°•Capítulo-9•°

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Me encontraba sentada en mi casa, sentada sobre el sofá con una bolsa de palomitas, la tele en pausa y Amy al teléfono.
–Es una putada tía–dijo cuando le conté las palabras de Thoni–¿en serio no vas a ir?
–Que va, no quiero verlo, es un pesado. Diré que estoy enferma o que sé yo.
–No puedes hacer eso.
–¿Por qué creo que intentas convenserme?
–Tía ¿qué acaso no ves como te mira?
–Si, con sonrisas estúpidas como si le diera gracia.
–Piensa lo que quieras.
–¿Cómo te ha ido a tí? En tu cita–intenté cambiar de tema.
–Bien, Matt es un buen tío–^A diferencia de su amigo^ pensé–Sabes que tiene 24 años.
–Pensé que era más joven, 21 o algo así.
–Pues no, y su amigo ¿cómo se llamaba?
–Thoni–respondí mientras me  metía un puñado de palomitas en la boca.
–Anjá, tiene 22.
–¿Y por qué me lo dices a mi?
–Finge Emma, sé que querías saberlo.
–¿Y qué si quería?
–Tía estás de muy mala leche.
–Si, pues mejor me voy a dormir.
–Vale, descansa, mañana paso a por ti.
–Vale–y colgé.
No me fui a mi cama; sino que termine de ver la peli-bueno no la terminé del todo, porque como era previsto: me quedé dormida.
Me desperté cuando papá hizo un ruido con las ollas. Me levanté del sofá, estrujé los ojos y lo ví en la cocina.
–¿Puedo saber porqué no he amanecido en mi cama?
–Y me lo preguntas a mi–lo miré cómica–cuando llegué ya estabas allí.
–¿Y dónde pasaste la noche?
–Eso no se pregunta–me señaló con la sartén–pequeña chivata. ¿Qué hiciste anoche?
–Estaba viendo una peli y deduzco que me quedé dormida en el...
–Sofá, sí, pude darme cuenta.
–¿Qué hora es?–pregunté en un bostezo.
–Ocho y... veinticinco. ¿A qué hora es tu primera clase?
–A las diez–me rasqué el cabello dudando–creo que Amy vendrá a por mi.
–Ve a arreglarte, te prepararé el desayuno.
Me levanté del sofá y me di cuenta que no había ni rastro de las palomitas-supongo que las había recogido- Me duché y me alizé el cabello, me puse unos pantalones ajustados y una blusa que dejaba al descubierto parte de mi barriga, me coloqué las zapatillas y bajé a desayunar. Papá había puesto unos sándwiches y nuestras tazas de leche sobre la mesa. Me senté y bebí un poco, mi padre se sentó a mi lado. Tenía el rostro cansado y se le notaban las pupilas caídas. Trabajaba todas las mañanas y algunas tardes en un taller de mecánica; en el centro de la ciudad. Era un trabajo que nos había venido muy bien desde lo de mi madre, prácticamente vivíamos gracias a ello.
Ya estaba terminando mi desayuno y mi móvil comenzó a sonar.
–¿Qué pasa?–respondí.
–Estamos fuera de tu casa.
–¿Están?
–Ames ha venido conmigo.
–Estoy afuera en cinco–colgué, agarré mi mochila, me acerqué a papá y le dí un beso en la mejilla–te veo en la tarde.
–Hoy estaré a las 5, recuerda que terminó mi turno temprano, cuídate en el cole.
–Tú también, te quiero.
Cerré la puerta tras de mí y me acerqué al coche de Ames; quien me abrazó apenas llegué.
–Chicos mejor busquen un motel–bufó Amy.
–Alguien se ha levantado de mal humor–dijo Ames y solté una carcajada.
–¿Que te pasa tía?–pregunté.
–Te cuento en el cole–Ames se volteó.
–Eso es que no quiere que me entere–me guiñó un ojo.
–Na no creo–dije y lo impulsé para que arrancara.
El camino fue largo y silencioso; y no exagero al decir que fue uno de los viajes más raros que he vivido; tanto que opté por ponerme los auriculares. Al minuto Amy tocó mi hombro:
–Tía hemos llegado–dijo y me coloqué mi mochila al hombro.
Cuando estábamos lo suficientemente lejos de Ames la tomé por el brazo.
–¿Se puede saber que te pasa?
–Matt ha cancelado nuestra cita de hoy.
–¿Por eso has montado ese rollo?–dejó de caminar.
–Temo que no quiera verme después de lo que hicimos.
–¿¡Ya habéis follado!?
–Tía, ¿qué pasa? Que aquí la que no follas eres tú.
–Tampoco lo digas así–me miró y arqueó una ceja, Argh odiaba cuando la gente hacía eso–vale, solo me sorprendió un poquito.
–Si conocieras cada parte que de él que he visto no te sorprendieras.
–Argh–hice una mueca de asco y me empujó con el codo–venga que tenemos mates.
–¿Tenemos que entrar?–asentí–¿hoy te vas a las 3 no?–volví a asentir.
–¿Tú no?
–No, debo quedarme a unos extraescolares–dijo con cara de pocos amigos.
–Oh–reí–Amy Down haciendo extraescolares–puse una mano en forma de una pistola y la señalé–¿quien eres y qué le hiciste a mi mejor amiga?–estalló a risas.
–Tampoco te creas, que me han obligado.
–Ya decía yo.
Entramos en clase y comenzamos con la misma rutina aburrida del día. La clase de mate fue un asco; no entendía mucho de ese tema y me jodía hacerlo. Hicimos un examen de Inglés en el que puedo decir que me fue mejor. Pero en el turno de deporte, que fue otra malita decisión, ya que no era muy buena en esa área; si acaso había corrido 10 kilómetros en mi vida. Amy al ser la capitana de deporte, me alentaba bastante en ello.
Luego de ese turno terminamos las clases por hoy. Me fuí dejando a Amy en el laboratorio para hacer sus extraescolares. No me iría a casa, no, apenas eran las tres y algo, así que decidí ir a un parque cerca de casa. Cuando estaba allí me senté en una banca que estaba bajo un árbol, saqué mis audífonos y los conecte a mi móvil, subí mis pies y los cruzé sobre la banca, puse mi mochila a un lado y empezé a tararear canción tras canción.
Ya cuando estaba dispuesta a irme, un ladrido hizo que me volteara y al hacerlo vi un precioso perro blanco y negro, de aquellos que parecen sacados de una películas...por mucho que intentaba acordarme no podía. Al perro se acercó un chico; con zapatillas y shorts deportivos. El chico se agachó y acarició la melena del perro...y al voltearse, sentí que realmente estaba flipando...era Thoni.
No me vió, bueno eso supongo, pero aún así seguí observándolo; le puso una cadena al perro y lo comenzó a pasear por el césped. De pronto el perro jaló la correa y Thoni se fue hacía alante en el impulso, y casi termina en el suelo. No pude evitar reprimir una carcajada, Thoni después de recomponerse se alejó con el canino y yo me fuí a casa.

Atardeceres a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora