Oportunidad 6

28 10 19
                                    

Sofía Montes

Imagínense esas películas donde un personaje recoge sus cosas en medio de la noche y se escapa de la casa como si hubiera sido un criminal.

Pues...casi hago esa ridícula escena. Pero luego pensé en qué excusa darle a Nate. Y créanme que pensé en opciones, las cual me parecieron más ridículas aún si es posible.

Lo que pasó en realidad fue que al despertar me volví una muda por completo. Comimos sin mirarle a la cara y cuando él hablaba fingía que no era conmigo. De camino a casa casi peleamos por esa razón, pero solo le dije que tenía dolor de cabeza por la resaca y mantuvo el camino en silencio.

¿Razón por la cual ha sucedido todo esto? Sí, adivinaron. El hermoso y grandioso beso que nos dimos en aquella fiesta.

Me asusta terminar como mis padres; que al mi padre morir, mi madre cayó en depresión y ahora está internada en un hospital. O como mi hermano, que su relación con la madre de su hijo está llegando a su fin. Quiero evitar por todos los medios salir lastimada, aunque eso signifique quedarme sola.

Por esa razón elegí ser presidenta escolar y relacionarme con los populares que en lo único que piensan es en si estás o no a la moda.

Pero ahí está Nate, sin rendirse y luchando por otra oportunidad conmigo a pesar de que llevo dos días ignorandolo. Demostrando siempre ternura hacia mí en sus gestos y amor en su mirada. Y yo no puedo evitar mantenerme cerca de él.

Sí, lo que leen. A pesar de todo no puedo evitar estar a su lado o por lo menos mirarlo a la distancia. Soy una contradicción andante.

Como en estos momentos, que se está acabando el recreo y está a punto de comenzar la clase de literatura. Y sin importarme que sea la asignatura que más odio estoy aquí, de pie en la puerta del salón más temprano de lo normal, solo para mirarlo a él.

Lleva el pelo alborotado como siempre y esta vez tiene unos lentes de leer. Mismo estilo; camisa, pantalones rasgados y unos tenis un poco gastados como si fueran sus favoritos. Lo peor es que nunca había visto sexy a un chico leyendo, pero al parecer él era la excepción a toda regla.

Es que eran cosas tan simples las que me gustaban de él; como el modo en que frunce las cejas al leer algo o la sonrisa que casi no se veía cuando algo le emocionaba, o tan solo el modo de pasar la página con tanta calma. Todo en él era simple y eso de algún modo me gustaba.

Entro al aula luego de ver la hora y ver que ya casi la clase iba a comenzar. Me dirijo a una esquina algo lejos de él para evitar tener una conversación, pero al sentarme un papel se pega a mi trasero.

Cojo la hoja y la desdoblo.

Por alguna razón sabía que te ibas a sentar ahí. Entiendo que no quieras hablar conmigo pero hoy, en algún momento, tendré mi oportunidad.

Y como siempre está firmado por el chico de las oportunidades, aunque sabía a la perfección quién me había dejado el papel. Lo miro inmediatamente, pero él sigue leyendo su libro como si nada.

Quiero decirle algo, en realidad no sé qué, pero de repente me dieron ganas de hablarle; no sé, quizás decirle cuánto me gustó aquel beso y quisiera repetir. Pero las palabras se quedan estancadas en mi garganta y cuando logro susurrar cosas incoherentes algunos estudiantes entran formando el típico ruido entre ellos.

La clase transcurre con tranquilidad y si alguien me preguntase cuál fue el libro estudiado hoy diría "Cumbres Borrascosas". Era el que leía Nate.

-Sofia, recuerda la reunión para los preparativos.- dice una chica al salir. Me olvidé del nombre.

Diez oportunidades ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora