two.

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— Oh vamos, gatito. No te hagas el dormido.

Amon presionó los ojos ante la insistencia de la rubia. Era cierto que se había el dormido, pues no quería dar un paseo.

Ya llegaba dos semanas conviviendo con aquella chica, ¿por qué? No estaba seguro, pero algo en él hacia que no se quisiera ir.
Pero otra parte suya quería todo lo contrario, pues ella podía ser algo molesta para él a veces, y entre esas cosas estaban los paseos que ella daba por el bosque de vez en cuando a los cuales había agregado la compañía del muchacho.

— ¿Cuándo vas a dejar de llamarme gatito? —Abrió su ojo derecho y la miró, ella le sonreía amablemente.

— Uhm, no lo sé. Me gusta, además siempre estás en esa forma.

Se encogió de hombros alejándose y juntando sus manos tras la espalda, saliendo de la choza para su caminata. Y no pasó ni un minuto para que Amon estuviera detrás suyo siguiéndola.

Ella sonrió de lado mientras lo miraba por el rabillo del ojo, algo que él no notó.

— ¿Por qué siempre estás en tu forma de gato? —Se giró en media vuelta para mirarle, así caminando de espaldas.

— Es lo que soy en verdad, debería preguntarte a ti por qué siempre estás en tu forma humana. —Ella rió ligeramente y volvió a girarse hacia el frente. En todos esos días, ella nunca le mostró su forma original al leopardo negro, igual que él no le mostró su forma humana a la rubia.

—Mmm, me gusta. —Le respondió mirando por un momento al suelo, mientras tocaba con su dedo índice la joya dorada en su frente.— Soy una hermosa joven, y en el futuro seré una hermosa mujer cual cualquiera que me mire quedará fascinado.

Soltó con cierto egocentrismo, haciendo al gato detrás suyo resoplar. No había sido la primera vez que ella había alardeado de su apariencia en ese corto tiempo juntos, a pesar de siempre ser una niña dulce y encantadora, de vez en cuando salía a relucir aquel lado que presumía la belleza que poseía. Él lo negaría si le preguntara, pero ciertamente era una niña hermosa.

— Estoy seguro que tú forma humana también es linda, pues eres un gatito muy bonito. Debes ser tan apuesto, ah, seguro me enamoraría de ti. —Aquello lo había soltado haciendo una expresión de enamorada, llevándose las manos a las mejillas. Le sorprendió a pesar de que sabía que era un juego de parte suyo, pero el calor en sus felinas mejillas se había hecho presente.

— Erika.

— Lo siento lo siento, querido Amon. Me dejé llevar. —Realizó una pequeña reverencia como disculpa por su actitud mirando hacia al lado, pues ahora él iba junto a ella.

Cuando Erika volvió su vista al frente, Amon la miró de reojo. Admiraba cada parte de su rostro, relucía perfección y felicidad pero había algo que le decía que por dentro no era en realidad tan así.

FLASHBACK

— Amon Akin, leopardo negro. Me presento, soy Erika Adel, el leopardo dorado.

Se levantó para colocarse a su lado de la mesa y observarlo con una sonrisa sin expresión alguna. Había movido hacia un lado su flequillo para colocarlo detrás de su oreja, a pesar de que algunos pequeños mechones rebeldes no fueran donde ella quería, él pudiera admirar mejor le gema preciosa que traía en medio de la frente la muchacha. Combinaba con sus ojos, y tenía un espléndido brillo.

En ese momento el gato negro se llenó de preguntas, pues nunca antes había escuchado hablar de la existencia de un leopardo de ese tipo. Ella era única.

END OF FLASHBACK


Y le hizo preguntas, mas ella nunca las respondió.

Al menos no hasta ahora.

— Ven Amon. —Estaba sentada bajo la sombra de un árbol, palpó sobre sus muslos para que se acostara allí. Él fue y se acurrucó sintiendo la suavidad de su vestido, no serían de lujo pero eran cómodos.

Erika quedó en silencio varios minutos mirando a la nada, como si se estuviera preparando para lo que le iba a contar. El leopardo negro la miraba con duda, pues no sabía qué le iba a decir.

— Nunca se supo porqué nací así. —Comenzó, su tono era suave y aunque intentaba evitarlo, se notaba una gota de dolor en su voz.— Mis padres eran leopardos divinos comunes y corrientes, según oí en nuestra ascendencia nunca hubo alguien como yo. Al llegar al mundo, todos se sorprendieron. No los culpo, yo también me hubiera quedado atónita si me hubiese pasado.

Le miró, él notaba como ella intentaba sonreír como siempre. Pero simplemente no podía.

— Todos creyeron que yo estaba maldita, y para ellos sus creencias fueron comprobadas cuando de bebé me transformé inconscientemente en esta forma. Para todos los leopardos divinos el ver este cabello rubio con mis ojos dorados fue suficiente prueba de que algo estaba mal en mí.

Acarició su pequeña cabeza revolviendo sus oscuros cabellos, pero Amon sabía que lo hacía porque era ella quien lo necesita en estos instantes.

— No pasaron ni cinco meses de mi nacimiento cuando los que se suponía que iban a ser mis padres, que me criarían y enseñarían el mundo, me abandonaron a mi suerte. Los pocos que supieron de mi existencia me mantuvieron aislada y se aseguraron de que nadie supiera sobre mí. Cuando crecí lo suficiente, decidí irme lejos de los demás leopardos asegurando de que no iban a saber más de mí y encontré la choza abandonada, por lo que la tomé como mía.

Su voz se comenzaba a quebrar cada vez más mientras le contaba su vida al gato sobre sus muslos, el que la miraba sin poder decir una palabra. Pues nada podría consolar esas cosas, él lo sabía perfectamente.

— La razón por la que siempre estoy en esta forma es que, a la leopardo dorada nunca la aceptarán por ser un bicho raro. Pero a la chica de rubias melenas y orbes dorados sí la aceptarían los humanos, pues no creo que sea tan raro ser así, ¿verdad? —Miró a Amon directamente a sus ojos morados, buscando alguna respuesta. Fue cuando se dio cuenta que la chica había estado aguantando las lágrimas hasta ponerse sus ojos rojos.— ¿Verdad, Amon? ¿Lo sería o seguiría viéndome como una atrocidad?

Para cuándo una única y solitaria lágrima había salido cobardemente de uno de los dorados ojos de Erika, recorrido rápidamente su delicado rostro y caído hasta consumirse en la falda de su blanco vestido ya se encontraba rodeada de unos delgados pero firmes brazos de tez morena. Con una mano acariciando sus finos cabellos, dejando que apoyara la cabeza en su hombro mientras tenía el rostro cerca de su oreja, simplemente para susurrarle.

— Mientras yo exista no serás tal caso, ya que para mí eres hermosa de cualquier forma. —Se atrevió a decirle, a pesar de apenas conocerla, a pesar de ni saber cómo era su otra apariencia. No dejaría que ella pensara aquello, porque él compartía una carga parecida a la suya.

Por un momento, ella se quedó apegada a él, no tuvo el valor de devolverle el abrazo, simplemente dejó que él fuera el único que la cobijara con los suyos. Cuando tuvo la fuerza de separarse un poco, colocó las manos en su pecho y le miró al rostro.

Sus labios se abrieron ligeramente, dejando salir de entre ellos un pequeño y pesado aire de sorpresa.

— Quizás sí podría terminar por caer enamorada.

GOLDEN ━━Amon Akin [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora