Promesas

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• Situado en un universo donde Baji y Mikey viven juntos, porque los quiero mucho y ya estoy harta de fingir que no quiero escribirles fluff a lo bestia.

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Mikey podía llegar a ser demasiado especial con algunas cosas. Aún le molestaba si no ponían una banderita en su almuerzo, o que lo despertaran mientras tomaba su siesta, pero una cosa más se había agregado a su lista y, para desgracia de Baji, era el único que podía cumplir con ese capricho.
—Mikey, me estoy muriendo de calor—se quejó Baji, sintiendo como una gota de sudor escurría libremente por su frente; incluso tuvo que amarrar su cabello para que no le molestara al dormir, pero no contaba con que sería atacado por el Rey de los koalas esa noche.
—No me importa—respondió en tono ofendido. Se encontraba sobre su costado, abrazando a Baji con brazos y piernas, y con un puchero que nadie le quitaría en horas. —Puedes dormirte si quieres, pero no te voy a soltar, es tu penalización.
—Fui a tomar algo con Draken ¿desde cuándo eso es un delito?
—Haz lo que quieras, yo sólo te pedí una cosa, Keisuke, y no te importó.
Keisuke. Keisuke. Keisuke. Desde que comenzó a llamarlo así a diario, ya no sabía si realmente estaba enojado con él o simplemente le estaba hablando. Antes era más fácil, a veces extrañaba cuando le decía "Baji" y podía distinguir su humor con eso.
—Mikey, me disculpé desde que llegué a casa. Ni siquiera quisiste ver tu programa por seguir con este drama.
—No lo ví por tu culpa.
Baji suspiró y finalmente se liberó de los brazos de Mikey para poder salir de la cama. Parecía que el rubio estaba a dos segundos de reclamarle por tal atrevimiento, pero entonces Baji extendió sus brazos en una invitación a que se acercara, sonriéndole.
—Vamos al sofá, al menos ahí puedo poner el ventilador.
Mikey se levantó de un brinco, apresurándose sobre el colchón y saltando a brazos de Baji, con una clara expresión de felicidad en su rostro. Se abrazó a su cuello, mientras que con sus piernas rodeaba su cintura, Baji le ayudó a mantenerse en su lugar sosteniéndolo de ambas piernas y, con cuidado, salió de la habitación en dirección a la sala. Prendió el ventilador de piso que se encontraba junto al televisor y, entre risas de ambos, encontraron la manera de que Baji se sentara sin tirar a Mikey de su regazo.
—Mañana te dolerá el cuerpo si nos quedamos dormidos así—advirtió Baji, disfrutando de la pobre brisa que llegaba hasta él.
—¿Y puedo faltar a clase si no me siento bien?
—No creo que funcione así cuando eres el maestro.
—Tú puedes dar la clase por mí.
—Es TU grupo de gremlins, tú me lo peleaste para tenerlo ¿recuerdas?
—Es cansado trabajar en un doujo.
—Izana es quien va diario, tú sólo vas cuando le toca a los grupos de niños—La risa de Baji le valió un pellizco por parte de Mikey. —¡Hey! ¡No hagas eso!
Mikey ignoró la queja y se acomodó, soltando un poco el abrazo que mantenía en el cuello de Baji, y recargó su cabeza en una posición más cómoda. Baji tenía entrelazadas sus manos en la espalda baja de Mikey, y había comenzado a mecerse con suavidad de un lado a otro para hacerlo dormitar.
—Lo estás haciendo a propósito...—murmuró Mikey, sus ojos comenzaban a ceder ante el cansancio, y el otro esbozó una sonrisa al escuchar el nuevo reclamo de Mikey.
—¿Tú crees?—respondió, irónico. —Yo también tengo que dar clase mañana ¿sabes? Vamos, duerme.
La condición que le había puesto Mikey cuando aceptó su propuesta de vivir juntos, fue que Baji prometiera que siempre estaría en casa para recibirlo. Su vida había sido bastante ruidosa gracias a sus hermanos, a su abuelo, los chicos del doujo, los amigos de sus hermanos de visita a deshoras, y sus propios amigos llegando como perro por su casa para verlo.
Una sensación extraña lo invadía cuando se encontraba solo en casa, y lo odiaba.
Cuando Baji rompía con su promesa, terminaba con Mikey pegado a él como “penalización”. Cualquiera pensaría que cualquier otra persona haría lo contrario, enfurruñarse y alejarse; pero para Mikey, era importante sentir a Baji cerca de él, aunque lo tomara de manera muy literal al no poder distinguir el sentimiento de vacío que tenía cuando se encontraba completamente solo. Hubo algún momento en que pensó en dejarlo por la paz, después de todo, perdonaba a Baji con facilidad aún si lo hacía enojar en niveles extremos, pero cuando no obtuvo ninguna queja de él y, en su lugar, siempre aceptaba su castigo con los brazos abiertos, pensó que tal vez no era tan malo después de todo.
Además, tenía más razones por las que le gustaba cuando Baji se acurrucaba con él hasta que se quedara dormido: le susurraba con una voz más dulce al oído, lo llenaba de besos perezosos que repartía desde su rostro hasta la piel expuesta de su hombro, y a veces repartía caricias en su espalda, formando figuras al azar que terminaban causándole cosquillas. Aunque había algo que seguía siendo un misterio para él…
—Cielo, te llevaré a la cama ¿vale?
Solo cuando Baji pensaba que estaba más dormido que despierto, le llamaba con toda clase de apodos cariñosos que jamás había usado antes con él. La primera vez que lo escuchó decirle de esa manera, Mikey sintió que estaba demasiado cansado como para reírse y hacerlo enfadar por lo cursi que sonaba pero, conforme más los escuchaba, más se convencía de que no sonaban tan tontos cuando provenían de él.
Hizo una prueba cuando, de la nada, comenzó a llamarlo “Keisuke”, y la gran sonrisa que recibió, adornada por las mejillas enrojecidas de su novio, fue suficiente para convencerse de que realmente no le importaría que le llamara con esos apodos, a todas horas.
Al día siguiente, mientras Baji trataba de no quemar la cocina mientras hacía el desayuno, Mikey despertó por su cuenta al percibir el olor proveniente de la cocina, y tomó asiento a la mesa, esperando por la comida.
—¿Te caíste de la cama? Va a llover hoy, seguro—fue el saludo de Baji al percatarse de su presencia.
Pasaron un par de minutos antes de que Baji colocara un plato servido con tamagoyaki frente a él, y otro a su lado, antes de tomar asiento junto a Mikey.
Entonces pensó que era momento de hacer otra prueba.
—Amor, no sacaste los palillos—soltó Mikey, fingiendo una voz adormilada.
—Voy…—De no ser porque se encontraban tan cerca, quizá no le hubiera escuchado. Baji se levantó para sacar dos pares de la cajonera, volvió a su lugar en la silla, y le extendió los palillos a Mikey, tratando de no mirarlo de frente.
Mikey sonrió triunfal en cuanto peinó un mechón de cabello de Baji detrás de su oreja, la cual ya se encontraba completamente roja, así como su rostro, que ahora se encontraba contrariado al verse descubierto. El rubio se limitó a inclinarse un poco para darle un fugaz beso sobre los labios, y murmuró un «Gracias, cariño» con todo el énfasis que logró poner en la última palabra.
—Lo estás haciendo a propósito.
—¿Tú crees?—A pesar de que el tono juguetón había regresado a la voz de Mikey, había sido demasiado para su corazón y su propio nivel de vergüenza como para no acompañar a Baji con un fuerte sonrojo apoderándose de sus mejillas.
Baji pensó en todas las veces que ese pequeño demonio había estado demasiado consciente como para escucharlo decirle de esa manera pero, la parte de él que imaginaba que Mikey no haría más que molestarlo cuando se diera cuenta, desapareció por completo cuando todo lo que percibió en sus labios era el mismo cariño con el que le llamaba cuando decía su nombre.

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Después de estar como cinco horas en modo soft sacando headcanons con mi amiga, por fin pude terminar esta cosa que empecé una fea noche de insomnio, y que termino en una bella noche de insomnio días después.

Según yo iba a terminar otras cosas pero, el BajiMai me consume y mientras más cuerda me den con ellos, más débil soy (?)

Ya no me importa nada, solo quiero ver a mi ship feliz y siendo mensos enamorados.





A través de los tiempos | BajiMai/MaiBaji | Tokyo RevengersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora