Capítulo 3

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Cuando el profesor pulsó la pantalla de su tableta el cronómetro se inició, el hombre estaba un poco resfriado por lo que se paseaba detrás de los taburetes circulando y observando sin mucho interés el trabajo que estábamos realizando. De fondo para deshacerse del incómodo silencio siempre prendía un reproductor de música que traía y ponía sonidos extraños ya que, según él resultaban estimulantes para la creatividad. Yo dudaba de que entre algunos de nosotros se encontrara el próximo Vincent van Gogh. Todos allí frente a los cuadros blancos y el acrílico estábamos sentados por el simple hecho de obtener algún beneficio académico.

Sin embargo, el único que lucía cómodo con la interpretación de su papel era Luka. Estaba sentando en un banco, en medio del círculo formado a su alrededor, miraba hacia el techo como si allí se hallara algo interesante. No voy a mentir, era fácil distraerse cuando el modelo que tenías que dibujar tenía la facultad de poner tus manos inquietas sobre el pincel. Él no se movía y aquello lo volvía más aterrador, parecía una estatua pacífica entre escombros a sus costados.

El conjunto blanco que lucía lo hacía ver más deslumbrante, debajo de la ropa parecía no haber nada, como una especie de fantasma aterrizaba de vez en cuando en esa aburrida sala para codearse con los plebeyos. Que él se comportara de esa forma tan prepotente no era nada de lo que sorprenderse. Al llegar saludaba a todos mirando a la pared y luego se acomodaba y dirigía la vista hacia la ventana o el techo. Nadie parecía estar disgustado por eso. Volví a sentir rechazo hacia él, pero también comencé a percibir que yo había cambiado. Bajo mis movimientos podría darle una figura hermosa o una fachada subnormal, podía dibujarlo como si fuera un ogro o ser sincero.

Aún no estaba listo para decorar el papel y lanzar lo que realmente pensaba, el profesor nos había dicho que lo primero que veíamos y que se disparaba hacia nuestra imaginación era lo que debíamos tomar para crear un retrato único. No era tan fácil como él decía. En mi desconocimiento intenté dibujar sus extremidades, cuando termine de delinear su rostro de perfil noté que la estructura rígida del boceto no coincidía con el humano que flotaba en medio de la sala. Y a pesar de que teniendo una expresión artística tan mediocre como aquella no obtendría una nota superior en la clase, no me esforcé en cambiar mi punto de vista. A Luka no le importaría. él siquiera había volteado a verme una sola vez.

Al pasar treinta minutos tenía casi todo el trabajo hecho, aunque me falta dar unos últimos retoques. La mayoría de mis compañeros seguían en lo suyo y el profesor estaba afuera hablando con alguien por teléfono. De forma distraída miré como la chica de los ojos azules se ataba el pelo, luego acercando el papel descartable hacia sus dedos manchados se paró y tomó dos baldes llenos de pintura roja que tenía ocultos bajo sus piernas. En aquel momento, mi lengua se enredó. ¿Qué planeaba hacer justo ahora? Una excitación repentina me dejó observando sus movimientos, sus amigas sentadas en sus lugares la miraban con atención.

¿Cuál sería su víctima? ¿Qué chiste tiene hacer eso cuando ya no era una niña? ¿Me lanzaría a mí los cubos por dormir cerca de ellas? Contuve el aliento y vi como movía lentamente el caballete para pasar en medio. Luego, como una premisa por cumplirse entendí lo que sucedía, iba directo para adornar al chico guapo del medio como si fuera la cereza del pastel. Por un momento, me retuve en el asiento, sería maravilloso ver a un ser tan superior ser avergonzado en público. Sin embargo, el pensamiento de que mi madre pudiera estar escuchando lo que pensaba o viendo las acciones que cometía desde el más allá me dejaban una sensación amarga. Tal vez ayudarlo esta vez no sería una mala idea.

Cuando percibí la frialdad de la punta en mi nariz, entendí lo que había hecho. Primero, percibí como mis compañeros no me quitaban los ojos de encima y al profesor entrando con la ceja enarcada. La chica de los ojos azules abrió la boca formando un pozo oscuro, sus ojos claros podrían parecer bonitos pero eran tan intimidantes como los del diablo. Luego, un grito colmado de enojo me escupió de frente.

No quiero "que seas" Esteban x LukaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora