Helena
— ¡Mira, ahí es! —gritó Carla cerca de mi oído. Odiaba eso.
— ¿Ese no es...? —me encogí de hombros. “Yo qué sé quién es”. Entrecerré los ojos para visualizar mejor… ahhh…
— ¡Hola Marcos! —saludé de forma amable.
— Hola enana, me alegro de verte —me dedicó una bonita sonrisa burlona.
— ¿Marcos? No te había ni reconocido… Has cambiado mucho. Flipo —aseveré en un tono confuso.
— Es bueno el cambio, ¿no te gusta? —giró sobre sí mismo.
— Vale, “Brad Pitt” —dije con un deje irónico— ¿Dónde ha quedado ese Marcos alto, delgado, enclenque y gruñón?
— Lo de gruñón lo sigo conservando y el resto pues digamos que formó parte de una etapa —Marcos se encogió de hombros.
Me sabía más o menos lo que le había pasado. El amor nos hace débiles en un momento.
— ¡Wow! Increíble historia. Cuéntame más.
Marcos era de esas personas que siempre tenían que contar. No se callaba ni debajo del agua. Es un poco raro, pero los “raros” somos los mejores.
Aunque a veces creyésemos que las historias que contaba se las inventaba por lo ridículas o impresionantes que parecían, lo cierto es que nadie estuvo allí salvo él para corroborar si lo que decía había ocurrido realmente o no.
Marcos era un tipo duro, no se cortaba ni un pelo y solía hablar sin tapujos. Me cuesta todavía asimilar no dirigirme hacia él y no pensar en una ONG. Ahora más bien parece recién salido de un anuncio de colonias.
El viento feroz acariciaba suavemente su cabellera castaña rizada. Su camisa color azul marino junto con su pantalón azul oscuro hacían juego. Sin embargo, lo que destacaba realmente era aquel cinturón de piel junto con sus mocasines favoritos de cuero negros que según él, "eran los de la buena suerte".
Marcos procedió a sacar las entradas, mientras el portero se dedicaba a revisarlas una a una. Clara estaba hablando por teléfono, era como si el tiempo se hubiese detenido por unos segundos. Entrar allí me hacía ruborizarme de inquietud, más bien de incertidumbre.
Éramos aquella gigantesca puerta y yo, no había marcha atrás.
Mi mente todavía no procesaba que detrás de esa puerta tendría que poder tener el valor suficiente para dejar de ser yo y convertirme en otra persona que a estas alturas ni yo sabía que existía. “Hoy toca dejar de fingir”.
— Entremos —exclamó Marcos—. Helena, espabila que te quedas atrás.
— Allá vamos... —había llegado el gran momento.
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El éxodo de un viaje inolvidable
Teen FictionCuenta la historia de Oliver, un joven de 20 años que comienza a conocerse a si mismo y a enfrentarse a sus miedos, por primera vez se da cuenta de que los temores que lo acongojan, provienen desde fuentes externas irremediables, por lo que empieza...