ᴏᴊᴏs ᴄᴏʟᴏʀ ᴀᴢᴜʟ • [Izumi Miyamura]

Le gustas a...

Narrador omnisciente

Las clases iniciaron como normalmente. Hideko estaba prestando atención cuando un pequeño papel cayó en su mesa.

"Oyee, ¿quieres ir por un helado después de clases?"

Giró a los contados y notó como Toru la miraba. Asintió levemente, el hizo un ademán en forma de aprobación y volvieron a prestar atención.

—Hola, oye me preguntaba si quieres ir con nosotros por un helado después de clases —Hideko estaba parada con los brazos detrás de la espalda. Izumi la miraba con un pequeño sonrojo.

—Claro, pero ¿puedes acompañarme a mi casa antes? —los ojos grises de Hideko brillaron felizmente. Asintió rápidamente, cosa que provocó que Izumi riera.

—Deberías sonreír más seguido, me gusta tu sonrisa —los dos eran unos tómates por el sonrojo.

—Que linda casa —los dos azabache entraron a la casa.

—Gracias. Mira la verdad esque quería que vieras algo —la de orbes grises miraba con atención al joven frente a ella.

—Este gato lo encontré ayer afuera de la pastelería de mi familia y yo no puedo cuidarlo, osea sí puedo, pero no puedo ¿Entiendes? —los nervios del oji-azul eran más que obvios pues la mirada pesada y dominante de la azabache lo aterraba de cierta forma.

Una risa nasal salió de Hideko —Claro, entonces yo lo cuidaré, además le hara compañía a mi otro gato tostada —al oír eso Izumi suspiró aliviado. Le entregó al felino color negro, para después salir de la casa he ir a la de la azabache menor.

Una vez en la casa de la de orbes grises, entraron en ella y alimentaron al pequeño gato, lo presentaron con el mayor. Todo iba bien, risas, sonrojos de parte de Miyamura, coqueteos de parte de Hideko, hasta que recordaron su salida con Toru.

Llegaron corriendo y en algún punto de su maratón se habían tomado de las manos. Sí Ishikawa no lo menciona ellos no lo notan.

—¿Ya son novios? —Yuki pregunta mirando sus manos entrelazadas.

—¿Qué? ¡oh! —rápido separaron sus manos. La fría mirada de Hori era ignorada por Hideko, pero Izumi no podía ignorarla, así que se acercó a ella.

—Hori-san... ¿Te encuentras bien? —ella dirigió su mirada hacía el de orbes azules.

—Claro, ¿Por qué no lo estaría? —era muy obvio que estaba celosa, si algo Hori no hace bien es disimular sus celos. Para Hideko fué fácil ignorar aquellas acciones, pero para su amigo Miyamura no.

—Últimamente te he notado rara —Izumi trataba de ser lo menos grosero, puesto que creía que él había hecho algo mal.

—Estoy un poco estresada, es todo —dió una sonrisa y caminó hacia los demás. Miyamura decidió creerle he imitó su acción.

—¿Qué sabor de helado quieres? —Hideko se ofreció a pagar el helado de Izumi.

—Chocolate, me gusta el chocolate.

Hideko asintió con una sonrisa de lado. Después de comer el helado todos fueron a un parque a sentarse, Yuki y Hideko estaban en los Juegos de niños, toboganes, columpios, sube y baja, etc. Los tres miraban como ellas jugaban.

—Oye Miyamura —el nombrado miró a Toru.

—¿Qué pasa Ishikawa? —el de orbes morados se acercó y rodeó sus hombros.

—Dime Toru, ¿y te gusta Hideko? —Miyamura se tensó y tragó grueso.

—Pues... —rascó su mejilla con el dedo índice —, Es muy hermosa y es amable... Así que —suspiró —, Sí, sí me gusta.

—¡Lo sabía! —de un salto Toru se levantó y corrió en dirección a la de la azabache.

—¡Hideko! —Miyamura iba detrás de él tratando de evitar que él hablara, pues pensaba que sus sentimientos no serían correspondidos.

—¿Qué ocurre Toru? —detuvo su lado de el sube y baja dejando a Yoshikawa arriba.

—Le gustas a... —fué interrumpido por la mano de Miyamura, la cual cubrió su boca —, mhmggmhhbm —balbuceos eran emitidos por el de hebras moradas.

—Dice que le gustas a Miyamura —Yoshikawa soltó desde la parte de arriba, Miyamura se volvió un tomate, estaba más rojo que el cabello de Kirishima. Hideko por otro lado estaba más que feliz, el saber que Miyamura también gustaba de ella era la mejor noticia que podrían darle. Bajó con cuidado de no lastimar a Yoshikawa y corrió en dirección de el azabache, saltó hacía el colocando sus brazos al rededor de su cuello, él tardó un poco reaccionar pero aceptó gustoso su abrazo. Se separaron unos segundos después.

—Hay que hacer las cosas bien —la de hebras oscuras depositó un beso en la mejilla de él.