Capítulo 5.

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17 de Enero.

Martes.

12:48 p.m.

Los Ángeles.

La casa de los Smith.

Estaba en la sala de los Smith revisando todo lo que le pedí a Stefan, me pidieron que me quedara a almorzar con ellos para compensarme por lo de mi brazo por lo que yo acepté. Los hijos de Stefan se encontraban muy atentos a todo lo que yo hacía, incluso me dijeron que si quería acostarme en una de sus camas para descansar un poco. Controlé que todo estuviera bien, tanto los papeles y los documentos, después de que guardara las cosas en mi bolso viene Perséfone a hablarme.

-¡Hey!, ¿Cómo te encuentras?.- se sentó a mi lado con una sonrisa.

-Bien.- la miré con una pequeña sonrisa.

-Me alegro y, otra vez, lo sentimos tanto por lo que te pasó.- me miró preocupada. Perséfone junto a sus hermanos no habían dejado de pedirme disculpas en lo que restaba de la mañana hasta el mediodía.

-Tranquila, ya pasó. Sigo viva por lo menos.- bromeé con una pequeña sonrisa.

Ella rió y se me quedó viendo. -¿Estás bien?.- pregunté confundida.

-Si, es solo que... Nada, olvídalo.- negó con la cabeza mientras reía nerviosa y se levantaba del sofá para irse. La detuve agarrándola de la mano y hice que se siente a mi lado otra vez.

-¿Qué te pasa, Mi Perséfone?.- la miré preocupada poniendo mi mano en su mejilla para que me mire. Al parecer le agradó como la llamé por que se le iluminó el rostro y me miraba con alegría.

-Es que, quiero...- tartamudeo desviando la mirada.

-¿Quieres que?.- susurré incitándola a decirme lo que quería.

-Quiero besarte. Desde ayer que te vi en el bufet de abogados de mi padre.- susurró nerviosa y agachando la mirada.- Sé que yo seguramente no te gusto por mi cuerpo, ya que tengo un poco de panza y no soy del todo delgada, y tengo queratosis pilar en los brazos. Por eso usualmente a las personas les gusto por mi cara o mi dinero, entiendo... entiendo que posiblemente tu no me quieras besar...- la corté agarrándola despacio del cuello y besándola. Lo que había dicho confirmaba mis sospechas, se creía inferior por las inseguridades que tenía, eso no me gustaba. Yo pasé por eso, y me costó mucho quererme y querer mi cuerpo. Ella es bellísima y no quiero que se sienta así.

Ella me siguió el beso torpemente, trataba de agarrar mis labios con los suyos pero le costaba un poco. Puse mi mano izquierda en su muslo izquierdo masajeándolo suavemente y apretándolo un poco, ella llevaba una falda de vuelo que le quedaba como cinco dedos arriba de la rodilla dándome el espacio suficiente para poder tocar su piel suave y algo bronceada. Sus labios eran el puto paraíso, suaves, carnosos y rosados; podría pasarme la vida entera besando estos labios.

Nos seguimos besando mientras yo metía mi mano adentro de su falda para poder acariciar la parte interna de su muslo, al hacerlo soltó un gemido ahogado en mi boca. Dios, era tan magnífico escucharla gemir, quiero conocer sus puntos débiles y lo que la hará gemir. No quería tocarla demasiado sin su consentimiento, no quería que se sintiera presionada o incómoda.

Cuando nos quedamos sin aire tuvimos que separarnos, yo la miré con ternura ya que parecía demasiado nerviosa. -Eres bellísima, y me hubiera encantado besarte en el primer minuto en el que te vi.- no mentía pero tenía que medir mis palabras ya que no la quería ilusionar con que tendría una historia de amor conmigo, yo no soy así, si estoy con alguien es solamente físico.

-Gracias, Mi Lilith.- me dió una gran sonrisa mientras trataba de recuperar un poco el aire.

Un carraspeo nos hizo salir de nuestra burbuja, era Amón. -La comida está lista en el jardín.- nos dió una sonrisa divertida y se fue por donde vino.

-Deberíamos ir.- volteé a ver a Perséfone con una pequeña sonrisa.

- Si, vamos.- me dió una sonrisa.

Nos levantamos del sillón para dirigirnos al jardín. Cuando llegamos vimos a Stefan con sus hijos hablando entretenidamente mientras sacaban la carne de la parrilla, se percataron de nuestra presencia y nos dijeron que nos acerquemos.

Cuando nos acercamos pudimos oler el maravilloso olor de la carne, olía espectacular. -Wow, huele delicioso, Stefan. Me sorprende que tú lo hayas hecho.- sonreí para ver la mesa repleta de salsas, ensaladas y un recipiente grande que tenía ravioles recién hechos, parecían caseros.

-Es por que yo no lo hice, Lilith.- Stefan rió llevando la carne a la mesa.

-Entonces tengo que felicitar a la sirvienta.- sonreí. La sirvienta la conocí hace como una hora, es bastante agradable. Es una mujer de 49 años y tiene dos hijos.

-No fue ella, Lilith.- mencionó Stefan acomodando un poco el carbón de la parrilla.

-Oh entonces ¿A quien debo felicitar?.- lo miré confundida mientras me sentaba.

-A mis hijos, Hefesto y Zeus.- sonrió orgulloso mientras se sentaba y los señalaba.

-Wow ¿Saben cocinar?.- los miré sorprendida. Ellos asintieron mientras sonreían.

Se empezaron a servir la comida así que decidí hacer lo mismo. -Stefan, mencionaste que tienes 17 hijos. ¿Y los demás?.-pregunté confundida ya que no habían más personas en la casa.

-Algunos trabajando y otros con chicas o en algún lugar.-dijo comiendo un trozo de carne.

Asentí y seguí comiendo hasta que Hefesto soltó los cubiertos bruscamente sobre su plato. Lo miramos mientras él miraba a su padre con cierto enojo.

-Están trabajando por que unos idiotas nos están dando problemas en Roppongi, Tokio, Japón.- mencionó con una sonrisa forzada hacia su padre.

-No están con otras chicas, padre.- Osiris miró serio a su padre. 

Stefan miró a sus hijos algo confundido por la actitud de ellos. De repente su rostro se transformó en una de preocupación y culpa. -Claro que mis hijos no están con otras chicas, simplemente era un decir. Lamento haber dicho tal cosa.- sonrió algo nervioso.

Simplemente seguí comiendo sin darle importancia a ese asunto, no me tengo que meter en lo que no me corresponde.

[...]

14:09 p.m.

Después de la comida en casa de Stefan, Eros se ofreció a llevarme a mi casa ya que el parabrisas de mi auto estaba roto, Stefan me dijo que lo va a mandar a arreglar como un favor por lo que pasó.

Cuando llegamos a mi casa se había sorprendido de donde vivo. -¿Tú vives aquí?.- Eros me miró sorprendido mientras asentía con la cabeza. 

-Tengo una cabaña con mis hermanos en este bosque. Venimos a veces a despejarnos del trabajo.- me explicó al verme confundida.

-Oh, podríamos juntarnos algún día.- mencioné y sonreí un poco. Él me miró con una gran sonrisa mientras asentía emocionado.

Cuando él se fue, me fui a la cocina a sacar el helado que compré ayer para comerlo mientras miraba una película. Luego a la tarde iría a hacer las compras. Me acomodé en el sofá y puse Scream de 1996, me gusta mucho esa saga, así que decidí verla.

A la tarde me levanté para ir a hacer las compras al super, llevaba una lista con todo lo que necesitaba. Agarré otro de mis autos, conduje hacia la ciudad para ir al supermercado.

Después de terminar las compras me fui directo a casa y acomodé todo en la heladera y en las gavetas, cuando terminé me fui a bañar y ya eran las ocho de la noche así que decidí hacerme un pollo al horno con papas redondas también al horno. Para las casi diez de la noche ya tenía mi comida así que decidí comerla mientras veía Scary movie.

Cuando me fui a dormir no pude dejar de pensar en lo que me dijeron hoy los chicos, y carajo, tampoco el beso con Perséfone. A decir verdad ellos eran muy guapos y parecían hablar en serio con lo que me dijeron hoy.

Planeaban hacerme suya, pero lo que no tenía en claro era que ellos también iban a ser míos.

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