ℭ𝔞𝔭𝔦𝔱𝔲𝔩𝔬 𝔗𝔯𝔢𝔰

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──Yuta, vamos a un bar ──propuso Doyoung mientras salían de la biblioteca, ya estaba anocheciendo y era viernes, perfecto para ir a beber para celebrar que el semestre no estaba acabando con ellos.

──Está bien, vamos.

Y se fueron para un bar que estaba cerca de la universidad, no había mucha gente así que se sentaron en la barra que estaba poco poblada.

Pidieron unas cervezas y se pusieron a hablar, aunque no hubiera nada de que hablar buscaban alguna tontería para decir.

Ya cuando el alcohol se hacía presente en el comportamiento de Yuta, Doyoung se reía mucho más, no decía nada coherente y eso lo hacía parecer ridículo. Pero cuando ya se pasó de copas era muy ruidoso y un poco molesto, se notaba que Yuta no soportaba mucho el alcohol.

──Yuta, será mejor que nos vayamos ──dijo Doyoung luego de pagar y vio que Yuta no se movía── Carajo, vamos Nakamoto ──y lo haló de la muñeca para que al menos se levantara de ahí cosa que logró.

──No te molestes, Doie. Si frunces el ceño se te harán arrugas en tu linda cara ──habló cuando ya estaban fuera del bar y el viento frío era un poco fuerte y hacía tambalear el cuerpo de Yuta.

──Dios, Yuta, cállate un año ──regañó con un poco de brusquedad y el otro bajó la cabeza como niño regañado, se notaba que Kim era fácil de exasperar, sin embargo a Yuta sólo le importó en ese pequeño momento porque luego de un minuto o dos siguió hablando y abalanzándose sobre el azabache que caminaba resignado hacia su departamento.

Mientras caminaban Yuta se tropezó y casi cayó de cara al piso de no ser porque Doyoung lo sostuvo de la cintura.

──Ay, que atrevido eres Dongs ──dijo Yuta con una sonrisa y el azabache bufó mientras lo levantaba y lo cargaba sobre su hombro para así llegar más rápido a su departamento.

Siguió caminando mientras el pelirrojo hablaba puras babosadas. Sinceramente si el chico que estuviera cargando no fuera Nakamoto lo hubiese tirado al Río Han o lo hubiese dejado abandonado en un parque.

──Y recuerda que la vida es un pene, a veces y sin razón se pone duro ──balbuceó cuando el azabache lo bajó porque estaban en el elevador.

──¿No te puedes dormir? ──preguntó luego de una pequeña carcajada por la tontería que había dicho el pelirrojo.

──No tengo sueño.

Al entrar al departamento Doyoung se lo llevó al baño para darle una ducha de agua fría. Yuta estaba lo suficientemente cuerdo cómo para hacer eso solo, así que lo dejó y se fue a su habitación a esperar al japones.

No tardó tanto en llegar así que le dio uno de sus pijamas para que se durmiera por fin y lo dejara descansar.

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Ya estaban los dos en la puerta de la casa de Nakamoto, para Doyoung fue más fácil llevarlo para allá a pesar de que Yuta se quejaba cómo un niño por el dolor de cabeza que tenía.

El pelirrojo tocó la puerta porque se le habían olvidado las llaves y luego de un minuto vieron a la señora Nakamoto del otro lado sonriéndole a su hijo, pero cuando vio quien lo acompañaba su sonrisa se tensó al igual que todo su cuerpo que casi temblaba ante la mirada del otro sobre ella.

──Mamá, él es Dongyoung. Dongs, ella es mi mamá... No te quedes parado cómo un tonto, pasa ──le dijo al azabache y éste con una pequeña sonrisa simpática hizo una reverencia hacia la señora y pasó con cuidado.

──Que gusto encontrarla otra vez, Aiko. Que buena casualidad ──habló cuando Yuta ya no estaba en aquel lugar.

──Sí, espectacular ──bufó mientras cerraba la puerta y veía al azabache mirar toda la sala notando que no había cambiado nada desde la última vez que la visitó. ──Sé que no soy nadie para decírtelo, pero, no le hagas nada a mi hijo.

──Oh, no se preocupe... Ahora es mi turno de cuidar a Yuta ──espetó con una sonrisa y la señora Nakamoto se congelo al ver el fuego aparecer en los ojos de aquel que se encontraba frente a ella.

Cuida a tu hijo ── 𝗗𝗢𝗬𝗨  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora