Katniss se dirigía hacia el ascensor por el pasillo del hospital cuando Peeta apareció, como surgido de la nada. Se paró en seco. El corazón le dio un vuelco. Le escocían las manos por querer tocarlo. Quería verlo sonreír, sentir su cuerpo junto al suyo.
Él se acercó, recorriéndola con la mirada cada una de las facciones de su cara antes de mirarla a los ojos de nuevo.
-Hola, Ángel.
Ella se derritió allí mismo.
-Hola, señor médico.
-¿Va todo bien? -preguntó Peeta, echando un vistazo a la zona de obstetricia.
-Sí, solo era una revisión - Peeta pareció aliviado. Katniss continuó:- Te fuiste la otra noche sin despedirte -dijo con voz suave.
-No creí a que quisieras hablar conmigo cariño.
-Yo quiero siempre hablar contigo, Peeta -dijo Katniss, lamentando la distancia que había creado entre ellos.
-Sí, supongo que simplemente no nos ponemos de acuerdo últimamente -Peeta alzó la mano para acariciarle la mejilla y luego la dejó caer.
Katniss sintió la pérdida de su caricia en el alma.
-¿Todavía estás enfadada conmigo por decirle a tu familia? -tanteó Peeta.
Katniss negó con la cabeza, sonriendo levemente.
-No podía mentirles. O negarte a ti el derecho a decirlo, si querías.
-Claro que quería Kat -dijo con fervor-, pero sé que no fue justo acorralarte como lo hice.
-No pasa nada. Todos piensan que soy una tonta del bote por no casarme contigo.
-Esto es entre tú y yo, Ángel, no les concierne a ellos. Se trata de nuestras vidas y de nuestro hijo -al ver que sus ojos se humedecían, gruñó-. Dios, ojalá pudiera... -se interrumpió al ver que dos mujeres, luciendo dos hermosos vientres redondeados, pasaban por su lado. Peeta las siguió brevemente con la mirada hasta que se metieron en el ascensor-. Me muero de impaciencia por verte así, vas a estar jodidamente adorable.
Katniss descubrió que cada vez le costaba menos creerle; parecía tan sincero... pero el escepticismo le brotó de los labios antes de que pudiera contenerlo.
-Sí, ya.
Peeta volvió a mirarla.
-No empieces a dudar de mí, Ángel -dijo Peeta suavemente, acercándose aún más, hasta no dejarle otra opción que apartarse o quedar pegada a él. Tal y como esperaba, Katniss se mantuvo firme, y a Peeta le pareció maravilloso estar tan cerca de ella de nuevo, sentir su calor, oler su aroma-. No después de todo este tiempo.
-¿Cómo no voy a hacerlo, Peeta? Que des un giro de ciento ochenta grados después de quince años oyéndote decir las mismas palabras resulta difícil de creer.
-Es a mí a quien deberías creer cariño, y creer en lo que te diga.
El aliento de Katniss se atascó en la garganta Peeta la estrechó contra él y la besó. Le dio un beso exigente, duro, sin temor a quien pudiera verlos. La reacción de Katniss fue instantánea y tan poderosa, palpitante y ardiente como la de él.
Peeta la apretó contra él y sus manos le recorrieron la espalda introduciéndose por debajo de la ropa. Siguió besándola hasta sentir que ella se rendía, cuando Katniss no pudo pensar en otra cosa que en los dos desnudos, haciendo el amor.
Al oír el pitido del ascensor, Peeta se apartó y la llevo dentro con una expresión severa.
-Nunca dudes de mí.- dijo mientras daba un paso a tras.
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Nunca Digas Nunca
RomanceKatniss Everdeen, soltera y sin compromiso, sentía un poderoso e instintivo deseo de ser madre. Pero su mejor amigo, el doctor Peeta Mellark, no dejó entrar a su preciosa amiga al banco de esperma. Para él, algunas cosas había que conseguirlas a tra...