... ¿habría ido a esa fiesta si hubiera sabido que pasaría?

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CAPÍTULO 39📸

Estaba claro que todo era demasiado perfecto para ser verdad.

Sostuve mi cara con el puño, mirando por el cristal del coche, sin atreverme a mirar a nadie que estaba en ese coche, especialmente a la persona que estaba a mi lado conduciendo. Solo se escuchaba la música, pero sobretodo mis oídos pitándome, sin prestar atención a nada ni a nadie, solo jugando con el anillo en mi mano, mirando como el coche adelantaba a las farolas de la autopista.

Emma y Danna estaban detrás de mi, mirando la carretera delante de nosotros muy serias, sin atreverse a decir nada. Lo agradecí. Realmente les di las gracias interiormente y me mentalicé para no llorar delante de ellas, o de él.

La mano de Danna apretó mi hombro y cerré los ojos, luchando por encontrar calma.

Tenía que contar que había pasado, así que volvería a donde me había quedado; cuando íbamos a entrar a la discoteca.

Yo me pedí algo de beber, mientras que Emma y Danna fueron a bailar a la pista. Estaba tan pensativa sobre Max, que preferí sentarme en la barra y disfrutar de mi bebida mientras mis dos amigas se lo pasaban bien; claro, yo también me lo estaba pasando bien. No necesitaba bailar para hacerlo, solo que no podía parar de pensar en mi prometido, en lo bien que estábamos y como todas las canciones que estaban sonando me recordaban a él, y no pude evitar entristecerme un poco de que él no estuviese aquí, porque quería estar con él.

Pero también me gustó que él me dejase espacio con mis amigas. Eso me demostraba que confiaba en mi y no se volvería loco si iba de fiesta con mis amigas sin él. Eso significaba que realmente había cambiado.

Oh, no. Tampoco quería dar una mala imagen de Max cuando salíamos hace años. Solo que había cosas que a él le podían molestar estando a distancia, cosa que ahora no pasaba porque en persona, viviendo juntos, era muy diferente. Por eso estaba contenta, porque sentía que ya no habrían más enfados tontos, ni siquiera que él se enfadase y quisiese dejarme; no había más de eso.

Él y yo nos habíamos vuelto mucho más fuertes que nuestros yo del pasado, juntos. Estábamos viviendo la vida que queríamos hace años, íbamos a casarnos y tratar de amarnos hasta tener nietos.

Horas después, me animé a bailar con Danna y Emma, las tres tratamos de hacer un circulo para tener nuestro espacio, y empezamos a mover las caderas y alzar las manos, disfrutando de la música del local. Así sucesivamente durante el resto de la noche, bailando, bebiendo, yendo a la barra, y volviendo a la pista de baile.

—¡Estoy cansada! ¿Podemos sentarnos? —Emma agitó su mano en la cara.

Nos sentamos en la zona vip y solté una pequeña risita bebiendo lo que me quedaba de la copa. Las tres empezamos a reírnos y agitar nuestras manos en el pecho y la cara, muriéndonos de calor.

—Estoy sudando —susurré tocándome la frente.

—¿Quieres salir a tomar el aire?

—Ahora, dentro de un rato —le contesté a Danna.

Estaba claro que las tres íbamos un poquito borrachas. Especialmente Emma, que cuando nos levantamos de los asientos casi se desplomó en el suelo por su falta de equilibrio, así que ahí decidimos quitarle la copa de sus manos y prohibirla beber más. Poco después, Danna hizo lo mismo conmigo. Y así es como ella terminó evitando que Emma y yo nos cayésemos de boca al suelo mientras nos reíamos a grandes carcajadas, casi llorando.

—¡Le agarré de la camiseta con fuerza, a punto de meterle un puñetazo! ¡Le dije que él no era nadie para mandarme! —le conté a Danna, riéndome con fuerza—. ¡Él muy imbécil salió corriendo en cuanto le grité que se marchase!

La chica del vestido rojo [MY LIFE AFTER HIM] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora