3.

4 0 0
                                    

Había llegado el dichoso sábado y en unas cuantas horas Kalila pasaría a recogerme, me encontraría con Dominic y Theo en el lugar de la fiesta, éste último había estado tan feliz por la invitación que recibió unos cuantos regaños por parte de Dominic quien aseguraba que no lo dejaría probar ni una gota de alcohol.

-Adeline, necesito que estés lista en 2 horas, mi hermana no es buena esperando, te lo digo desde ahora. ¿Tus padres no te dijeron nada? -preguntó Maddie a través del teléfono.

-Sólo dijeron que después de que Kalila nos fuese a buscar también no había problema. Claro, que llegáramos a más tardar a las dos de la mañana -respondí.

Mis padres me tenían demasiada confianza y era algo que realmente agradecía y valoraba. Eso no quiere decir que no fuesen estrictos, sólo lo eran de forma poco convencional. Además, también confiaban en la novia de su hijo.

-Amiga, qué libertad, igual dudo de Kalila salga a buscarnos a esas horas. Bueno, ya sabes, bye, nos vemos más tarde -dijo la chica para enseguida colgar.

Las dos horas de preparación pasaron demasiado rápido o tal vez yo me tardaba más de lo esperado alistándome. Había decidido ponerme una falda corta ajustada, una blusa corta y unos botines, todas las prendas de color blanco. Nada muy llamativo a decir verdad.

Cuando llegó Kalila junto a Maddie tuve que salir rápidamente, ninguno de mis familiares estaba en casa así que me aseguré de cerrar la puerta con seguro para luego subir al auto. Minutos después nos encontrábamos ya en casa de Marco, el chico de la fiesta.

Cuando entramos, el olor a alcohol era inconfundible, había toda una mesa en la sala llena de bebidas mezcladas con alcohol, cócteles y demás, y en otra un poco más pequeña habían algunos pasabocas, no dudé en acercarme y comer uno.

Ciertamente había una cantidad considerable de personas pero no las suficientes como para ser asfixiante, se podía caminar con demasiada facilidad para mi propia suerte. Al subir al segundo piso donde estaba una mesa de billar y otra de futbolito nos encontramos con Theo y Dominic viendo jugar a otros chicos. Ambos estaban vestidos de forma casual, mientras que nosotras dos estábamos vestidas prácticamente igual, sólo que Maddie llevaba unas sandalias y su ropa era de color azul oscuro.

Algunas horas después, todos habían desaparecido de mi vista, aparentemente ocupados en algo más interesante que sentarse a mi lado. Había tomado algunos vasos de cóctel y ya me encontraba un poco mareada, así que decidí ir a la cocina a buscar un poco de agua, tomar un poco de aire y reponerme.

Para mi sorpresa, recostado en la barra de la cocina se encontraba Ángel, quien parecía estar haciendo algo en su celular. Intenté pasar desapercibida pero, apenas dí un paso, él alzó su vista y clavó sus ojos en los míos.

-Hola, ojitos, no esperaba encontrarte aquí, y menos de esta forma -pronunció lo suficientemente alto para que yo escuchara con su acento característico al igual que Theo.

Estaba vestido con un hoodie blanco y un jean negro, tenía cabellos pegados en su frente por el sudor y su rostro lucía algo cansado.

-Me gustaría que no me llamaras así -Fue lo único que se me ocurrió decirle.

-¿Y eso por qué, ojitos? -preguntó con gracia, mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo y secaba su frente.

-Lo hiciste de nuevo -acusé -. Simplemente no me gusta, prefiero que me llames por mi nombre.

-Pero nunca me has dicho tu nombre, ¿cómo lo sabría? -dijo el pelinegro con inocencia.

-¿No lo sabes? Pero yo sí sé el tuyo y estoy segura de que en clases siempre mencionan mi nombre cuando toman la asistencia.

Sabiendo que somos y seremosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora