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Vuelve a casa (FrankDrake)

La fiesta estaba resultando de maravilla, todos estaban riendo, disfrutando y principalmente comiendo. La sazón que tenían New y Gun era excelente, los niños disfrutaban de los juegos y los adultos de las anécdotas y de las locuras que hacían sus niños, pero Drake no podía disfrutar de eso ahora. Sus pensamientos se hallaban sólo en ese hombre alto, cabello negro y ojos oscuros que había robado su corazon hace muchos años.

—Drake— la voz de su suegro sacó al pelinegro de su ensoñación —. Te estas perdiendo la fiesta de tu propio hijo.

No era reproche, solo sonaba preocupado.

—No soy el único que se la está perdiendo— la voz del pelinegro sonaba triste.

Para algunos eso sonaría como un completo reproche para su esposo que estaba en el ejército, pero solo era pura tristeza y su suegro podía sentir eso, pues Frank no era el primero en su familia en ir al ejército y no regresar para una fiesta de cumpleaños.

—No es culpa de él Drake...

—Tu no eres quien para hablar de eso Tay— la voz de Drake si era de reproche esta vez —. Frank me contó a cuantos de sus cumpleaños faltaste y ni hablar de tus otros tres hijos— los ojos del pelinegro estaban brillando con lágrimas a punto de salir —. ¿porque no vamos y le preguntamos a Pluem y Nanon cuántos cumpleaños recuerdan en el que estuvieras presente? o mejor, que no estuviste en el nacimiento de Pond.

Ese si había sido un golpe bajo, y Drake lo supo apenas vio el rostro de Tay contraerse en una mueca de descontento, pero al pelinegro eso no le importaba. Podría ser su suegro, pero el simple hecho de no haber recibido información de su esposo desde hace casi tres meses no lo tenía de muy buen humor.

—Iré a ver como está Jimmy— y sin más el pelinegro se fue dejando a Tay pensando.

—Papá— la voz del niño se hizo más alegre cuando vio a su padre entrar, se puso de pie y salió corriendo hacia sus brazos.

Drake lo alzó y lo abrazó. su pequeño Jimmy hoy cumplía 5 años y su padre no estaba aquí para verlo, ya que este era el segundo al que faltaba. Drake no podía culparlo, el hecho de venir o no, no estaba en su poder, pero dolía, en serio dolía que su pequeño creciera sin su padre presente.

Recordaba como cuando se conocieron, Frank le contaba cómo su padre no estuvo mucho presente ya que era un soldado de alto rango y aunque no iba a misiones, el hecho de tener que entrenar a los nuevos cadetes le quitaba mucho tiempo con su familia. Recuerda cómo su esposo lloró en su hombro recordando todo lo que se había guardado con respecto a su niñez.

Pero también recuerda el dolor en su rostro cuando le informó que se iba a enlistar. Drake le había gritado, le había suplicado que no lo hiciera, pero Frank lo hacía por su padre, al fin y al cabo este fue quien lo obligó a enlistarse a solo unos meses de haberse casado. Lo único bueno durante ese año fue que Frank le dijera que estaba esperando un bebe, eso lo había llenado de alegría, tanto a él como a toda la familia, y eso sólo retrasó el enlistamiento.

Y ahora aquí están cinco años después y Frank faltando a otro cumpleaños.

—Es hora de irnos pequeños, despídete de tus tíos y abuelos— le dijo dulcemente al niño que se estaba quedando dormido en sus brazos.

El pequeño Jimmy se fue despidiendo de todos al igual que Drake que a su vez agradeció a todos por estar presentes. Cuando le tocó el turno a Tay, Jimmy se despidió de su abuelo, pero si Drake le dedicó una mirada o un murmullo nadie lo notó.

Cuando llegó a su casa, Jimmy ya estaba profundamente dormido así que solo fue cambiarlo a una pijama y ponerlo en su cama. Drake entró a su habitación, se colocó sólo un pantalón de dormir y se lanzó a la cama, agarró de la mesa de noche la foto de su boda con Frank y lloró hasta quedarse dormido.