Parte sin título 4

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Llego a la terminal del pueblo cansadísima, con calor y con la cola chata de tanto viaje. Herme la recibió con una mirada cálida, un firme apretón de manos y un vaso de jugo de naranja recién exprimido.

-Naranjas de nuestro jardín de la felicidad -le dijo.

¿Nuestro? ¿Felicidad? .Le retumbo en la cabeza a Sofi. ¿Este que se tomó? Espero que no el jugo. Dubitativa, pero lo tomo igual, estaba seca como una pasa de uva. En ese momento le pareció oír la canción de la cajita de música .Se rasco confundida la cabeza y lo siguió a Herme sin darle mucho lugar a su confusa sensación.

Él, la acompaño al cuarto de invitados para que acomode su ropa y descanse un rato. Le pidió que

-Señorita Sofia, le ruego que hasta la cuatro de la tarde no haga ningún ruido porque su abuela duerme su sagrada y reparadora siesta- prosiguió diciendo Herme todo empaquetado cual mayordomo de una condesa- Es muy importante que este bien descansada si es que después quiere que le cocine su torta favorita- Dicho esto el hombre se fue, cerrando la puerta sigilosamente desapareciendo en el pasillo cual película de terror.

Solo que él te temer no tenía nada. Era un hombre dulce, apuesto y agradable, con gestos cálidos y generosos. Buen mozo si se quiere.

¿Cuatro de la tarde!!??,¡eso es una eternidad! , pensó Sofi. Recién eran las 14:25.

Guardo su ropa en un armario chiquitito que encontró detrás de la puerta, había llevado poquita ya que solo se quedaría 2 días. Se sacó el jean, se puso unas calzas y se cambió las zapas por botas. Afuera lloviznaba y no quería ensuciar las zapas que su mama le había regalado el día su cumpleaños.

Miro por la ventana unos minutos, se paraba, se sentaba, bostezaba, se estiraba, se hacía bolita en la cama, se paraba otra vez, caminaba y bolita otra vez en el sillón. Se sentía como un gato enjaulado. Sofi no es de esas nenas que se puedan quedar quietas, todo lo contrario, sus amigas del club la llamaban cariñosamente "polvorita ".Siempre andaba metida en algo.

Entonces ni polvorita, ni Sofi, ni Colo, se aguantaron más el aburrimiento y salieron del cuarto.

Recorrió tooooooda la casa, era enorme.

-Taaaan..ta..ta...ta..tann..ta..ta- Tarareaba la canción de la cajita de música, se le hacía pegadiza y no podía dejar de tararearla desde que la escucho, o mejor dicho, desde que creyo escucharla. Se preguntaba cuando se la dará si en la cena o mañana?

Hacía tiempo que no iba a la casa de la abuela, pero no la recordaba así, tan inmensa y sofisticada. Pero qué raro que estaba todo. ¿Es que su Abu había hecho más habitaciones? ¿Más baños? ¿Habría anexado otra casa a la casa que ella recordaba? ¿En qué momento? ¿Para qué?

Por lo general para Sofi, el tiempo funciona al revés, lo que de chica te parecía muy grande, ahora de grande te parecía muy chico. Pero con esta casa no le pasaba eso, le pasaba lo contrario.

No entendía nada, quizá se la casa que recordaba se la imagino recortando imágenes en su cabeza, podía ser....después de todo si hay algo que siempre le decía a Sofi era que su poder de imaginación era ilimitadamente creativo.

El hecho era que no terminaba mas de recorrerla, mejor así, pensó, así no se aburría tanto.

Cada cuarto estaba impecablemente decorado, con mil detalles y abastecido de cosas varias como si vivieran tres familias. En uno tenía una cama de las grandes que entran como 3 personas, con sabanas puestas, acorchados y como quince almohadonsitos de distintos tamaños todos en compose. Lo del compose se lo enseñaron en plástica. También tenía un escritorio con cajones y en sus cajones había: cartas de truco, de póquer, anotadores, lapiceras, un perfume, hebillas para el pelo, pañuelos descartables, etc.

Abuela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora