicópata le había amputado una pierna.

Cuando sus aliados se presentaron en mi casa no opuse resistencia, esperaba poder evitar que ella los asesinara, aunque lo tenía difícil.

Una vez llegamos ella me mostró una serie de instrumentos de tortura. Iba a empezar por Pedro.

- A Pedro yo y a tu padre lo matas tú. -Me aclaró riendo.- Bien, dame ideas. Tú dirás cómo quieres que sea su muerte.

- Merece morir rápido. -Las lágrimas brotaban de mis ojos, no quería hacer aquello.

- Eso no es divertido, querida. -Contestó arqueando una ceja.- Quiero algo como lo de tu maldita página. Una VERDADERA tortura china.

- No es lo que merece, y esa página de la que hablas no es mía. -Me giré para mirar a mi pareja, por su mirada deduje que estaba meditando sobre a quién creer.

- Pedro, por favor... No soy la de la página. -Afirmé mostrándome dolida por lo ocurrido. En cierto modo era real ya que a Alejandra no la había liquidado yo, a mi parecer no lo merecía.

- Te creo. -Dijo al fin, suspiré aliviada.

- En fin... Se acabó. -Apagó un cigarro en su mano derecha antes de proseguir- Dime qué instrumentos debo usar.

Contemplé el material temblando, para asegurar que no era una pesadilla me pellizqué el brazo. Para mi desgracia era muy real.

-Cuando quieras. -Me animó ella mirándome con una sonrisa maliciosa dibujada en su bello rostro.

- Esto... Yo... Es que... No lo merece.

- ¿Y?

- Bien... Lo haré. -Accedí.

- Bien. -Me dio un beso en la frente feliz- Pensándolo mejor matarás tú a los dos.

- Esto... Vale. -Tragué saliva angustiada, no deseaba hacerlo.

Seguía meditando acerca de qué hacer cuando mi madre biológica, de nombre Nuria Pétrova, anunció un cambio de planes.

Sus secuaces trajeron a varios de mis compañeros, los miré pensando en lo que tendría en mente.

ENAMORADO DE UNA PSICÓPATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora