Springtrap × Tú (+18)

➳ Capítulo 6

(+18)

Si hablamos de personas que nunca aprenden y vuelven a cometer los mismos errores, soy yo.

Nuevamente estaba aquí, en frente del que tiene orejitas de conejo.

Esta mañana apenas mi hermano salió vine hasta acá para obtener al menos una respuesta por parte de Springtrap.

— ¿Quién era ese chico?

— Mi hermano.

— Ah.

Suspiré agotada porque estaba durmiendo realmente mal en estos días.

— Pero eso no fue lo que te pregunté Springtrap. ¿Serías amable por una vez en tu vida y responderme?

Colocó ambos brazos en los costados de la silla.

— Deberías de estar agradecida que me aguanté y no salí, o de lo contrario tu hermanito no estaría vivo. —con su dedo me indicó que me acercara— Escúchame bien niñita, las cosas tendrían que ser distintas, tú tienes que estar muerta. ¿Lo entiendes verdad? Pero aquí estás, respirando con más de 70 pulsaciones por minuto por lo nerviosa que estás.

Tragué incómoda.

— ¿Puedes sentir eso o lo estás inventando?

— Piensa lo que quieras. Pero comprenderás porqué me pareces tan molesta, de por sí tu voz es horrible y le añadimos lo demás.

Fruncí el ceño.

— Disculpe por molestarle tanto señor Springtrap ¿Quiere que detenga mi corazón y respiración?

Gruñó y movió sus orejas.

— No te va la ironía. Y no te preocupes, supongo que es inevitable no hacer que te sientas nerviosa estando conmigo.

Hice un mueca por ese comentario y comencé a mover mi pie inquieta.

Ya se había acabado el tema de conversación y él no decía nada más.
Esperé que me contara algo pero solo tenía esa cara inexpresiva.

— Tus orejas son muy bonitas. —solté de repente.

Levantó una de sus cejas mirándome confundido.

— ¿Puedo tocarlas? —acomodé mi pelo esperando su respuesta.

Dudó unos segundos en si acercarse o no.

Me sorprendió que se agachara hasta quedar a mi altura para que pudiera hacerlo.

Con una sonrisa en el rostro las toqué.

— Son suaves. —dije en un susurro fascinada por como eran.

Springtrap solo se dedicó a mirarme de una forma intensa y me aguanté en preguntarle porqué una de ellas estaba tan dañada.

Luego de unos minutos estando en esta posición me sobresalté por el tacto de una de sus manos en mi pierna izquierda.

— ¿?

Tragué en seco y esperé a que respondiera algo pero al contrario lo único que hizo fue acercarse más a mi.

Cuando estuvo a pocos centímetros de mi rostro me quedé congelada sin saber que hacer o decir.

Apreté mis manos un poco nerviosa y al ver que no se movía me di cuenta de que tenía una sonrisa un poco extraña.

— No voy a hacer algo de lo que después pueda arrepentirme.

Se alejó de mí y esta vez yo fui quién lo tomé del brazo con cuidado.

— ¿Cuál es el problema? ¿Soy yo?