Capítulo 12 Líderes y manadas

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- Solo observaré, si es que no les molesta - dijo Yibo mientras caminaba por el viejo gimnasio, un poco deteriorado. Observaba los antiguos posters de estrellas del boxeo y los que eran ya un poco nuevos. Folletos de la guerra antigua y el total de bajas. Como si hubiera una especie de obsesión.

- ¿Y por qué de la nada quiere observar, Wang? - pregunto el entrenador, buscando por algún lugar del salón los guantes de foco.

- Solamente quiero ver a la única persona que logró vencerme. Quiero ver que es lo que hace, que yo no.

Zhan y el viejo se miraron preocupados por unos segundos. No entendían la situación, ¿Acaso el Alfa planeaba atacarlos? ¿Acaso quería una venganza?

¿Qué es lo que Wang Yibo se encontraba haciendo en ese lugar?

- ¿Esto es alguna especie de... estrategia? - pregunto Zhan. Quería parecer indiferente ante el mayor, pero no podía. Nunca podía.
La única vez que pudo hacerle frente sin sentir ese escalofrío en su cuerpo fue en el ring. No entendía por qué, pero así había sido.
No había olido en ningún momento un aroma como ese ni mucho menos haberse sentido así ante la presencia.

- Claro que no, Zhan. Solamente quiero conocer un poco a mi vencedor, es todo.

- Xiao.

Yibo lo miró con el ceño fruncido.

- Llámame Xiao - le dijo un poco enojado el peli-negro. Chun ahogó una pequeña risa. Mirándole, casi felicitándole.

- Está bien... Zhan - sonrió Yibo, apoyándose contra la pared y de brazos cruzados. Zhan frunció el ceño enojado.

Alfa engreído.

- Bien, aunque quisiera, no tenemos tiempo para esto - dijo Chun, golpeando ambos guantes de foco con sus manos - Bien, comencemos ¡A correr estúpido Omega! - gritó eufórico, tomando a Zhan de los hombros y empujándolo a la pista. Este destrastabilló y casi se cae; pero sus pies encontraron el camino y comenzó a trotar.

¿Cómo es que supo que entrenaba aquí?

Wang Yibo era alguien muy misterioso. Allí parado con la mirada fría e indiferente. Sus brazos cruzados y una pierna flexionada, de modo que se apoyaba en la pared.

La primera vez que me vió, quiso matarme. La segunda, me ayuda. Y la tercera, solamente se queda viendo, ¿Qué carajos le...

- ¡Zhan! ¡Pon atención a tu camino si no quieres que te de una patada ahora mismo! - dijo el viejo con el silbato en mano. El Omega debía dejar de distraerse con su, al parecer, espectador.

- Como digas Chun - dijo con un tono pesado. Continuó corriendo por la pequeña pista por unos quince minutos. Sus piernas temblaban como siempre y su cuerpo emanaba sudor por todas partes. No le daba vergüenza mostrar su lado más deplorable al Alfa, pero tarde, se dio cuenta de algo.
Zhan estaba temblando, sudando, jadeando y liberando miles de feromonas...frente a un poderoso Alfa.

Pero Wang Yibo no parecía estar ni un poco alterado.

Realmente, en algún momento, a Zhan se le había pasado por la cabeza el que el Alfa solamente había querido conocerle para saber más sobre él, y posiblemente tomarlo.
Zhan era un Omega que dejaba mucho de que hablar. Era perseguido muy constantemente, era buscado y ansiado. Un Omega hombre no era algo que se veía muy seguido, no era algo común.  

Un espécimen, un bicho raro muy deseado: Como si se pelearan por ver quien lo cazara primero, para poder presumirlo más tarde. Un trofeo.
Su cuerpo era totalmente dócil y ágil, pero fuerte. Como si fuera la mezcla entre un bailarín y un luchador; cosa que en partes era. Piernas blancas y largas, con unos muy fuerte muslos que formaban una cadera no tan estrecha, portador de un muy buen paquete trasero de gluteos grandes, suaves y firmes. Redondos, sin ninguna marca; como dando la invitación a ser profanados por alguna que otra mano dura.
Esto seguía en una estrecha cintura con un estómago duro. Su pecho no era muy relevante ni tampoco el fuerte del Omega (éste eran sus piernas). Carecía de bello en el y parecía estar hecho de piel de porcelana, con unos brazos no tan largos pero aún así resistentes y marcados. Lo unico infantil en su cuerpo eran sus pequeñas manos arrugadas, con dedos rechonchos de bebe.
Su rostro era algo de lo mejor en el paquete "Xiao Zhan", con un perfil alargado y mandíbula definida y recta, con pómulos marcados y nariz refinada, grácil. Unos ojos primorosos y abotargados sin necesidad de enfermedad. Terminando todo en unos labios exorbitantemente desmesurados; dando una apariencia apetecible y un lunar bajo de su labio. Todo esto formaba un rostro atractivo, con un toque elegante, exquisito. Como si todo su linaje perteneciere a una medida decendencia real, compuesto de solamente personas con rasgos nobles. Era imposible tomarle desprevenido, era imposible encontrar algún que otro fallo en ésa deliciosa composición de bello rostro. Todo en él se vería mejor y todo cualquier que se atreviera a compararse en belleza quedaría por el suelo.

A los golpesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora