𝑪𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 𝑰𝑽 (𝑳𝒆𝒏𝒂𝒓𝒅)

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9 de enero 2020

Roma, Italia

Nieve, solo nieve era lo que podía visualizar en la ventana, y personas caminando, lo de menos. El Sol estaba tratando de mostrar al menos un rayo, pero las nubes lo tapaban, opacaban su esplendor.

Esto no era lo único que veía, al frente mío se encontraba mi nuevo y queridísimo compañero de cabello azabache, con una cubeta en su mano, aun no despertaba razón por lo cual aún me encontraba amarrado a una silla, digamos que por el momento soy una simple marioneta controlada por mi nuevo "equipo".

¿Curiosidad por la cubeta? Bueno, la noche anterior el maldito perro faldero estuvo (según él) torturándome, me contaba sus estúpidos chistes, cosa que gracioso no tenía nada. Cuando no me reía me tiraba una cubeta de agua helada, así logrando pasar toda lo noche empapado porque en ningún momento sonreí ni saqué una risa. Tras no lograr su objetivo empezó a molestarme haciéndome preguntas absurdas. Parecía un niño pequeño preguntando, tenía ganas de estrangularle su cuello, cortarle tal vez uno de sus dedos o mejor su boca para así nadie más sufra escuchando su horrible voz

Mi ropa seguía húmeda, el agua se sentía fría en mi pecho. Trataba de concentrarme solo en esa sensación. En no pensar en nada. En no pensar en nada. Salvo que una pequeña chica de cabello marrón oscuro aparece en mi cabeza, con sus ojos verdes oscuros.

Sí que estás enamorado chico.

Necesito una nueva y mejor conciencia.

Lástima, esta es la que te toco, aguántatelo.

Solo lograba pensar que mi plan estaba en marcha, había logrado mi primer movimiento, no era el que pensaba, pero estaba satisfecho, al menos logre que su mascota me recordara, ver a la pequeña Grumpy enojada.

Si tan solo le pudiera contar todo, decirle cada detalle, completar por ella el rompecabezas, lamentablemente sabía que pasaría si lo hacía, el resultado no era lo mejor, solo tengo que tener paciencia, el destino nuevamente nos unirá, confió en que estamos destinados a terminar nuestra historia juntos.

Si la salve una vez, lo hare otra vez.

Ella es, Il miglior disastro del mio mondo.

Hablando de la reina de Roma, escucho unos pasos asomándose, tras que pase esa puerta todo habrá iniciado, no habrá vuelta atrás.

Nuevamente le contaría a la emperatriz rubí, a mi Grumpy, a la pequeña Costello y finalmente a Amelia Costello. La verdadera razón sobre nosotros.

La verdadera razón sobre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora