⋮ ≡ ，，(🗯) 𝐌𝐄𝐀𝐍𝐓 𝐓𝐎 𝘽𝙀.
La secundaria acaba, los caminos llevan a distintos lados, pero el destino siempre reúne a quienes deben estar juntos a las buenas... o a las malas.
¿Qué ocurre cuando éste decide que dos jóvenes deben acabar en u...
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( Ezequiel's pov: )
- p.ᐟ ﹕oficinas privadas.
— Le digo que si, tiene una deuda demasiado alta como para permitirle seguir. —
Eze estaba frente a su jefe, su patrón, su firma. Él no lo mostraba, pero era muy fan de las telenovelas colombianas, por lo que a los mafiosos líderes sabía que se les llamaba así.
— Le vas a ofrecer dos cosas, que trabaje para mi o un balazo en la frente, decile que tiene doce horas para pensarlo. —
— Si, firma. —
Y así, tan rápido como había iniciado la conversación, acabó al igual velocidad. El morocho se retiró del cuartel secreto de la mafia para ir en busca del joven atractivo con el cuál le gustaba coquetear. Ya era parte de su personalidad el atraer a las personas con su fachada oscura e intimidante, agregarlo sus cumplidos, sonrisas y miradas lo hacía aún peor.
Una trampa lista para enredarte y hacerte caer en esos ojos verdes que te llevarían por el mal camino de las drogas, pero el adictivo sendero de la pasión. Sus manos, experimentadas de la secundaria, pueden armar un porro mientras hacen magia en un cuerpo ajeno. ¿El suyo propio? Tal y como recordaba Tooru, es un papucho y su torso estaba tallado por los mismos ángeles.
- c.ᐟ ﹕chat con Tooru.
te veo en la plaza de nuevo? visto.
había tomado tan solo diez segundos para que abriese el mensaje, mientras que con sus amigos ya no hablaba.
Tooru: puede ser antes?
podes ahora?
Tooru: la plaza me queda muy lejos como para llegar ahora, en que zona estas?
Sus ojos claros se alzaron para ver las calles, sus dedos aún tipeando inmediatamente sin devolver la mirada a la pantalla.
Tooru: no es muy lejos, si queres veni, estoy en mi departamento.
Primer error. Pensó Ezequiel, si su patrón quería que trabajase para él, iba a tener que entrenarlo, jamás dar información específica de su localidad permanente, hogares o escondites.
pasame la dirección y voy.
Aguardó unos segundos hasta que el celular mostró las calles, altura y número de piso de un departamento. Hizo el cálculo mental del recorrido y envió un último mensaje.
en diez estoy.
Auto tras auto, persona tras persona, semáforo tras semáforo hasta llegar al lugar, tocó el portero que mostraba el séptimo piso, departamento C dos veces, se escuchó un "ya bajo" en un tono agotado. Esperó una vez más y la puerta se abrió, revelando a un joven con ojeras y ropa grande.
— ¿Lo trajiste? —
— Fua, ¿Tan lindo y sin modales? ¿No puedo pasar? —
Tras suspirar, Oikawa se hizo a un lado, dándole acceso a su hogar. Ezequiel pasó, esperando a que cerrase para dirigirse al ascensor y aguardando a llegar. Una vez estuvieron dentro del depto ambos tomaron asiento.
— Tengo que hablar algo importante con vos, Tooru. —
— Ya sé que te debo plata, por favor, dame unos días más... —
— Firma me dijo que tenes dos opciones. —
— Flaco, qué o quién carajo es "firma". — Dijo Toto con cansancio, alzando sus manos para hacer comillas en el aire con pereza.
— Mi jefe, mi patrón. —
Aquellas palabras se hundieron en su conciencia con lentitud. Su jefe, su patrón, una mafia. Tenía una deuda con un mafioso.
— Mira Toto, te la voy a hacer simple porque no me gusta dar vueltas, le debes demasiada guita y no la va a dejar pasar, eras un buen comprador y solo por eso te permite seguir vivo. Como dije, tenes dos opciones, trabajar para él o plomo en la frente. —
La palidez en el rostro del chico de ojos marrones empeoró sus ojeras, su mirada mostrando decaimiento y miseria.. Por un segundo, Eze sintió compasión, pero luego recordó que él se había metido y había llegado a donde estaba.
Él es un adicto.
— Tenes doce horas para pensarlo. Te traje tu última entrega... La voy a pagar yo, lo último que necesitas es que se agrande lo que debes. —
Oikawa aún miraba un punto fijo sobre su mesa, su mirada ahora borrosa a causa de lágrimas que comenzaron a caer con velocidad sobre sus blancas mejillas. Zeque mordió su labio inferior bajo su barbijo, frunciendo el ceño para aguantar las ganas de abrazarlo. Por más que no sintiese nada por el muchacho, tenía un aspecto de desamparado al que cualquiera desearía poder ayudar.
— Comunicame tu decisión más tarde. —
El vendedor se levantó de la silla, dirigiéndose a la puerta una vez más. Antes de abrirla, con una mano en el picaporte, dudó por unos segundos antes de voltearse a dirigirle unas últimas palabras.
— ... Si necesitas algo, también escribime. —
Y así sin más, abandonó el lugar, posteriormente el edificio para retornar a las calles.
Ezequiel. Eze. Ese. S.
Sacó su celular, este iluminando su rostro ya que había atardecido, para comunicarse con su jefe.
