1. No esta tan mal.

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—El contorno esta mal, y el rostro tiene demasiados defectos. Las lineas son gruesas y hace que la pintura se vea sobrecargada. Esto es un asco. —Oí decir al hombre frente a mi. Frederick Jones, el mejor crítico de toda la ciudad.

Comencé a ver un montón de colores a medida de que decía alguna palabra. Rojo, azul, verde y amarillo era el patrón. Pero lo único que creía ver, era el color negro, como un abismo sin fin de negatividad.

Esta era mi única oportunidad de llegar lejos en la vida con algo tan simple como la pintura. Admiré con tristeza como removían la pintura que hice del museo, y sentí como mi mundo se caía en pedazos.

Los decepcioné, los decepcioné a todos.

Los encargados me entregaron la pintura y la sujeté por un momento. Tardé una semana y media en realizar esa pintura, ¿Solo para que la rechazara de la forma mas cruel? Ese hombre la había tachado con una enorme equis de color negro.

Mi madre tenía razón, nunca debí haber hecho esto.

Salí corriendo del museo y fui corriendo hacia la pequeña plaza qué estaba cerca de allí. Al llegar, me desplomé en uno de los bancos y sin mas, lloré.

Lloré por haber hecho esta estupidez.

Lloré por haber decepcionado a mi familia. 

Y lloré por haber creído qué algo tan simple me llevaría lejos en esta vida.

Levanté la cabeza un momento, mi visión estaba borrosa debido a las lágrimas y de seguro mi cara estaba demacrada porque la gente de allí me estaba mirando con lástima.

Eso era lo que menos necesitaba.

De repente sentí como alguien tomaba asiento a mi lado. No quería otra mirada de lástima, y menos de otro desconocido.

—Oye, no esta tan mal. —dijo la persona a mi lado.

¿No esta mal? ¿Qué no esta mal?

Me limpié las lágrimas y me quite los lentes para luego levantar rápidamente la vista y encontrarme con unos ojos azules mirando mi pintura.

—¡Deja eso! —intenté quitarle la pintura, pero el chico me esquivó rápidamente haciendo que solo me abstenga y suelte un suspiro frustrado—.  Esa pintura es estúpida, —solté una pequeña lágrima—. Yo soy una estúpida.

—Una estúpida muy bonita.

Estuve tratando de analizar lo que había dicho mientras mi visión se formaba de color beige al oír la palabra "bonita". Lo miré con sorpresa.

—¡La pintura! Me refiero a la pintura —soltó el chico algo nervioso.

Yo ya sabia que se refería a la pintura, ¿por qué habría que resaltar que se refería a la pintura? Si ya yo sabia que se refería a la pintura.

Ni modo, había hecho un trabalenguas.

—Práctica, solo eso necesitas. Y ademas un buen maestro que te enseñe mas sobre el tema. Créeme, te comprendo en muchos aspectos. —lo observé un momento impresionada. 

"¿Quién era él?" "¿Por qué hacía esto?" eran unas de las interrogantes que tenía en la cabeza. 

- Tu no entiendes nada de lo que soy, no ves lo mismo que yo veo, no aguantar lo mismo que yo. ¿Como me vas a comprender? -Fruncí el ceño.

—Con ese carácter es muy fácil saber como eres. Eres como un libro abierto.

—¿Y quien eres tú para decir eso? No me conoces. —pregunté dubitativa.

Synesthesia » Bloody Painter ①Donde viven las historias. Descúbrelo ahora