↭Mini historias, One-Shots y cositas Auronbowl en torno al juego del calamar.
↭Hay contenido sexual, fluff, etc.
↭Créditos del dibujo a @JotaPlay_ (en Twitter)
Resumen: Su única responsabilidad era custodiar a la multitud. Luzu cree poder hacerlo, hasta que se encariña de uno de los jugadores.
Palabras: 3,200.
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Escrúpulos; Luzu se pregunta cuándo fue que se le tergiversaron tanto. Su madre solía decirle que el bien y el mal funcionaban en gradientes y escalas, pero, viéndose en el espejo, a veces se siente como una mancha opaca carente de grises.
Por su trabajo recibe una compensación monetaria importante. La usa para pagarle una vida digna a sus hermanos y a sus padres ya entrados en años. Lo que resta va derechito a otras personas cercanas que tienen posiciones desfavorables. Ante todo, puede creerse que el fin justifica los medios, que los actos desinteresados que hace tapan el desagradable método para efectuarlos.
Luzu cree que no.
"Jugadores que habéis pasado con éxito la prueba de la silla, felicidades. Os daremos diez minutos de receso antes de que emprendáis camino a vuestras zonas de descanso."
De entre todas las actividades nefastas que tiene que presenciar, la noche siempre es la peor. En los juegos por lo menos se consuela pensando en que las habilidades definen quién vive un día más, ya fuera el equilibrio en Luz verde-Luz roja, rapidez en la Patata caliente o precisión en La galleta. Al anochecer, sin embargo, conoce la parte más putrefacta del ser humano. Traición a sangre fría, vigilia a todas horas, gritos tras la puerta... Quizás es demasiado. Quizás, al final, es incapaz de continuar con su oficio. Pero no tiene de otra.
Con las manos tensas en su arma, Luzu peina la zona disco. Ríe sin gracia ante el contraste de una sala colorida llena de luces y cómo está profanada por cuerpos tendidos en charcos de sangre. También se fija en algunos dolientes; uno en particular insiste en mover de lado a lado a quien supone se trata de un viejo amigo.
—No puede ser... —le escucha murmurar, con un sollozo ahogado.
Luzu desvía la mirada, dándole una privacidad simbólica. El chaval, entonces, se aleja del cadáver dando pasitos hacia atrás. Tiene las manos, rodillas y zapatos manchados en rojo, así como el cabello lleno de arena. Si no mal recuerda, el jugador se cayó en el primer evento, y si lo logró pasar, fue porque alguien le sujetó la chaqueta en el último segundo.
Ocupado en sus recriminaciones internas, Luzu no repara en que el concursante #19, ese al que observaba hasta hace un instante, sortea la pista alejándose de todos. Parece un cachorro asustado, erizado y tembloroso. Al quedar de su lado, se detiene y trata de pegarse a la pared, acercándose a la esquina. Se arrima a su derecha y carraspea, bajando los ojos al suelo.
