Encanto.

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Selene era una niña de tan solo cuatro años cuando piso por primera vez el extraño pueblito de Encanto. Todos parecían tan felices, era todo tan pacifico, las flores estaban en su pic de belleza, los niños corrían de un lugar a otro. 

No, ella no llego de la nada al pueblo. De hecho, estuvo más o menos una hora desmayada a las afueras de este. Entre árboles, y un pequeño rio que se juntaba frente a ella.

Alguien que al parecer quería estar lejos del pueblo la encontró, la despertó con un poco de cuidado. Y le preguntó quién era.

La respuesta solo fue un "Selene", pero eso pareció bastarle. Como si estuviera acostumbrado a que los demás no hablaran mucho con él.

Así que la levanto, la tomo en brazos y se encaminaron al pequeño pueblo.

- ¿Quién es la pequeña Bruno? - Preguntó alguien al hombre que había ofrecido a la pequeña un poco de ayuda.

Y cabe decir que esto era realmente extraño ¿no? porque ¿Quién en su sano juicio se acercaba a Bruno? La mayoría sabía que no debía estar cerca, por sus profecías. 

"Es mejor mantenerse lejos"

Una mueca.

Eso fue lo que apareció en la cara de la niña cuando alguien intento soltarla de los brazos de Madrigal. ¿Eso fue odio en su mirada? ¿Por qué no quería que nadie se le acercara? 

- Pues es seguro que alguien la está buscando ¿no? - Dijo Bruno caminando con ella - Un niño no aparece de la noche a la mañana.

Selene le explico al hombre unas tres veces que no iba a encontrar a su familia, pero él no le hizo caso. Recorrieron el pueblo entero en busca de alguien que conociera a la de ojos plomos. 

Nadie la conocía.

Y como ya era tarde y no pensaba dejar a una niña sola, fue llevada a la gran casa Madrigal. 

Al entrar sintió esa extraña calidez que le daba su abuela, ah... como extrañaba a su familia en estos momentos. Miro con atención la pequeña vela que se encontraba en una ventana. Eso era lo que transmitía ese sentimiento.

Lo que transmitía la magia que en algún momento tuvo su abuela.

La pequeña se removió un poco nerviosa en los brazos del hombre, quien se puso rígido cuando vio a quien parecía ser la persona a cargo. Ella no venía sola, no claro que no, la acompañaban quienes parecían ser su familia. 

- ¿Quién es la niña que te acompaña? - preguntó con curiosidad una de las mujeres.

- ¿Quién es la niña? ¿Quién es la niña? - Esta vez fue dicho por un niño algo pequeño, que parecía tener una edad cercana a Selene.

- No lo sé... 

Fue una respuesta, clara y concisa. A la menor le gusto ¿Para que andar con rodeos? A los aldeanos con los que vivía antes les encantaba eso. Nunca llegaban a lo que querían y ella lo odiaba.

El pobre que la ayudo la dejó en el piso con cuidado y habló con (Según entendía la menor) su familia. Una pequeña discusión comenzó. "No puedes traer a un niño que te encontraste" "¿Qué dirán sus padres?" "¿Estaba sola a las afueras del pueblo?"

- Dolores - Llamo la mayor de la casa, en unos segundos apareció alguien nuevo en su campo de visión - ¿Sabes si alguien busca una niña?

- No se ha perdido ninguna niña, y nadie busca a alguien perdido - la pequeña miro con atención a quienes vivían en la casa.

- Y tampoco encontraran a alguien - Dijo con un poco de dificultad - A no ser que alguno tenga la habilidad de ver a los muertos. - Una pequeña risa abandono sus labios, una bastante nerviosa.

No es una MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora