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Ian y Ellie van por delante de ellos, Steve es como el guía turístico, parece conocer aquel museo como si hubiese vivido allí toda su maldita vida. Natasha va de su brazo, mirando cada detalle de las pinturas de las que le plática el rubio; siempre está en silencio y nunca dice nada.
—Esta la pinté el día después de saber que su madre estaba embarazada de ambos—dice el mayor y Nat lo descubre mirando el cuadro con lo que parece ser melancolía en los ojos, después, él la mira—, era el hombre más feliz del mundo.
—Mamá, ¿Eso es verdad?
Ellie e Ian la miran y ella no sabe que responder, está muy asustada.
—Claro que es verdad—responde Steve por ella—, sé cuánto ama la técnica de Monet. Incluso ella lloro al verla.
La pintura tal y como decía Steve, estaba hecha a técnica de Monet; tenía manchones firmes y en conjunto le daban forma de un cuerno de la abundancia que en lugar de frutas, tenía órganos humanos dentro y estaba rodeado de flores pequeñas y bien difuminadas, todo iluminado por una luz naranja que provenía de una esquina.
Natasha miro la pintura una vez más solo para darse cuenta de que jamás en su vida había visto ese cuadro y que Steve nunca se lo había enseñado. Él es tan raro. Incluso cuando en casa dijo que los llevaría a su galería de arte que nuevamente se estaría presentando en el museo local, ella dijo que no sabía que él fuera pintor.
—¿De qué hablas?—le había dicho—, pintó siempre, te he pintado varios cuadros, Sharon.
Y luego ella había abierto los ojos tan grandes como pudo y después de varios minutos, él la obligó a acabarse la cena con esa mirada fría y dura que la intimida.
Conforme más avanazan, Natasha se da cuenta de que conoce ese lugar. Vagamente tiene recuerdos confusos, flasheos borrosos de lo que parece ser una vida feliz que no le pertenece. Y cuando está a punto de descubrir qué es ese lugar y por qué parece conocerlo, Steve la toma de la mano y la obliga a caminar.
Ian y Ellie son tan lindos, a veces la toman de la mano y la guían a algo que quieren que vea, solo con ellos Natasha sonríe y parece ser feliz.
Luego por las noches va a su habitación a escondidas solo porque a Steve no le gusta que ella los acueste y les de las buenas noches, porque él es el único que puede hacer eso y es gracioso porque él le ha dicho que son sus hijos y que ella es su madre a costa de todo. Incluso antes de ir a la escuela, Nat peina el cabello rubio de Ellie y le pone moñitos de colores que la niña elige, no importa si no combinan en sí porque esa es la mejor parte, luego ayuda a Ian a ponerse los zapatos y le da el visto bueno cada que él decide arreglarse el cabello. A veces hace todo eso bajo la supervisión de Steve, y a veces cuando él no está, debe hacerle una videollamada para que vea lo que están haciendo porque si no lo hace, él se molesta.
