3. I missed you

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TE EXTRAÑE

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Emma no diría que ese era su mejor verano, pero tampoco era el peor.

Las pesadillas constantes la estaban empezando a agobiar. Ya no las quería tener. No quería tener ese recuerdo de su madre.

Por otra parte, en la Madriguera todos la trataban bien. Incluso Percy, en las contadas veces que se lo veía, era muy amable.

Emma no entendía el porque de pronto TANTA atención, pero tampoco era como si le afectase mucho. De hecho, de cierta manera, le ayudaba a olvidar los problemas que tenía en su hogar.

Emma también había conocido a los dos hermanos mayores de Ron, Charlie y Bill, que resultaron ser muy agradables.

La castaña estaba pasando buenos momentos en esa casa, además, Hermione también había llegado hace no muy poco. Así que, en lo general, Emma lo pasaba bien.

—¿Es broma, verdad?

Emma se encontraba encontraba en el pequeño espacio que había al lado de la cocina, junto a Hermione.

—Te digo que no.

Emma ahogó un grito.

—¡Lo sabía! —exclamó—. ¿Tú le…?

—No, Emma. Nadie lo puede saber.

—De acuerdo. Gracias por confiar en mí, Her.

—Gracias tú, por ser mi amiga —le dijo Hermione—. Ahora, sobre lo de antes, ¿estás segura?

—Claro —respondió Emma—. Ellos quieren demasiado…

—Pudiste decirles.

—No es la mitad de fácil como suena —repuso Emma—. Pero pienso hacerlo, al menos si quiere tener una vida tranquila.

Las chicas de pronto guardaron silencio cuando escucharon la furiosa voz del Señor Weasley gritando.

—¡Ésa no es la cuestión! Ya verán cuando se lo diga a su madre.

La señora Weasley dejó su delantal de lado y salió en dirección de donde provenían las voces. Y entonces Emma lo recordó: Harry había llegado.

Intento contener su emoción y salió detrás de la señora Weasley con calma.

—¿Cuándo me digas qué? —preguntó la señora Weasley.

Emma buscó con la mirada a cierto azabache al cual había extrañado demasiado. Y lo encontró.

Harry había crecido unos cuantos centímetros, y su cabello, al igual que el de todos los jóvenes ahí, se encontraba algo más largo. En opinión de Emma, seguía siendo guapísimo.

Harry también la vio. Emma, de igual manera, había crecido unos centímetros. Y al contario de él, su cabello parecía tan solo un poco más largo que antes. Sus labios todavía tenían ese tono rosado que le encantaba. Ella simplemente… era perfecta.

—¡Ah, hola, Harry! —dijo la señora Weasley, sonriéndole. Luego volvió bruscamente la mirada a su marido—. ¿Qué es lo que tienes de decirme?

Se hizo un silencio mientras el señor Weasley observaba nervioso a su mujer.

Emma quería acercarse a Harry, pero no podía cruzarse por en medio del camino, hubiera sido muy grosero de su parte.

Y entonces aparecieron dos chicas más en la puerta de la cocina. Hermione y Ginny.

Emma y el Cáliz de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora