Epílogo

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Sofía Montes

Si hace un año, cuando comencé el nuevo curso, me hubieran dicho que iba a estar aquí en estos momentos simplemente no le hubiera creído, me reiría en su cara diciendo lo loco que estaba.

Pero aquí me encontraba yo, siendo la presidenta del consejo estudiantil y organizando conciertos con las bandas del instituto, teniendo nuevos amigos y un chico que me pidió diez oportunidades.

Hay algo que llamo "la etapa después del trato", la cual sería los cambios ocurridos después de aquel día, ya sea que Nate haya influido o no. Si comparo mi vida antes de aquel trato con el presente habrían muchas diferencias de las que hablar.

Ya mi hermano actúa como el padre de familia que es. Lo miro, desde el otro lado del pasillo hablando con Elisa y cargando a su hijo y mientras Emilio está dormido con su cabeza apoyada en el hombro de Daniel, sus padres se miran con mucho amor. Nadie lograría adivinar ahora que ellos dos casi se llegan a separar. Este es uno de los cambios.

—Ya todo está listo para comenzar— dice Daniela, una chica que conocí mediante Nate este último mes y me ha ayudado mucho para los últimos preparativos de este concierto—. Cuando usted desee comenzamos, jefa.

Nunca creí que iba a formar una amistad con chicas como ella. Es la chica que camina entre los estantes de la biblioteca buscando algún libro que leer, pero abrazando a su libro favorito. Es la chica tímida, de la que nadie se percata en los pasillos del instituto. Es la chica que espera a la hora de salida para escaparse al último piso y pasar tiempo con su arte de la composición musical. Alguien que pasa tiempo sola y nadie conoce, esa es mi amiga ahora. Ella es otro de los cambios.

Con una sonrisa en el rostro doy la confirmación para comenzar las actividades que teníamos preparadas para hoy. Estoy orgullosa de mi equipo. Este último mes hemos tenido muchas noches largas viendo cómo perfeccionar todo para este día y puedo decir que ha valido la pena.

Las luces del escenario se encienden y comienzan los acordes de la canción. Miro desde bastidores hacia el público y los veo disfrutando, dando por cumplida está misión.

Desde el lugar donde estoy busco a Nate por el pasillo. Me prometió que estaría aquí, pero todavía no ha aparecido.

Termina la canción y comienza otra, y otra, y otra pero Nate no llega. Es cuando comienza el  primer descanso entre banda y banda cuando decido ir en su busca pensando que quizás se haya perdido entre tantos pasillos.

—¡Sofía!— siento el llamado de alguien por lo que me detengo y me doy la vuelta para enfrentarlo.

Lo conozco. Es uno de los chicos que ayudó en la composición a Daniela, tiene un gran talento. Espero a que llegue cerca de mí para que me diga lo que quiera decirme.

—¡Hemos hecho un buen trabajo!— dice chocando los cinco con las manos —¡Todo gracias a ti!

— Corrección: Todo gracias a nosotros. Cada cual tuvo su papel en la obra, no olvides eso.— le digo para luego seguir en la búsqueda de Nate.

Entro a varias habitaciones buscándolo, pero es en vano; por lo que vuelvo tras bambalinas antes de que termine el primer descanso. La siguiente banda comienza –esta vez con ritmos más fuertes que la anterior– e intento pensar en disfrutar todos estos logros.

Muevo mi cuerpo en el lugar al ritmo de la música cuando de repente siento unas manos que rodean mi cintura y me giro, sobresaltada por el toque; pero cuando veo quién es sonrío pasando mis brazos por su cuello.

El cambio más grande en "la etapa después del trato" es este. Nunca creí que todo esto iba a terminar así. Recuerdo que solo acepté el trato pensando que así me iba a divertir; pero mírame aquí, abrazada al chico del que me he enamorado.

Nate me sonríe, ofreciéndome mi sonrisa favorita, esa amplía que muestra toda la felicidad que pueda abarcar.

Aún recuerdo lo alegre que se puso hace un mes, cuando le di mi respuesta.

—¿Cuál es tu respuesta, Sofía?

Lo miro con una sonrisa en el rostro y sin pensar en más nada le respondo:— Me gustas, Nate, mi respuesta es sí.

Fue algo corto, concreto, sencillo; pero fue todo lo que él necesitaba para comenzar a sonreír, saltar y gritar de la emoción. Nunca lo había visto así pero de algún modo me contagiaba aquella felicidad.

Verlo sonreír y emocionarme de este modo me hacía saber que había tomado la decisión correcta.

Ya había pasado un mes desde ese día. Y desde aquella última oportunidad hemos sido novios. Sofía y Nate, los jóvenes enamorados que nada los separaba.

Gracias a él aprendí que la popularidad es algo sin importancia en la vida. Hay que vivir el día a día, disfrutando de los pequeños momentos como una tarde en el parque u observar el atardecer con la persona que quieres. Es mejor no derrochar la corta vida que tenemos buscando la aprobación y el agrado de personas que al final no van a estar ahí para nosotros.

A pesar de todos los fracasos que tuvimos, poco a poco me fui dando cuenta de esos pequeños detalles que me mostraba en las oportunidades y la vida no me alcanzará para agradecerle por eso.

Sólo me queda quererlo siempre, ya sea que nuestra relación sea tan solo una parada en la estación o sea el viaje de toda la vida.

Porque hay algo que tengo bien claro: Él es mi chico nerd y siempre lo será.

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