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El sentimiento de culpa me persigue, camino cabizbaja e incluso con unas ganas de llorar el recuerdo de esa persona sentada tanteando y tratando de recoger aquel desastre, hizo que mi corazón se achicara.

Vuelvo a la estación de trenes y me quedo sentada para a esperar un nuevo día, la culpa me consume por lo que me veo obligada a volver a la cafetería para pedir una disculpa o al menos para hacer algo que fuera de ayuda para esa persona, pensando en los posibles escenarios me quedo dormida.

Igual que el día anterior me despiertan los murmullos de las personas, me levanto y estiro mi cuerpo ya que dormir en una posición sentada es malo para mi cuerpo en especial para mi espalda. Emprendo mi camino para la cafetería, pero los nervios y aquellos escenarios terribles para mí me carcomen, así sigo hasta que llego a mi destino parándome justo en la entrada de esta, pero vuelvo a reflexionar la situación ¿qué se supone que diga al entrar?

 Algo como "Hola, ayer me robé unos panes y vi a una persona ciega, quise ayudarla, pero el miedo y la pena me invadió, así que hoy vine hasta aquí para disculparme" Es ilógico, sin ningún ánimo y con esa conclusión me doy la vuelta para encaminar un nuevo destino sin un rumbo fijo.

-Disculpa- una vocecita me detiene volteo hacia el dueño de esta y es un crío de estatura mediana, su cabello es rubio, corto y alborotado tendrá unos 17 o 18 años tal vez. Trae lo que es al parecer el uniforme de la cafetería y un delantal negro con pequeñas figuritas de tazas de café

- ¿Vienes por lo del empleo? - menciona emocionado y señalando hacia un cartel pegado justo en un ventanal de la cafetería solicitando un ayudante general, por lo que asiento con la cabeza sin pensarlo

- ¿Eres muda o por qué no hablas? - lo dice con tono divertido, por lo que sonrío

-Si hablo, pero me has tomado por sorpresa- respondo tímida, pero su risita hace que el ambiente sea menos tenso

 -Bueno, soy Falco Grice y trabajo en esta cafetería, me gustaría que fuéramos compañeros de trabajo porque transmites energía bonita y con todo respeto también eres muy bonita- balbucea que casi no le entiendo así que solo lo miro y puedo notar un tierno rubor en sus mejillas, al darse cuenta que no le he respondido se pone aún mas nervioso -Lo siento mucho, no quise incomodarte ni mucho menos, aparte tengo 17 años debo ser un crio para ti y además tengo novia-

- ¿Me estás diciendo vieja?- le preguntó divertida

-N-no por favor, no me mal intérpretes- se aclara la garganta y continua -B-bueno si vienes por el empleo ¿puedes entrar y esperar para que te presente al jefe el cual te hará una pequeña entrevista? Tengo que ir a la parte trasera para recoger un pedido que llegó, por favor espera- de nuevo lo dice rápidamente, pero con la diferencia de que ahora mira hacia el suelo

-Claro, y tranquilo solo era una pequeña bromita- le guiño el ojo y el se pone aun mas rojo de la que ya estaba.

Me adentro hacia el local y nuevamente el olor a café invade mis fosas nasales lo disfruto por un corto tiempo así que también visualizo la decoración de interior, un estilo vintage, me gusta. Mis ojos viajan por todo el lugar hasta que se detienen justo en un hombre de baja estatura, con el cabello medio largo y sus ojos eran atractivamente bellos los cuales transmitían tristeza lo cual me desconcertó. No me doy cuenta de la situación hasta unos gritos me sacan de mi pequeña burbuja la cual es encargaba de admirar aquel hombre.

-Estúpido raro, escorias como tú deberían desaparecer de este mundo ¿Cómo se le ocurre a esta cafetería contratar a un puto ciego como tú? No sabes hacer nada, llama a alguna persona que SI tenga ojos para que tome mi pedido-

Sin pensarlo camino al lado de ese hombre el cual al parecer era la persona de ayer y ahora estaba haciendo un gran esfuerzo para tomar una orden, ha llegado el momento de enmendar el error de ayer.

𝐸𝑦𝑒𝑠-𝐿𝑒𝑣𝑖 𝐴𝑐𝑘𝑒𝑟𝑚𝑎𝑛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora