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Si la vida se tratara de deseos, podría jurar que esto no se lo desearía a nadie, soy una chica joven la cual acaba de tocar fondo. Ahora estoy sin un hogar, sin familia, sin dinero, sin nada.

Mi novio, Reiner, un tipo adicto a las drogas ha acabado con lo poco que tenía de esperanza de poder formar una familia, de superarme y, sobre todo ser amada.

Justo hoy, un día especial para ambos, que al parecer solo era para mí, decidí darle una sorpresa por nuestro aniversario, aunque nuestra relación no es la más estable sabía que él me amaba a su manera.

Salí temprano para así con los ahorros que había juntado arduamente a lo largo del año poder darle un regalo único y especial.

Al llegar al departamento pequeño, confundida y sin pensarlo caminé hacia donde provenían sonidos extraños, al abrir la puerta de nuestra habitación solo pude observar como mi novio estaba siéndome infiel en mi propia cara. No fui consciente de cuando las lagrimas cayeron, hasta que reaccioné por los sonidos de mis propios sollozos.

No tuve más remedio que salir de ahí, escuchando los pasos apresurados detrás mío de Reiner tropezándose con la ropa de ambos que había de por medio regada en el suelo

-Escúchame por favor- me toma fuertemente de mi mano, tome el valor de zafarme de su agarre, cosa que el odiaba por lo que bruscamente me toma de los hombros para azotarme contra la pared más cercana.

-Mira linda, sabes que nosotros no somos nada, solo simples compañeros sexuales así que para mi tú no eres más que una cualquiera, así que, si yo quiero, puedo meterme con quien se me da la gana- ahora su mano izquierda me toma del mentón para obligarme a verle a los ojos

- ¿Te quedó claro? Y si no te gusta puedes largarte cuando se te plazca, pero ahí afuera, no eres nada, solo para abrir las piernas que es lo mejor que sabes hacer-

-No me digas eso Reiner- sus palabras me lastiman, pero inmediatamente el coraje me nubla la vista, por lo que sin más rodeos levanto mi mano y esta impacta fuertemente en su mejilla, dolió, claro que dolió porque la mano la sentí entumida por unos segundos.

En un parpadeo siento el fuerte tirón de mi cabello por detrás y Reiner me arrastra hacia la puerta principal.

-Suéltame- le grito, pero el solo me lanza sin ningún cuidado impactando fuertemente hacía alguna pared, seguro esto dejará un hematoma grande en mi espalda o trasero.

Volteó la mirada hacia arriba, nunca me había sentido tan sumisa como esta ocasión, me percato que Reiner tiene una expresión de horror por primera vez seguro ahora si está enfadado.

-No vuelvas aquí si valoras tu vida maldita perra- Y sin más cierra la puerta en mis narices.

Salgo de este edificio viejo y por primera vez me siento libre, pero ¿ahora dónde dormiré? Sin ser consciente del tiempo ni la hora tomo mi celular viejo, son las 23:32 a esta hora no encontraré ninguna casa/hogar que quiera recibirme.

Respiro profundamente y me limpio las lágrimas con el dorso de mi mano, y comienzo a caminar hacia mi único destino, la estación de trenes que es aquel lugar donde está abierto las 24 horas del día. Cansada tomo un respiro y me adentro hacia la zona donde los pasajeros esperan la hora indicada para abordar, me recuesto en una de las sillas que hay y el sueño me vence.

Al despertar me doy cuenta de que ya hay mucha gente en la estación, algunas para abordar y unas simplemente esperan a sus familiares. La panza me gruñe por lo que me veo obligada a buscar algo de alimento y también algún trabajo.

El pueblo no es muy grande por lo que no me es difícil llegar de un punto a otro.

Explorando más allá, encuentro una pequeña cafetería de estilo vintage que llama mi atención en especial a mi estómago justo por ese estimulo visual de aquel aparador lleno de pasteles de todos los sabores y colores,

Mis padres me habían inculcado valores por lo que robar no era bueno y si lo hacías te pasaban cosas muy malas, como ir a la cárcel por ejemplo, tengo un debate mental ¿lo hare o no lo haré?

Lo haré, pero me justifico porque es justo y necesario ya que van exactamente 2 días en los que no tengo nada en el estómago. 

Nuevamente y por vigésima vez me armo de valor, entro sin hacer tanto escándalo, por lo visto la cafetería acababa de abrir y no hay nadie quien pueda atender, la suerte está de mi lado.

Me escabullo como puedo y tomo unos panes que están por ahí, me los guardo en las bolsas de mi chamarra vieja, estiro mi mano para alcanzar otro más hasta que escucho los pasos de alguien acercándose, pero sobresale un sonido metálico siendo "arrastrado". Levanto un poco mi cabeza para poder divisar el origen de aquel sonido, lo primero que puedo ver es un bastón blanco, de aquellos que utiliza la gente invidente para poder guiarse a cada paso, seguro que es un anciano, no le tomo importancia y reanudo mi persecución por aquel ultimo pan hasta que un fuerte ruido me interrumpe nuevamente, puedo deducir que aquella persona ha tirado alguna taza ya que incluso un pedazo de esta ha caído justo a mi lado, vuelvo a levantarme para husmear sobre lo sucedido y mi corazón duele aquella persona invidente esta tanteando por el suelo para poder "recoger" la taza rota, tengo que ayudarlo pero si me acerco tal vez haya consecuencias graves.

Al carajo, me sacudo silenciosamente las rodillas y voy en camino para ayudarlo, hasta que nuevamente escucho que una persona se acerca, el miedo me invade y huyo, corro tan lejos que no me había dado cuenta de que el aire me faltaba, me siento terrible.

𝐸𝑦𝑒𝑠-𝐿𝑒𝑣𝑖 𝐴𝑐𝑘𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora