Capítulo 5

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Fue durante ese fin de semana cuando la boda del padre de Dixon tocó nuestra puerta. Por aquellos días, el ambiente universitario se encontraba apagado y silencioso, Dixon parecía retraído y lo único que mencionaba sobre esa noche era mi oportunidad de conseguir más trabajo en el futuro y el miedo que tenía de que su padre invitara a aquella profesora de música que tanto lo despreciaba.

En cuanto me quise dar cuenta ya eran las ocho de aquel día, aún esperaba a Emilia en el patio de la casa de mi tía, mientras discutían dentro porque ella no había asistido a las clases de manejo que su madre le había pagado. Emilia se excusaba continuamente en voz alta diciendo que no perdería el tiempo siendo el chofer de nadie. Su voz prepotente se oía en toda la cuadra y lograba que una que otra anciana asomara la cabeza para ver qué pasaba.

El drama en la casa de Emilia era incesante, continuaba incluso cuando ella no se metía en problemas y era aún mayor cuando hacía una estupidez. Ese día la rutina fue la misma, pero con la diferencia de que ella iba vestida de negro con el traje que mi tía había usado para el funeral de nuestro abuelo. Parecía aún más egocéntrica de lo que era, incluso el amplio corte del pantalón le daba más altura.

La miré resignado, no podía negar que delante de ella podría verme menos apropiado porque yo no había heredado la altura ni el carisma de mi padre.

—¡Hey! ¿Qué hace un tipo tan apuesto en medio del jardín?—exclamó y chocó su mano con la mía dándome un pequeño abrazo.

—No lo sé, pero parece que vos te cansarás de sostener todas las miradas—afirmé y ella me dio un codazo cubriendose la cara. A veces, sin explicación era tímida y a mí me encantaba incomodarla dándole falsos elogios.

—Mi pequeño primo, siempre un paso delante de mí—me dijo, tomándome de los hombros, luego se subió a su motocicleta y me tiró el casco que llevaba detrás de la espalda.

—¿La tía no odia que uses a su hija?—le pregunté arrastrando mi trasero hacia la funda.

—Le prometí que la lavaría —dijo lanzando un suspiro. En el momento en que arrancó me aferré al asiento.

Al ver la reluciente fachada del salón, percibí que me había vuelto un poco más codicioso. Una letras gigantes encima de la puerta de entrada, deletreaban la palabra "Forget" en una caligrafía elegante, la luz parpadeante por los extremos de las paredes le daban al contorno del recinto una forma cuadrada y moderna. Desde el pasillo, en una pequeña cabina, aceptaban las invitaciones y dos hombres vestidos de esmoquin dirigían a las personas hacia dentro. Emilia y yo estuvimos encima de la motocicleta a una corta distancia sin apartar la mirada de las damas que vestían largos atuendos y felpudos adornos de abrigo.

Los ojos alargados por el maquillaje y los labios rojos de todas ellas podían hacer que uno descendiera a los pies de la que quisiese tener un hombre cerca. Me encontré concentrado en las largas piernas y las despampanantes figuras de un par de señoritas que cruzaban de un lado a otro. Sin embargo, volví a sentirme avergonzado. Un pálpito angustiado creció en mi pecho. ¿Por qué me importaba tanto no ser parte de ellos? ¿Qué tenía mi personalidad que se dirigía como un imán a aquel mundo? ¿Acaso era tan codicioso como para horrorizarme de mi condición social?

—Tranquilo, si me necesitas solo me pegas un grito ¿sí? Voy a estar en el patio esperando a que termines tu turno—Emilia me miró lanzando una risita. Estaba tan nerviosa que había comenzado a frotarse la coronilla de la cabeza de forma inconsciente.

Arriba de nuestras cabezas la luna se encontraba envuelta por un par de nubes. No parecía un clima para estar de fiesta aunque la actitud de los invitados pareciera bastante animada. La dejé para ingresar por la puerta trasera, ella se quedó arriba de la motocicleta. Parecía que aquel espectáculo frente a nosotros nos había dejado en el suelo, como si fuéramos boxeadores en medio de una paliza.

No quiero "que seas" Esteban x LukaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora