continuamos
Yo podía sentir como mi ano palpitaba, se agrandaba y se comenzaba a abrir, como preparándose para ser penetrado, mientras que a la vez sentía una necesidad irrefrenable de meterme algo dentro. Ahora no tengo ninguna duda de que mi cuerpo ya asociaba a los hombres con el placer de ser penetrado, y comencé a desearlos físicamente.
Supongo que es algo lógico, ya que pasé mucho tiempo sintiendo placer anal y descubriendo inevitablemente que este es mucho mayor que cualquier otro placer. De repente ya casi no me atraían las mujeres por la calle, y cuando veía a un hombre fornido se me aceleraba el corazón y venían a mi mente imágenes en las que yo lo cabalgaba salvajemente como lo había estado haciendo con mis dildos.
Como es de esperar, llegados a este punto decidí dar el último paso: quedar por internet con un hombre activo que le diera caña a mi culito. Y así lo hice. Con mucho nerviosismo compré condones en la farmacia y quedamos en mi casa. Yo estaba nervioso pero deseando sentir por fin, después de tanto imaginarlo, un hombre dentro de mí.
Si os interesa os contaré en otro momento cómo fue mi primera experiencia sexual, así como todas las que vinieron después. Por el momento solo diré cómo me sentí después de que mi compañero se fuera de mi piso. Estaba literalmente flotando. Me sentía pleno como nunca, me había dado tan salvajemente que sentí que mi cuerpo dejaba de ser mío y era suyo durante ese rato. Sentía felicidad por haberme hecho tan pleno llenándome por dentro, y tambien por haberido yo capaz de dibujar el placer máximo en su rostro. Ese día me quedé con la sensación de que ya todo encajaba en mi vida sexual, que no había nada que disfrutara más que una relación homosexual en la que yo era el pasivo. Me había costado 26 años darme cuenta, pero ahora iba a disfrutar mucho recibiendo y dando placer.
Y es que eso fue precisamente una de las cosas que más me gustó, saber que mi cuerpo estaba hecho para encajar con los hombres de esta manera, y que mis movimientos, esos que había ensayado tanto con los dildos, podían hacerles estremecer enormemente.
El tiempo fue pasando y el número de compañeros sexuales que pasaron por mi piso fue aumentando, así como mi experiencia a la hora de hacerlos felices. Llegó el momento en el que solo me corría si me follaba una polla, si sentía el jugoso movimiento de una polla dentro de mí. Una polla de verdad.
Hace unos días estuve confinado por el dichoso coronavirus y por falta de contacto humano curioseé un vídeo porno en internet, de esos heterosexuales que siempre veía hace tiempo. Cuando comencé a masturbarme con mi polla, me di cuenta de que mis ojos solo se fijaban en la penetración de la polla, y que mi ano se volvía a abrir esperando recibir una embestida. En ese momento fui consciente. Estos meses me han cambiado, ya no concibo el sexo sin ser penetrado y las mujeres prácticamente no me atraen sexualmente.
Me he convertido en un homosexual pasivo, ahora lo acepto y lo abrazo, sabiendo que nunca dejaré de placer, pues mi ano siempre está preparado para una buena polla
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Historias gays
Historia CortaRelatos gay muy explícito y que pueden causar que alguien se traume