Capítulo 3.

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Goku seguía sonriendo con aquella arma sobre sus hombros, la misma parecía peligrosa y emanaba un aura que hasta la inexperta Mio podía sentir.

Aquella arma era parecía sumamente peligrosa, contrastando bastante con la expresión alegre de Goku quien la tenía en sus manos.

-¿Y bien? ¿Estás sorprendida? -preguntó nuevamente Goku divertido por la expresión de sorpresa de la pelirroja.

-S...sí -respondió Mio volviendo en sí- ¿Eso es magia? ¿Podré hacer algo así? -preguntó incrédula pues no se veía para nada con una habilidad así.

-Nop, no lo harás -respondió Goku mientras desaparecía su arma.

-¿Heh?

Mio quedó pálida con un pequeño tic en su ojo tras aquella respuesta.

-Cada persona, en este caso, cada ser sobre natural tiene una habilidad propia y tú ya tienes la tuya -explicó el joven mirando a los ojos de la muchacha.

-¿Una habilidad? ¿Yo? -se preguntó la muchacha mirando sus propias manos incrédula, no se creía capaz de hacer algo como lo que hacía Goku.

-Así es, y eso lo vamos a entrenar para que puedas dominarlo -agregó Goku con una expresión más seria recordando el desate de poder de Mio aquella noche- "Sin duda es la hija del rey" -pensó el chico con cierta diversión.

-¿Y qué debo hacer? -preguntó Mio más seria, quería ser fuerte y defenderse por ella misma, pero sobre todo quería vengar a sus queridos padres.

-Je, bien, me gusta tu ánimo, eso será necesario -habló el Son sorriendo de forma confiada posando sus manos en sus cinturas a lo que ella asintió- Ahora, ¡Al suelo¡ -exclamó serio confundiendo a la pelirroja.

-¿Al suelo? ¿Qué es eso Goku? -preguntó ella confundida con una gota de sudor en su nuca.

-Observa -Goku de la nada se tiró al suelo pegando su pecho a la tierra con las palmas abiertas y posteriormente se volvió a parar con gran velocidad, el mismo repitió el ejercicio unas 10 veces y posteriormente quedó firme- Eso es al suelo y luego levantarse -explicó Goku con tranquilidad.

-¿Heh? ¿Pero por qué? Eso no es me ayudará a controlar mi magia o poderes -habló algo molesta ma muchacha sintiendo como le tomaban el pelo a lo que el pelinegro la miró de arriba a abajo analizando cada parte de aquel voluptuoso cuerpo algo que causó vergüenza en ma diablesa.

-¿Q...qué miras Goku? ¡Es vergonzoso! -exclamó sonrojada y molesta.

-Te seré honesto, Mio -habló Goku llamando la atención de la chica- Físicamente estás bien -habló avergonzando más aún a la chica que no evitó abrazar su hermoso cuerpo.

-¡Pervertido! ¡So...somos como hermanos! ¡Lo sabes! -exclamó confundiendo a Goku que ladeo su cabeza.

-Sí, yo también te veo como mi pequeña hermanita, pero no es lo que trato de deciete -murmuró el chico con una pequeña sonrisa acariciando la cabellera carmesí buscando calmarla.

Ella se exaltó mucho, pero no rechazó aquel contacto que era tan familiar para su persona.

-Tienes un buen físico en terminos humanos, pero en una escala sobrenatural no, y sin ello no puedes controlar tu magia -llegó al punto rápidamente para evitar más malos entendidos.

-C...con que era eso -murmuró la muchacha jugueteando con sus dedos y desviando su mirada con vergüenza.

-Explicado eso, es hora de comenzar -Goku mencionó serio, pero sonriendo.

-¡Sí! -ella exclamó con determinación mirando a los azabaches ojos de Goku.

Goku le levantó el pulgar, ahora era un maestro como aquella mujer lo fue para él cuando era niño y trataría de estar a la altura de las expectativas de esas personas que sacrificaron su vida para proteger a Mio, pues esta fue la misión que su maestra le encomendó.

Lamento carmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora