Capítulo 8

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Mi boca se secó, no aguantaba el miedo y la angustia en mi cuerpo, haciéndome temblar levemente y que mis manos tranpiren.

— ¿estás bien? —preguntó Nolan tomando mi mano. Lo ignoré y solo seguí los movimientos de Noah, quien se fue caminando lentamente. Cuando lo perdí de vista mis ojos estaban como platos y mi corazón a mil.

— hay que irnos —le dije dejando dinero sobre la mesa, lo tomé de su mano y salimos del local. Caminamos  aún con nuestras manos unidas , él había percibido el miedo que tenía pero no quiso preguntar. Hasta que llegamos a mi casa y entonces lo solté ,él me miró extraño.

— ¿vas a contarme qué te sucede? —preguntó serio. Suspire aliviada.

— vayamos adentro y te cuento —ambos entramos a la casa y nos ubicamos en el sofá. Le conté hasta el último detalle de quien fue Noah.

— tranquila —me dijo colocando una mano en mi hombro, viendo que estaba a punto de llorar— estás conmigo, no tienes porque temer —agregó para después darme un abrazo que correspondí sintiendo paz y relajación al tenerlo. Pero aún así no quería confiar mucho.

Justo en ese momento llegaron mis padres, ambos nos observaron sorprendidos. Nolan se quedó a cenar y luego mi padre lo llevó a su casa.

— te veo mañana —lo saludé.

— te veo mañana —me sonrió antes de ir hasta su porche y meterse dentro de su casa.
Mi padre conducía lento.

— me agrada ese chico —comentó rompiendo el silencio. Yo dejé de pensar en las posibilidades de que Noah pueda hacerme daño. Quería contárselo a mi padre, pero temia a que hiciera gran escándalo.

— es agradable —hablé sin ganas.

— habla ya —ordenó él. Por alguna razón mi padre siempre sabía que algo me sucedía.

— Noah está aquí —solté y frenó el auto de golpe.

— ¿estás segura? —me miró atento.

— bueno no le vi la cara, pero estoy segura de que era él, lo vi hoy frente a una cafetería —confesé temerosa.

— tranquila mi amor —él se quitó el cinturón y me abrazó. Aquello me calmó— hay que irnos de este pueblo urgente... —dijo decidido. Lo miré y estaba muy molesto y preocupado. Llegamos a casa y vimos a una mujer fuera de la casa, era Carmen y parecía estar ebria.

— ¿le ayudo en algo? —preguntó mi padre cuando salimos.

— Dakota cariño —trató de abrazarme pero un cuerpo masculino lo evitó.

— le pido que vaya a su casa y no moleste a mi hija —le habló duro.

— quiero a mi hija de vuelta —le reclamó lo que me inmovilizo.

— ella no es su hija señora —trato de convencerla, pero Carmen estaba pasada de copas.

— claro que lo es y la quiero de vuelta
—le gritó molesta.

— váyase a su casa o tendré que llamar a la policía —le advirtió mi padre.

— Dios quiere devolverme a mi hija ¿cómo no lo vez? —habló con lágrimas cayendo— no debí dejarla , me arrepiento, por favor entregamela —le suplicó. Aquello detuvo mi corazón por un milisegundos .

— ya le dije que no es su hija señora —le volvió a decir mi padre molesto.

— ya deja de actuar y dile, por alguna razón coincidimos aquí y ahora —sus palabras me asustaron.

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