Capítulo 13.

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Meritxell.

—Eres tonta—me respondió Lara después de haberle contado la situación—, pero tonta de remate.
—Lara ¿Me vas a ayudar o solo me vas a llamar tonta?—Pregunté acomodando el móvil de manera horizontal para poder verla bien en la pantalla.
—Primero deberías aclarar que es lo que tenéis y después ya decides si quieres ir a la boda o no—sonrió—, aunque yo aceptaría, es Italia. Siempre has querido visitar Italia.
—No voy a aceptar únicamente porque visitaría Italia.
—Peor para ti—se encogió de hombros.
—Lara, ¿Tú irías a la boda de alguien solo por visitar un lugar?
—Sí. Si la boda fuese en Francia o Grecia, te aseguro yo que sí.—soltó una pequeña carcajada—. A ti lo que te pasa es que estás muerta de miedo.
—Pues sí, no te lo voy a negar. Pero entiéndeme.
—A ver, pequeño terremoto se nervios, si yo te entiendo, pero tienes que afrontar tus miedos. Llama a Lilith, invitala a casa y habladlo.
—Tengo una llamada perdida de ella—dije cabizbaja—, de ayer.
—La pobre debe estar preocupada y es lógico.
—Te llamó luego, y gracias por todo.
Ella lanzó un beso a la pantalla con la mano y colgó. Quizá debería llamar a Lilith, pero no me atrevía a hacerlo. Tenía su número de teléfono marcado, solo tenía que apretar para llamar, pero no lo hacía, miraba el móvil como si fuera algo nuevo en mis manos, pero el timbre de casa me trajo de vuelta a la realidad. Bloqueé el teléfono y lo lancé sobre la cama para ir a abrir, y cuando abrí y vi la cara de Lilith el pánico me invadió.
— ¿Puedo pasar?—preguntó arqueando las cejas.
—Eh, si, por supuesto—me hice a un lado y la deja pasar—¿Quieres tomar algo?
—No, gracias, solo quería hablar contigo y visto que no me llamabas, ni respondías a las mías, pensé que lo mejor era venir—concluyó sentándose en el sofá.
—No te lo vas a creer, pero estaba apunto de llamarte cuando has llamado al timbre—sonreí y vi como ella hacía una mueca, no se lo creía y era normal.
— ¿Voy directa al grano?— preguntó secamente y ese tono me dolió.
—Eh—dudé un momento antes de responder y tragué saliva—Sí.
—Exactamente, ¿Qué es lo que tenemos tú y yo?—Pues si que había ido rápido al grano...
—Esto, eh—no sabía que responderle—, no tengo ni idea.
— Te haré una pregunta mejor ¿Qué es lo que quieres que sea esto?—dijo señalandonos  a ambas.
—¿Una relación?—¿Acaba de responder a una pregunta con otra? Efectivamente lo había hecho.
— ¿Me lo estás preguntando?—soltó una pequeña risa sarcástica. Era obvio que la había molestado.
— ¿Sí?
—¿En serio?¿Otra vez? Mira, mejor me voy—se levantó del sofá dispuesta a irse de mi casa.
—No, espera—la agarré del brazo y la gire hacia mí—perdoname estoy un poco nerviosa—le di un beso corto y prácticamente la obligué a que se volviera a sentar.
—Esta bien—cruzó una pierna encima de la otra.
—Quiero que esto sea una relación—empecé—, pero una parte de mi tiene mucho miedo—suspiré—, sobretodo por la boda de tu padre.
—Lo de la boda lo entiendo—se retiró el pelo de la cara—, pero tú eres la que ha tenido otra relación con una mujer—empezó a jugar con sus manos, estaba nerviosa—. Yo también tengo miedo, bueno tenía mucho más miedo el día que nos besamos. Comprendo que lo tengas, pero yo solo venía a que aclaramos las cosas—vi como sus ojos se cristalizaban por sus lágrimas antes de continuar—. No quiero que te veas obligada a nada solo por un simple beso—las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas.
—Escucha—la cogí de la barbilla obligándola a mirarme y sequé sus lágrimas—, no me veo obligada a nada, no me siento obligada ni nada por el estilo. Me gustas Lilith—suspiré—, me gustas mucho y por eso estoy muerta de miedo.
— ¿De verdad?—preguntó mientras se limpiaba las lágrimas ella.
—Te lo prometo—le separé las manos y las agarré con fuerza—, si no fuese así, también te lo diría, pero necesito saber si tú realmente quieres esto. Estar conmigo.
Su respuesta fue un beso largo y apasionado.
—Entonces—empezó a decir al separse de mí—, ¿Vas a venirte a Italia conmigo?—preguntó y en su tono de voz se notaba la ilusión.
—No puedo pasarme toda mi vida sin hacer algo que realmente quiero, solo porque tengo miedo a lo que pueda pasar—sonreí.
— ¿Eso es un sí?— preguntó entusiasmada.
—Es un sí.
Ella me besó otra vez entusiasmada.
—Esta noche o mañana pásame una foto de tu DNI, para que mi padre pueda coger los billetes de avión—comentó cuando dejó de besarme, pero volvió a hacerlo, hasta que volvió a comentar—, o simplemente me pasas tú nombre completo y el número de DNI.
—La foto será más rápida.
—Perdón—se alejó un poco de mí—, igual te he incómodo con tanto amor de golpe.
—Anda ven aquí—dije agarrándole del brazo y trayéndole hacia mí. Y la volví a besar.
—En realidad—se apartó—, creo que debería irme a casa.
— ¿Y si te quedas a dormir?—sugerí.
—Pe- pe- pero—tartamudeo—, no tengo pijama, ni cepillo de dientes, ni nada.
—Te puedo dejar todo. No te preocupes, pero solo si quieres quedarte—me encogí de hombros.
—Me encararía quedarme a dormir aquí hoy—sonrió.
La presente un pijama que yo no usaba desde hace años, la quedaba sumamente bien, ceñido a su cuerpo perfectamente. No podía evitar mirarla, estaba como una niña pequeña mirando todas las cosas de mi habitación, se emocionaba al ver las Nintendos que tenía guardadas, y todos los juegos de mesa que tenía, debía ser todo un espectáculo mi habitación para ella y me encantaba verla con una sonrisa en la cara.
Era como ver a una niña pequeña con su juguete favorito, una sensación de paz me invadió al ver como se giraba y, me miraba sonriente por haber encontrado una foto mía cuando era pequeña, yo me limitaba a mirarla y sonreír.
Pedimos un par de pizzas para cenar y mientras pusimos una serie de fondo a la cual, apenas préstamos atención.
—Yo supongo que dormiré aquí—dijo mientras se acomodaba en el sofá.
—Pues es obvio que no, tú duermes conmigo. En mi habitación. En mi cama.
— ¿De verdad?— me preguntó sorprendida.
— Cuando te quedabas en casa de tu ex novio o el sé quedaba en la tuya ¿No dormiais juntos?—pregunté algo confusa.
—Sí, pero el primer día nos hicieron dormir en habitaciones separadas—se encogió de hombros.
—Aquí eso no va a suceder, anda, vamos a dormir.
Ella se tumbó en el lado de la pared, pero sus ojos me miraban a mí, tenía una cama pequeña, pero cambiamos las dos sin ningún problema, yo me arrope y me pegué a ella, mi mano estaba apoyada en sus costillas y mientras le acariciaba con el pulgar lentamente de forma dulce y cariñosa. Ella me dio un beso corto y cerró los ojos, yo me quedé mirándola unos minutos hasta que me quedé dormida.

Lilith.

Me desperté con los brazos de Meritxell aún rodeándome las costillas, sonreí al verla dormir plácidamente, conseguí levantarme de la cama sin despertarla, revisé las notificaciones de mi teléfono, pero no tenía ninguna, cosa que en cierta manera me alegro, pero también le disgustó. Llevaba casi un mes sin tener ni una sola noticia de Carlos, empezaba a ser preocupante no tener noticias de él, nunca habíamos pasado tanto tiempo sin hablar, eran las ocho de la mañana con lo cual él estaría aún sumido en un sueño profundo, así que no podía llamarle, aunque lo hubiera hecho, no hubiera respondido.
Meritxell salió de la habitación estirándose y bostezando, al verme sonrió y se acercó para sentarse a mi lado.
—Por un momento he pensado que te habías ido sin decir nada—dijo mientras terminaba de bostezar.
—No, solo he salido para ver si tenía noticias de Carlos, pero no hay noticias aún de él—hice una mueca de tristeza.
—Cuando él esté bien y pueda te llamará—me abrazó.
—Eso espero—suspiré.
Ella se levantó y fue a la cocina a preparar algo de desayuno.

***

Según llegué a mi casa, mi teléfono empezó a sonar. Carlos me estaba llamando, descolgué el teléfono.
—Hola—se escucho una risita al otro lado de la línea.
—Hola—respondí desconcertada.
—No me odies por no haber sabido de mí.
—Mientras que me digas que estás bien no pasa nada.
—Estoy bien. Muy bien—casi podía ver su sonrisa.
—¿Que ha pasado?—pregunté muy confusa.
— ¡Que vuelvo a vivir a Madrid!—dijo eufórico.
— ¿Qué? ¿En serio?—respondí entusiasmada.
—¡Sí!
Me contó todo, y yo no daba crédito, se había pasado casi un mes sin contactar con nosotros porque estuvo preparando la mudanza.
—¿Y algo interesante que me cuentes tú?
—Ayer dormí con Meritxell.
—¿Solo dormisteis?—la curiosidad se notaba en su tono.
—Si, Carlos, solo dormimos.
Se pudo pasar toda la tarde preguntando sobre lo que pasó con Meritxell y yo se lo conté absolutamente todo, hasta que tuve que colgarle para ir a una entrevista de trabajo.

***

—¿Qué tal ha ido?—preguntó mi madre según entre en casa.
—El lunes empiezo—sonreí.
Le mandé un mensaje a Mara para avisarle de que iba a empezar a trabajar en la tienda de Cites, aunque sabía que ella se pasaría todos los días que pudiese a verme, lo cual me daba un poco de miedo, más que nada porque ella hablaba por los codos y si me quería contar algo la veía capaz de hacerlo mientras trabajaba.
— ¿Y podrás ir a la boda de tu padre?—terminó preguntando.
—Les he dicho que en junio a mediados mi padre se iba a casar y me han dicho que no habría problema, que me darán esa semana de vacaciones y no habría problema.
—Por cierto, cambiando de tema ¿Sabes algo de Carlos?
—Sí, pero me ha dicho que no puedo decir nada al respecto.
Ella soltó un gruñido a modo de enfado.
—Esta bien. Mañana hablamos—dijo y antes de que pudiese responder ella ya había colgado.

Cuestión de dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora