Bizcochuelo de naranja, relleno con dulce de leche, cubierto con crema y granas de colores, esa era la torta preferida de Sofi. En eso pensó cuando le dijo que si a su papá, que la ayudaría con la mudanza, en eso y en la cajita.
Mientras cocinaban charlaron de todo, del dos en matemáticas, de Fran y su supuesta nueva novia, del calentamiento global, de con quién Jorge viajo a la luna y donde quedaba esa luna, de la gallina blanca, de la amarilla y la naranja, y hasta del episodio del pipi.
Clota le comento a su nieta lo afligida que estaba de mudarse y de lo que extrañaría su jardín. Y que le daba un poco tristeza meter todo en cajas para volver a abrirlas quien sabe cuándo y en donde.
La clota suponía que el lugar que su hijo le había alquilado no era lo suficientemente grande para todas sus cosas y que seguro terminarían en alguna baulera podrida de alguien.
-si abuela, vi que tenés una casa gigante, con mil detalles, ¿para que todo eso?-pregunto Sofi curiosa.
-No es tan grande mi casa nena, y tampoco tiene mucho que digamos .El comedor es lo complicado, ahí sí que tengo un mundo que embalar y todo me lo quiero llevar- dijo con certeza.
Sofi miro a Herme como cara de que si acaso la abuela se olvido de tomar alguna pastilla. Herme ni se dio por aludido.
-Quiero ir a conocer hoy, si o si, aquel jardín del que tanto todos hablan-le dijo casi sin escapatoria a la abuela.
-A la tardecita vamos, antes que refresque, te llevo a conocerlo- confirmo.
Siguieron charlando un largo rato mientras la torta se cocinaba en el horno.
Sofi, de a ratos, se iba con la mente a otro planeta, a ese planeta. Le perduraba la sensación de tranquilidad y alegría que ese lugar le había proporcionado. Pensó en comentarle a su abuela de aquel sueño, pero después se arrepintió, le dio cosa de que le tome por rara asique se lo guardo para ella solita.
-¡Torta lista!, ahora a dejarla enfriar- anuncio todo contento, Herme.
-¿Ahora si Abu?, ¿vamos? ¿Dale? Porfi, llevame a conocer el jardín y te juro que después empezamos a embalar ¡si o si!- la apuro Sofi jalando a su abuela del brazo.
-Sí, ahora sí, vamos. Abrígate que afuera hace frio afuera-mientras se sacaba el delantal de cocina y Herme la ayudaba con la campera-
Con pasitos cortitos y "rápidos" bordearon la gran casa hasta llegar a la ligustrina que hace de puerta a ese paraíso del que tanto hablaba Clota, y como por arte de magia se abrieron las ramas invitándolas a pasar.
Descontroladamente atraída por lo poco que veía de ese lugar, Sofía empezó a caminar. Tenía los ojos abiertos como una lechuza. No se dio cuenta de que tenía la boca abierta hasta tanto su abuela bromeándola imito exageradamente. Ambas se rieron.
-¿Acaso no me va a decir nada Srta.?- Dijo canchereando la abuela -... ¿No tengo razón de pasarme la vida hablando de él como si fuera lo que es? ¡Una maravilla de la naturaleza!
Era el, era así, era ese, era el mismo, el mismísimo lugar con el que soñó esa tarde. Desde los pájaros, las mariposas, los árboles, el arroyo, los verdes todos, ¡hasta el sapo estaba! Y esa sensación de paz...¡¿Cómo puede ser?! ¡¿Es que acaso no lo soñé?! ¿Me estaré volviéndome loca? Se pellizco para estar segura de que esta vez estaba despierta. -Auch!- le dolió.
Sin decir nada empezó a caminar, a recorrerlo, despacito, para ella como haciendo pan y queso, para la abuela como corriendo un rally.
-Me duele m'jita, más despacio, ya es suficiente -Se agarraba la cadera- Ya no estoy para estos trotes. Sentémonos.
Y se sentaron al pie de un árbol, del único árbol. Un naranjo, el mismo lejano de antes naranjo. Confundida y recostada bajo su sombra lo observaba como esperando que le hablara, que le respondiera a las miles de preguntas que tenía Sofi en la cabeza.
El desasosiego en la mirada de Sofía y esa cara de: ¡contame ya que es lo que está pasando porque voy a reventar! , convenció a Clota automáticamente de contarle todo.
Con palabras de las fáciles para no asustarla más de lo que estaba, detalle por detalle, le hablo de las propiedades del jugo de ese naranjo, el jugo con el que Herme la recibió diciéndole: "el jugo de nuestro naranjo de la felicidad".
Jugo que comenzó siendo un día semilla, que encontró bajo su almohada así como si nada, la cual sembró cuando su esposo se fue, con la esperanza desesperada de estar acudiendo a una señal divina que la llevaría a un día volver a sonreír. Todo ese cuento se hizo, todo ese cuento quiso creer, a todo eso quiso darle vida y lugar en su vida, y así fue.
A partir de ahí, de esa semilla, todo cambio en la vida de Clota. Todo en ese campo, estaba rodeado de misterios maravillosos llenos de vida, de amor y de paz. Inexplicables sucesos como la mesa del comedor, como el naranjo, como la música de la cajita que se escuchaba por los pasillos.
- Ahora prométeme una cosa Sofi, prométeme que vas a guardar este secreto siempre y solo vas a compartirlo cuando sea el momento, únicamente con quien requiera de él, con quien lo necesita como al aire- le dijo su abuela con cara de ángel.
- Ah , otra cosa – agrego la abuela- no te rompas la cabeza buscándole explicaciones a todo , hay cosas que simplemente son y ya, no malgastes tu tiempo y tu energía en tratar de comprenderlo todo- le aconsejo
Sin entender absolutamente nada, rebalsada de emociones de las lindas , Sofi la abrazo, recogió unas naranjas del árbol y salieron del jardín calladitas, tomadas del brazo .Se quedaron así, en silencio, todo el camino hasta la cocina, hasta que Sofi por fin hablo:
-¿Cuál es el secreto de la torta Abu?, ¿por qué te sale tan rica? Cuando la como siento que lo que me preocupaba deja de hacerlo-pregunto curiosa y antojada de torta, para cambiar de tema.
-Las naranjas m'ija , las naranjas-respondió con una sonrisa la abuela.
-¿Abu, me vas a regalar la cajita?-pregunto Sofi.
-Por supuesto, ya te la deje arriba de tu cama-le contesto.
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Abuela.
Teen FictionHistoria de amor del bueno, una abuela, unos nietos, un secreto. Magia, fantasía, ilusión y un legado.