MERITXELL.
Seguí a Lilith hasta el ascensor del edificio y mientras lo esperábamos no puede evitar preguntar.
—¿Dónde vamos?—pregunté con excesiva curiosidad.
—Es un secreto—repitió.Me crucé de brazos enfurruñada porque no me lo decía y entramos al ascensor. Cuando salimos del edificio vi el coche de Marcos y miré a Lilith con una enorme cara de confusión. Ella me agarró la mano y tiró de mí hasta el coche de Marcos, quién no me dijo nada, simplemente subió al coche y arrancó.
—¿Dónde vamos?—les pregunté a ambos, pero me ignoraron por completo.
—¿Has traído lo que te di?—preguntó Lilith.
—Si, está en el maletero—respondió Marcos—. Mara... ¿Estará ya allí?
—Sí. Lleva un rato esperándonos.Yo me dedicaba a mirarlos bastante confusa, pudimos estar dos horas metidos en el coche, ya ni siquiera estábamos en Madrid, ¿Y Mara nos estaba esperando? Además de que media hora antes de que el coche se parase me habían vendado los ojos.
—¿Se puede saber dónde estamos?—Pregunté, mientras me ayudaban a salir del coche aún con los ojos vendados.
—¡Por fin habéis llegado!—exclamó Mara, aunque no podía verla, su voz era inconfundible.Me ayudaron a entrar en lo que supuse que era una casa. Escuché murmuros y en ese instante me quitaron la venda de los ojos.
—¡Felicidades!—gritaron todos al unísono.
Me quedé paralizada en el momento, hasta que Marcos no me dio un toque en el hombro, no había conseguido reaccionar.
—Gra-gracias—conseguí decir por fin.Éramos los mismos que en casa de Marcos el día de su cumpleaños, exceptuando a Lara que ya se había vuelto a Barcelona, en su lugar había un chico al que sabía que no había visto antes, se acercó a presentarse.
—Soy Carlos—me extendió la mano para estrecharsela—, el mejor amigo de la loca que tienes por novia.
—Encantada—me reí y le estreché la mano.Después me giré hacia Marcos y le fulmine con la mirada.
—Sabes que nunca celebro mi cumpleaños—dije entre dientes.
—Pero te encantan las escapadas a casas rurales—me sonrió—, antes de que digas que no tienes ropa, que sepas que hay una mochila en mi maletero.
—¿Y de dónde has sacado tú mi ropa?—pregunté confusa.
—Te recuerdo que fuiste tú la que me diste esto—sacó de su bolsillo una copia de las llaves de mi casa.
—Te odio—dije en apenas un murmuró.
—Tu disfruta de la vida un poco, solo estaremos hoy por la noche y mañana a las doce de la mañana nos vamos—sonrió—. Ahora voy a por tú mochila y la de ella—señaló a Lilith con la cabeza—, y os ponéis el bañador, tenemos piscina, mini, pero tenemos—salió corriendo hacía el coche a pesar de que estaba enfrenté de la casa.Nos trajo las mochilas y nos indicó donde había una habitación para cambiarnos, ella pasó al baño de la habitación para cambiarse, pero no cerró la puerta, no sabía muy bien que decirla, así que agradecí bastante que ella rompiera el silencio.
—Espero que no te haya molestado está mini fiesta sorpresa—escuché como le salía una risita nerviosa.
—No me ha molestado—suspiré—. Pero hace años que no celebró mi cumpleaños.
—¿Por qué?— Preguntó mientras salía ya cambiada con un bikini azul celeste.
—Po-porque—mis ojos la recorrían de arriba abajo, se había recogido el cabello en una coleta, y se podían apreciar mechitas rubias en su cabello castaño—. Te queda muy bien ese bikini—olvidé por completo lo que la iba a responder.
—Gracias—sonrió—. No me he olvidado de la pregunta ¿Eh?— se rio.
—Hace años que no lo celebro, porque para mí es un día más—me encogí de hombros—. Cuando mis padres empezaron a hacer viajes de negocios, yo me quedaba con mis tíos, tenía doce años cuando empezaron a ir a viajes de negocios, y por mí cumpleaños nunca están, me mandan un mensaje de que me quieren mucho y me mandan cincuenta euros cada uno—me rodeó los hombros con su brazo y me apretó hacia ella—. Marcos sabe que a partir de los trece años deje de lado las celebraciones de cumpleaños, hoy cumplo diecinueve y tampoco es que me haga especial ilusión salir con toda esa gente que hay en el salón.
—Siempre podemos quedarnos en la habitación si quieres—me dijo sonriente—. Tenemos cama, televisión, baño y una mini nevera en esa esquina—señaló una de las esquinas que teníamos a la espalda—, que le pedí a Mara que llenase de refrescos—se levantó y abrió la mini nevera y efectivamente estaba llena de Coca~colas, nesteas, y cervezas.
—Primero creo que me gustaría darme un baño en la piscina—sonreí—, no puedo ser la única que vea lo bien que te queda ese bikini.
ESTÁS LEYENDO
Cuestión de dos.
Teen FictionA veces el amor, no es como una se espera, esta es la historia de Lilith y Meritxell.