Capítulo 4

42 2 0
                                    


— Hola, tú debes ser la amiga de Gael —dijo después de mirarme y reconocerme.

— Hola si, estamos haciendo un trabajo juntos —hablé nerviosa.

— Claro, pasa —se hizo a un lado dándome acceso. La casa parecía una común y corriente, no creí tampoco que sería distinta.

— Lamento su pérdida señora Robinson —dije estando adentro, su rostro decía muchas cosas, entre ellas tristeza.

— Gracias querida —habló tratando de sonreír— Gael tu amiga llegó —alzó la voz. Él bajó por las escaleras con ese bello rostro serio.

— Compañera —corrigió mirando a la mujer.

— Como sea —dijo restandole importancia— un gusto conocerte  Cassie —me sorprendió que supiera mi nombre sin habérselo dicho.

— El gusto fue mío —dije con una sonrisa falsa. Ella me miró de una forma acusadora pero hice como que no me di cuenta.

— Vamos —ordenó él mientras subía las escaleras. Lo seguí pensando en Karla ¿podría este chico matar sin piedad a una muchacha que al parecer lo quería?.
En su habitación predominaba la obsesión con el orden y los colores obscuros, que le daban al ambiente un aire tétrico y sin vida. Se sentó en una silla rotativa frente a un escritorio y me señaló la que estaba junto a él para que me sentara, lo cual hice aún observando su lugar.

— Sé que no soy la persona que esperabas, pero si quieres hablar o algo yo... —

— A lo que veníamos —me interrumpió sacando su cuaderno. Gael me miró inexpresivo ,como siempre y lo entendí. Traté de enfocarme en el trabajado pero no podía sabiendo que estaba en su lugar de comfor, en su templo, el lugar que lo vio crecer y vivir el día a día. Estas paredes deben saber todo sobre él. Su aura misteriosa y su rostro que parecía nunca haber sonreído, me deprimio de alguna forma. Después de tal vez media hora hablando solo sobre el trabajo, un chico entró.

— Gael ¿tienes mi silla...? —habló el muchacho de cabello rubio y ojos verdes, quie nos observó sorprendido— lo siento...no sabía que tenías compañía...disculpen —y se fue como vino. Me quedé observando a Gael para que me dijera quien era el chico. Él lo notó.

— Igor, mi hermano —soltó sin mirarme.

— Es capitán del equipo ¿No? —pregunté queriendo cambiar el ambiente ,me hacía sentir rara.

— Si —tan seco que daba sed.

— ¿Me podrías traer un poco de agua? —le pedí. Él soltó un suspiro de cansancio y se fue. Observé su habitación, no había nada extraño que lo delate, claro seguramente limpió todo antes de que viniera. Abrí uno de los cajones que tenía en su escritorio y encontré unos dibujos pero no alcancé a verlos bien ya que escuché unos pasos aproximándose. Vaya que veloz. Bebí casi completo el vaso— gracias por el agua —dije con una sonrisa a media— y perdón si soy muy molesta —me disculpé.

— Está bien  —dijo escribiendo.

— Sé que no es un buen momento para ti...pero necesito hablar sobre Dakota —solté la bomba— es que necesito saber... —

— Pues le preguntas a la persona equivocada —me interrumpió.

— Perdón, creí que sabías sobre ella —bajé mi mirada. Quería presionarlo a hablar pero decidí hacerle esas preguntas a Karla.

— Escucha Cassie —mi corazón se sobresalto al oírlo decir mi nombre, me miró serio— este pueblo no es seguro, mucho menos para alguien que es idéntica a una de las víctimas, ese monstruo irá por ti, así que vete del pueblo, aún estas a tiempo —sus palabras una vez más helaron mis sentidos, el miedo corrió por mis venas.

— No puedo —solté después de unos minutos pensando— debo saber si hay alguna conexión entre Dakota y yo, necesito que me ayudes —él pareció molesto.

— Yo no puedo ayudarte —desvió sus ojos. Sabía algo.

— Sé que puedes pero no quieres, entiendo que mi parecido a ella te incomoda pero... —

— Vete —volvió a interrumpirme. Se quedó viendo el escritorio esperando a que lo hiciera. No dije nada más y simplemente me fui, creo que cometí un error.

— Perdón —solté antes de salir de su habitación. Al bajar las escaleras vi a su madre sentada en el sofá viendo no se que— ya me voy señora Robinson gracias por recibirme —le avise. Ella apenas me sonrió y se despidió.

Al estar en casa me sentí mal, me sentí presionada y sabía que era por esa duda, mi corazón me decía que no podía ser verdad pero mi cabeza me daba posibilidades de que puede serlo.

— Cariño —me saludó mi padre y luego mi madre— necesitamos hablar contigo —aquellas palabras me dieron ansiedad.

— Claro —solté despreocupada pero por dentro pedía que no fueran malas noticias.

— Sabemos que estos días han sido difíciles para ti...por parecerte a...la difunta muchacha —habló con pesar mi padre— por eso decidimos mudarnos nuevamente —anunció.

— ¿A dónde? —pregunté nada entusiasmada.

— Chicago —respondió mi madre. Me los quedé viendo y luego bajé la mirada pensativa ¿podría irme sabiendo que existió una chica idéntica a mi y que vivió en éste pueblo? Queria responder miles de preguntas y si me iba, no las obtendría jamás.

— No lo sé, pero no les mentire ha sido difícil integrarme, pero me estoy esforzando mucho —traté de buscar algo con que convencerlos— ya estamos aquí, soy una persona madura jamás dejaría que eso fuera impedimento para estudiar, además me siento segura aquí —mentí— él jamás podrá encontrarme —traté de ponerle carita de cachorro. Ellos me abrazaron y por primera vez sentí seguridad desde que llegué,sabía que no dejarían que nada me ocurriera, pero había asuntos que debía resolver por mi misma.

— Sabes que estaremos para ti siempre cariño —me dijo mi padre al parecer no muy convencido.

Esa noche se metieron a mi habitación nuevamente, pero ésta vez dejó una rosa blanca, como las que estaban en la entrada de aquella tenebrosa cabaña.

En la preparatoria decidí en acercarme más a Karla, ser su amiga. Ella sabía algo. La vi en la cafetería, estaba sentada en una mesa, sola, parecía ser la típica chica antisocial que siempre estaba alejada del resto. Me senté a un lado de ella, ya que las mesas eran circulares y quería que nuestra conversación fuera lo mas privada posible.

— Hola Karla ¿cómo estás? ¿me puedo sentar? Bueno ya lo hice —bromee queriendo animar y resultó, apenas sonrió.

— Hola Cassie —me saludó— supongo que vienes a recaudar información sobre Gael, no te dejes llevar por su encanto —soltó sin mirarme. Justo en ese momento entró él con su hermano y unos chicos más. Ellos se sentaron justo en el centro del lugar, él cuando me vio, me lanzó una mirada impotente y autoritaria.

— No es eso, quería saber más sobre Dakota... —lo observé de lejos y mi corazón se aceleró en cuanto sus ojos chocaron con los mio— ...quiero saber quien era —terminé bajando la mirada.

— No sé mucho, apenas cumplimos una semana de amigas y pasó eso —respondió triste— creo que él sabe más que yo —observó a Gael a lo lejos. No estaba segura él se negaba a hablar.

— intenté que hablara pero nada —conté desanimada.

— solo es cuestión de tiempo, él se ablandara por parecerte a ella, sigue intentado —me aconsejó. Pero no quería relacionarme mucho con él.

GAEL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora