Capitulo 14.

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Meritxell me pasó una foto de su documentación para poder enviársela a mi padre, Meritxell Dimou García, ¿Dimou? ¿De donde narices era ese apellido? No pude evitar buscarlo, Grecia, ¿Su padre era griego? No quería ser indiscreta ya que ella apenas hablaba de su familia y las veces que había estado en su casa sus padres no estaban allí. Su familia para mí era un auténtico misterio. Le pase todo a mi padre y me fui a entrenar con Mara al gimnasio, bueno yo iba a enterar y ella a hacerse fotos para subir a Instagram, para que todos sus seguidores vean que está en el gimnasio.
— ¿No te cansas de correr por una cinta sin avanzar a ningún lado? — preguntó Mara jadeando mientras intentaba seguirme el ritmo.
—No— sonreí—, de hecho, prefiero mil veces esto a eso—dije mientras señalaba a las pesas—, y también lo hago.
—Pues que pereza—respondió mientras intentaba parar la cinta—¿Y esto como se para?—preguntó mientras le daba golpes a la máquina frustrada.
—Espera—pare mi cinta y fui a ayudarla—, no es tan difícil ¿Lo ves?
—También me la había encendido tú—puso los ojos en blanco y da bajo de la cinta—, y ya tengo una 80 fotos con varios looks, así que no te acompañaré más aquí—me dijo sonriente.
—Osea que en esa mochila—señale la mochila verde de la esquina que había traído—, tienes 300 looks—me reí.
—Tengo siete, y para subir stories como que vengo al gimnasio son suficientes—se puso la sudadera encima de su top negro deportivo y se dirigió a su mochila—, no te lo tomes a mal, pero me parece una perdida de tiempo y dinero venir aquí.
Yo comencé a ponerme mi sudadera y recoger mis cosas para irnos a casa.
—Si no te gusta el deporte es lo que pasa—me encogí de hombros.
—Te recuerdo—empezó y me puso su dedo índice en el pecho—, que me pase tres años de mi vida en natación—continuó entornando los ojos—, yo he sido deportista—concluyó orgullosa.
—No fueron tres, estuviste un año y medio—la corregí—, y lo dejaste porque tú profesor buenorro de natación se fue.
—Hugo te lo ha dicho antes de venir ¿Verdad?—hizo una mueca de enfado y yo simplemente asentí con la cabeza— Ese traidor...—murmuró.
Salimos del gimnasio y fuimos a un bar a desayunar, se lo había prometido para que al menos me acompañase un día a hacer deporte, aunque ella solo estuvo diez minutos. Ella se relamió al ver las tostadas que había pedido con tomate y aguacate.
— ¿Cómo van las cosas con tu rubia?— preguntó mientras daba un mordisco a su tostada.
—Pues bien, la semana que viene vamos a buscarme un vestido para la boda— Ella me miró confusa—, es que ella me ha dicho que ya tiene algo que ponerse para ese día por eso he dicho buscarme y no buscarnos—aclare.
—¿Y voy a poder ir con vosotras?—puso cara de cachorrito, sabiendo que iba a ser un sí de cualquier manera.
—Por supuesto.
—¿Y cuando le vas a conectar lo de...?—la corté antes de que terminase la pregunta.
—No lo sé. Aún queda bastante.
—Lilith, no queda tanto—negó con la cabeza—podrías comentárselo en Italia o bueno en el avión de vuelta.
—No sé que haré—suspiré—, ya veré cómo se lo digo.
Noté que mi móvil comenzó a vibrar, lo saqué del bolsillo y vi una foto mía de bebé con mi padre, descolgué y me acerqué el teléfono a la oreja.
—Al final veo que vienes con una amiga—empezó—, no voy a poder conocer a ese chico misterioso al que estás conociendo—soltó una pequeña risa.
—Papá, en realidad...—me cortó.
—Es que el nombre de la foto está borroso, te llamaba para ver si lo he escrito bien—te lo deletreo ¿Vale?
—Vale—dije apenas convencida.
—M - E - R - I - T - X - E - L - L, ¿Está bien escrito?
—Si, pero papá yo quería decirt...—me volvió a cortar.
—A tú madre le llegarán los billetes y la reserva del hotel, un beso, te quiero—me colgó.
—Ag que frustración—dije desesperada y Mara me miró muy confusa—, es imposible decirle a mi padre que la persona a la que estoy conociendo es Meritxell—expliqué y ella se rio.
—Creo que en el fondo lo sabe, pero no quiere verlo.
—Yo me voy a casa Mara, tengo que ducharme.
—Mañana te veo—me dio un beso en la mejilla y me fui para casa.
Cuando entre y vi a Bruno en mi sofá no daba crédito, le di dos besos, pero no puede evitar preguntar con un tono bastante poco educado.
—¿Que coño haces aquí?
—¿Te acuerdas lo que te conté de...?—se señaló las costillas.
—Sí.
—Ha vuelto a pasar.
—¿Cómo? Si ya no vives con tus padres—enarqué una ceja.
—Fui a recoger algo de ropa y mi padre me vio—suspiró—y ha pasado.
—¿Y que haces aquí? Te dije que fueras a la policía, yo no puedo hacer nada.
—Es que solo me siento seguro y bien contigo.
Estaba bastante confusa con la situación.
—Yo no quiero tener mucho contacto contigo—respondí—, es cierto que te tengo cierto apreció, y te ayude a buscar casa, pero no quiero que vengas a mi casa cada vez que tienes un problema así. Lo lógico sería ir a la policía. Así que —me acerqué a la puerta—, creo firmemente que deberías irte—abrí la puerta e hice un gesto con la mano para que saliera.
—No me voy a ir sin antes hacer esto—me agarró de la cintura, me acercó hacia él y me besó.
Me aparté rápidamente e instintivamente le di un bofetón.
—¿Me has pegado?—preguntó incrédulo.
—Estoy saliendo con alguien—aclaré y le empujé hacía afuera de mi casa—, creo que no deberías seguir buscándome—terminé mientras cerraba la puerta.

Cuestión de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora