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Ok, estaba nervioso. No me había percatado del hecho de que había sacado a pasear a Fortachón tal y como había estado en el departamento mirando la serie durante todo el día, eso quiere decir que estaba vestido como un pordiosero. Ni siquiera me había peinado. Cuando nos sentamos, acomodé lo más que pude mis cabellos con mis dedos intentando ser casual. Por supuesto, seguramente me habré visto como un loquito maniático.

Luca realmente parecía salido de una revista. Tenía su cabello ondulado perfecto, y su camisa beige suelta quedaba ideal con el pantalón marrón oscuro que llevaba puesto. Ambos nos mirábamos como sin querer hacerlo, pero sabíamos que habíamos sacado cero en disimular. Su sonrisa, cada vez que cruzábamos miradas, era alusinantemente encantadora. Rey seguía durmiendo entre mis brazos y Fortachón estaba del lado de Luca atado a la pata de su asiento.

-Estoy sorprendido de cómo se quedó Rey contigo. No suele hacer eso con nadie. Cada vez que tiene sueño, se pone fastidioso y pide estar conmigo.

-A decir verdad, ya nada me sorprende. Tendrías que haberlo visto a Fortachón correr como una bala por toda la plaza hasta llegar a ustedes. Parecía que conocía el camino de memoria.

-Los perros tienen un sexto sentido que los humanos no entendemos ni vamos a ser capaces de entender jamás.

-Eso es exactamente lo que pensé yo hace un rato.

Nuevamente, nos quedemos mirándonos como intentando descifrar el universo del otro. Hasta su silencio me era cómodo. Me pregunté cuánto tiempo hacía que no me pasaba eso con otra persona, cuánto hacía que no me permitía sentir.

Una camarera nos dejó la carta, pero antes de que se fuera, Luca la llamó y pidió por él y por mí.

-¿No eres intolerante a la lactosa, alérgico a algo ni nada por el estilo, no? -me preguntó y yo negué con la cabeza-. Ok, entonces te pido dos chocolatadas calientes con extra chocolate, una porción de budín de vainilla con nuez y un alfajor extra grande de maicena.

La chica anotó todo en una libreta, nos ofreció agua para nuestros cachorros y, luego, nos informó que ya salía nuestro pedido.

-Te aseguro que nunca en tu vida probaste una chocolatada como la de este lugar. Es como una maldita obra maestra.

Yo solo lo miré mientras hablaba y noté que sus palabras salían seguras y cargadas de emoción. ¿Cómo carajos me había llevado Fortachón hasta él?

-¿No tienes recuerdo alguno de conocer a Fortachón de antemano? Te lo pregunto de nuevo porque en verdad estoy sorprendido de que haya corrido hasta ti.

-No, no. Para nada. Estoy segurísimo de que me acordaría de él si lo hubiese visto alguna vez. ¿Cuántos años tiene? Rey acaba de cumplir los cuatro añitos.

-Hey, felices cuatro años, pequeñín -le dije casi en un susurro a la bola de pelos que tenía sobre mis piernas para que no se despertara-. Me dijo el veterinario que Fortachón anda alrededor de los dos años.

-¿Hace poco que son compañeros de vida?

"Compañeros de vida", qué frase tan hermosa para definir la relación de una mascota con su dueño.

-Lleva en mi vida unos cuantos días, pero siento que lo conozco desde siempre. Cuando me mudé, lo primero que hice fue ir a la perrera a buscar a mi nuevo compañero de departamento, y ahí lo encontré (o me encontró).

—Yo creo que estas cositas están destinadas a encontrarnos para salvarnos la vida —dijo Luca, mientras le acariciaba la cabeza a Fortachón—. Su amor es realmente incondicional, es como si vivieran únicamente para nosotros. Si estamos fuera, mucho o poco tiempo, al volver nos reciben como si su felicidad estuviera completa, como si su razón de ser acabara de entrar por la puerta.

Joel y Fortachón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora